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Un problema más de tantos

Los pasos fronterizos no fueron un caso aislado en los problemas causados por la lluvia el domingo, pero también es verdad que los pasos fronterizos no son una zona cualquiera de la ciudad, sino probablemente el más sensible. Por ello, deberían tener un tratamiento diferenciado por las múltiples cuestiones de seguridad que están en juego y la cantidad de personas que podrían verse afectadas si las lluvias torrenciales derivaran en problemas, como podría haber ocurrido el domingo si se hubieran prolongado más tiempo El funcionamiento de los pasos fronterizos suele estar en boca de todo el mundo. Hay tantas opiniones como personas que pasan de Melilla a Marruecos y viceversa por esos puentes que nos conectan con nuestras zonas limítrofes, que son miles cada día. Pero una cosa está clara por la evidencia, y es que cuando llueve un poco más de lo normal, los pasos fronterizos se convierten en poco menos que una piscina, una situación complicada para los usuarios y los agentes que pone en entredicho la seguridad de la que debe estar dotada de manera permanente.
No es la primera vez que ocurre lo del pasado domingo. Ya hemos visto anteriormente esas imágenes de un nivel de agua elevado, lo que ha generado las quejas de una asociación de la Guardia Civil, la AEGC, que pedía a las autoridades que tomaran nota y pusieran soluciones por la falta de seguridad que se da en la frontera cada vez que hay lluvias torrenciales. El delegado del Gobierno respondía poco después reconociendo la acumulación de agua, pero puntualizando que los mayores problemas se habían dado en la parte de Marruecos y que es «normal» que se diera una situación así cuando también en otras partes de Melilla y de España en general se habían dado problemas de inundaciones por el temporal.
Es cierto, los pasos fronterizos no fueron un caso aislado en los problemas causados por la lluvia el domingo, pero también es verdad que los pasos fronterizos no son una zona cualquiera de la ciudad, sino probablemente la más sensible. Por ello, deberían tener un tratamiento diferenciado por las múltiples cuestiones de seguridad que están en juego y la cantidad de personas que podrían verse afectadas si las lluvias torrenciales derivaran en problemas, como podría haber ocurrido el domingo si se hubieran prolongado más tiempo y no sólo unos minutos. No parece lógico que esto no se haya tenido en cuenta antes y sería razonable que esta cuestión fuera abordada cuanto antes adoptando medidas que impidan esa acumulación de agua cada vez que llueve, algo que a priori no debería ser demasiado complejo teniendo en cuenta los grandes avances tecnológicos de hoy en día y la cercanía de dos arroyos en los pasos fronterizos principales que podrían servir como zona para desaguar la lluvia acumulada si no hubiera más capacidad en la red de saneamiento. Quienes tienen la responsabilidad, capacidad de decisión y medios a su alcance deben ser quienes busquen la solución a este problema, uno más de cuantos sufren nuestros pasos fronterizos, lo que provoca esa sensación del cuento de nunca acabar por mucho empeño en mejorar que se ponga sobre ellos.

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