Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Carta del Editor

Dialogar, a costa de los ciudadanos

melillahoy.cibeles.net fotos 1795 pagina 3

Un trabajador con un sueldo anual de 24.000 euros, en España dedica al año 102 días para pagar cotizaciones a la Seguridad Social, 38 días para el IRPF, 25 para hacer frente al IVA, 11 para cubrir impuestos especiales y 6 para pagar otros impuestos. Suponiendo que el año tiene 260 días laborables -que con puentes, fiestas, medios viernes y demás, son muchos menos- el español promedio dedica 182 días a pagar impuestos, esto es, el 70% de su tiempo trabaja no para él, sino para la Administración. ¿Se extinguirá el peligro yihadista? Gilles Kepel, en El País, asegura que, según las escrituras apocalípticas islámicas, será desde el mito del Sham (región histórico-cultural que incluiría Siria, Jordania, Líbano, Israel y Palestina) desde donde el Islam conquistará el mundo. Si, como parece, la utopía del Sham desaparece -añade el francés Kepel- será un golpe psicológico, pero la lógica (o ilógica, según se mire) de los atentados en Europa va a continuar. O sea, la interpretación de los hechos conduce a esa terrible conclusión.

Es interesante recordar, a este respecto, el ´dictum´ de Nietzsche de que no existen hechos, sino solo interpretaciones. Terminar con la reforma laboral, lo que ahora apoya el desnortado PSOE, es como pegarse un tiro en un pié… después de habértelo pegado en el otro -con Zapatero- y haber podido comprobar el daño que hace -o los parados que genera la vuelta atrás de la reforma, en este caso-. Y eso, a pesar de lo que decía Nietzsche, es un hecho incontrovertible, que no admite otras interpretaciones inteligentes o útiles. La reforma laboral que aprobó el PP cuando tenía mayoría absoluta -una de las pocas cosas que aprobó- se quedó corta, en cuanto a lo que a libertad y eficacia se refiere, comparado con lo que existe en la mayoría de los países de la UE y en la práctica totalidad de los países desarrollados. Aun así, se frenó la sangría de desocupados, de parados, que Zapatero y su PSOE habían originado con sus políticas laborales, y se consiguió -gracias a los empresarios de todo tipo, grandes, medianos, pequeños, autónomos, gracias a los únicos que pueden crear empleo- que España avanzase, que el paro disminuyera, que nuestra economía creciese, que la pobreza disminuyese. Ahora, aprovechando la debilidad parlamentaria del PP y su corolario del diálogo -"hay que dialogar" es el mantra que todos los cargos del Partido Popular repiten sin descanso- por encima de cualquier otra consideración, el PSOE se suma a Podemitas/populistas, separatistas, anticapitalistas y demás, y pide derogar la reforma laboral, volver a los tiempos del franquismo, del fascismo y del comunismo laboral, al desprecio a los empresarios, al elogio y la potenciación de los sindicatos subvencionados y sus miles de liberados de trabajar. Un tremendo error, una vuelta al peor pasado que traería, si se llegara a aplicar -lo cual, afortunadamente, parece poco probable- un empobrecimiento general de los españoles y una vuelta al peor pasado, además del repudio de toda esta Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y demás instituciones internacionales a las que tanto debemos y en las que estamos oficialmente tan contentos de militar.
"La pobreza sólo se puede resolver elevando el nivel de vida de todos", decía Friedrich Hayek, premio Nobel de Economía del año 1974, en su extraordinario libro "Los fundamentos de la libertad". Y añadía: "La supresión del orden competitivo y la tendencia al inmovilismo, característica de cualquier sistema de planificación centralizada, impiden alcanzar el objetivo anhelado -técnicamente posible si se aplican los métodos adecuados- de reducir, de modo creciente y sustancial, los costes", con su corolario de aumentar el nivel de vida de todos. Sin embargo, la plaga del intervencionismo nos vuelve a invadir. Este es un Gobierno trufado de socialdemócratas, leo en alguna parte, y no hay medida intervencionista a la que no otorgue buena acogida, porque lo único importante ahora es 'dialogar'. La propuesta de acortar los horarios laborales es típica de alguien de izquierdas, "un proyecto de aficionados a la ingeniería social y al experimento de las ocurrencias, un caprichoso arbitrio del sindicalismo funcionarial… un plan que desdeña el peso de la economía de servicios -hosteleria, comercio, teleoperación, turismo-, soslaya la estructura fragmentada del tejido empresarial e ignora sus índices de competitividad media…Aplicarlo por decreto sólo conduciría a abrir la brecha laboral que divide a los empleados públicos de los del sector privado", escribe Ignacio Camacho en ABC. A los diputados, sin embargo, les ha gustado mucho la propuesta y ya se han manifestado favorables a largarse a las seis para favorecer la conciliación. "Esta gente tan sacrificada siempre está dispuesta a dar ejemplo", apostilla, irónicamente, Camacho.

A pesar de tantas torpezas y limitaciones a la libertad, siempre nos quedará la esperanza, la esperanza de que algunos de nuestros jóvenes vayan cambiando y mejorando nuestro mundo. Y en este punto pido disculpas por utilizar como referencia a un familiar mío, una persona a la que quiero mucho, mi nieto mayor, de dieciocho años, Francisco, a punto de iniciar su carrera de Economía en la Universidad de Temple, en Filadelfia, y de convertirse -espero- en una figura mundial del tenis, del que publicamos el jueves pasado en nuestro periódico un impresionante artículo sobre los salarios y los impuestos. "Pagamos la mitad de nuestra renta en impuestos" se titula el artículo de Fran, que empieza con un ejemplo muy ilustrativo: un trabajador que reciba un salario total antes de cotizaciones sociales de 2.000 euros dispondrá -tras los impuestos sociales que la Administración obliga retener a los empresarios y sin considerar otros tipos de impuestos existentes- de una renta final disponible de 1.100 euros, o sea, Hacienda se habrá quedado con el 45% de su salario, o, dicho de otra manera, casi la mitad del tiempo que trabaja cualquier español lo hace para la Administración Pública, para sostener ese mastodóntico monstruo que es necesario mantener, sí, pero no con su tamaño ni con sus enchufados y sus dispendios.

Menciona Fran también algo tan cierto como patético: un trabajador con un sueldo anual de 24.000 euros, en España dedica al año 102 días para pagar cotizaciones a la Seguridad Social, 38 días para el IRPF, 25 para hacer frente al IVA, 11 para cubrir impuestos especiales y 6 para pagar otros impuestos. Suponiendo que el año tiene 260 días laborables -que con puentes, fiestas, medios viernes y demás, son muchos menos- el español promedio dedica 182 días a pagar impuestos, esto es, el 70% de su tiempo trabaja no para él, sino para la Administración.
"No es el empresario el que -como dicen los sindicatos tradicionales- paga salarios basura, sino que es el Estado el que nos condena a recibirlos", y añade Fran Bohórquez, dedicándoselo a los que aseguran que el empresario se apodera de las plusvalías generadas por los trabajadores y que la subida del salario mínimo no es un escollo para la contratación, pues los empresarios pueden contratar por esas cifras y más, ¿por qué no hay pleno empleo? Si yo, como empresario -un ser codicioso por naturaleza, según los sindicalistas de siempre- pudiera aprovecharme de los trabajadores pagándoles menos de lo que generan y, por lo tanto, ganando muchísimo dinero a su costa, en vez de 50 personas contrataría a varios millones de trabajadores, ganaría inmensas cantidades de dinero y, de paso, terminaría, yo sólo, con el paro español. Aunque seguiría sin poder explicarse un hecho muy importante: por qué el 90% de las empresas españolas cierran antes de sus primeros diez años de vida.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€