Y no estamos hablando de una gamberrada. como algunos pretenden calificar estas aberrantes acciones, ya que se trata de actuaciones delictivas y siempre injustificables contra el patrimonio de los melillenses, que cuestan mucho dinero público y, por tanto, aportado por todos Hace tan solo una semana denunciábamos en este mismo espacio las consecuencias que para los melillenses tienen los comportamientos incívicos de determinados vándalos y, en concreto, los destrozos provocados en el parque infantil del Monte de María Cristina, que han supuesto para reparar los desperfectos un desembolso de 53.850 euros con cargo a las arcas públicas de la Ciudad Autónoma. De nuevo, la lacra social del vandalismo ha vuelto a tener presencia en Melilla y el problema es que una gran parte de este tipo de actos incívicos son consentidos y además con el agravante de que suelen ser escasas las voces que los condenan cuando se producen.
En esta ocasión, y tal como dábamos cuenta en nuestra edición del pasado lunes, los bomberos tuvieron bastante actividad, debido a los incendios que se produjeron durante la Nochebuena y la Navidad. Los resultados fueron contenedores de basuras, papeleras y un coche calcinado. Y en lo que se refiere al vehículo, MELILLA HOY sabe del tema ya que fue el propio Editor del Diario, el que fue objeto de un cobarde y deleznable atentado al quemarle su coche en la misma puerta de su domicilio tras dos intentos . En el primero, él o los autores, no consiguieron, su propósito, sin embargo lo lograron en el segundo, a pesar de que el domicilio se encontraba vigilado por agentes policiales. En dicho caso, el resultado de la calificación del todo terreno afectado fue de siniestro total. Pues bien, ha pasado ya más de un año y dos meses y los hechos siguen sin resolverse. Un caso al que se pueden sumar, cada uno probablemente por diferentes causas, otros muchos incendios de vehículos, como el ocurrido en la madrugada del 24 al 25. Una noche en la que además ardieron varios contenedores en distintos barrios de la ciudad como Cabrerizas, Tiro Nacional o el Rastro, ente otros, así como alguna que otra papelera. Y¿ qué ocurre en estos casos?. Pues que la solución que aplica suele limitarse a la reposición del mobiliario urbano que ha sido destrozado voluntariamente por los vándalos. Y no estamos hablando de una gamberrada como algunos pretenden calificar estas aberrantes acciones, ya que se trata de actuaciones delictivas y siempre injustificables contra el patrimonio de los melillenses, que cuestan mucho dinero público y, por tanto, aportado por todos. Y resulta de oportuno recordatorio señalar que los contenedores de reciclaje no son precisamente baratos ya que su precio se aproxima a los 1.000 euros por unidad.
Por tanto, es algo que no se puede ni se debe consentir y que tiene que ser perseguido, porque representa el daño por el simple hecho de hacer daño. Pero resulta que las víctimas somos todos, por lo que es vital eliminar esta lacra. Algo que no será posible hasta que las sanciones contra los delincuentes no sean ejemplares, y se acabe con la pasividad sin sentido, que ahora mismo domina estas alteraciones públicas.
