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Cambiar Melilla es necesario e inevitable

¿Qué pasaría si, como es perfectamente posible y como me indica un amigo que conoce bien Marruecos, se instalara y funcionara una gran zona franca, financiada con dinero de empresarios no marroquíes, incluyendo españoles, en la zona marroquí próxima de Beni Enzar? Lo esperable sería que el "comercio atípico" desapareciese, porque los marroquíes comprarían e importarían directamente desde España. ¿Podría soportar la CAM un disminución del 30% de sus ingresos?
Carta del Editor

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Cambiar Melilla es necesario e inevitable

Cuando esta Carta llegue a ustedes, queridos lectores a los que deseo toda serie de venturas en este nuevo año, ya estaremos en 2017, un año del que, con el ritmo acelerado de los cambios que es consustancial -e inevitable- en las sociedades modernas, sólo sabemos que será distinto del anterior en muchos aspectos, incluso en Melilla, donde a veces parece que el ritmo del cambio se ralentiza hasta cerca de la paralización.

Cuando leo, voy tomando notas, a veces en papel, y cuando termina el año releo algunas de esas notas desperdigadas. Es entonces cuando compruebo, no sin pesar, que el ritmo del cambio en Melilla es, por decirlo con la suavidad que estos días requiere, casi inexistente. Cito algunos ejemplos, para corroborar esa impresión y resaltar, como conclusión, que el cambio en Melilla es tan imprescindible como inevitable.

Un ejemplo: el 9 de febrero del año recién terminado (o sea, hace casi un año) mantuvimos varios representantes del golf melillense una reunión con varios representantes de la Consejería de Deportes de la Ciudad Autónoma. Tras esa reunión, el consejero de Deportes -y de otras cosas- y diputado de la Asamblea de la Ciudad, Antonio Miranda, hizo una declaración ante los medios de comunicación en las que aseguró que era urgente y se iba a tramitar de inmediato la sustitución de las tasas en las instalaciones deportivas públicas por precios públicos, porque, añadió "no me preocupa recaudar más o menos, o nada, ya que se recauda muy poco y, además, la finalidad no es recaudar, sino expandir el deporte y su práctica". Hoy, 2 de enero de 2017, a pesar de que hay desde agosto un informe de la Dirección de Instalaciones Deportivas a favor de la sustitución de las tasas -que en el caso del golf están, además, extraordinariamente mal hechas y son incumplibles por la misma Ciudad- no se ha avanzado ni un milímetro en dicha sustitución y las tasas siguen en vigor, con una doble consecuencia en el caso del golf -que es, lógicamente, el que mejor conozco-: ralentizar el crecimiento del número de jugadores (objetivo básico) y causar un gasto adicional y enorme a las arcas públicas (para ingresar menos de 3.000 euros mensuales la Ciudad paga más de 20.000 a los funcionarios dedicados exclusivamente al cobro de esas tasas, o sea, se dilapidan unos 17.000 euros mensuales).

Otro ejemplo: el 14 de febrero de 2016 la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo archivó la causa contra Juan José Imbroda (que está aforado como senador) por presunta – y falsa- prevaricación y malversación de caudales públicos en el reparto de la publicidad institucional de la Ciudad Autónoma. Imbroda anunció medidas legales contra los denunciantes, como los que fueran nocivos políticos Julio Liarte (que vive cómodamente de su salario de empleado público) y Emilio Bosch (que no para de hacer tonterías) y aseguró (Imbroda) que "elevar las disputas y dudas administrativas a la categoría de lo penal es un absurdo". Es un intolerable absurdo hacer eso, judicializar la política para derrotar o dañar a los contrincantes políticos (recuérdense los casos de Miguel Marín o de María Antonia Garbín, que tuvieron que ser apartados de algunos de sus cargos por denuncias que, todavía hoy, siguen sin aclararse y que tienen todos los visos de terminar en nada). La politización de la Justicia en Melilla y las "investigaciones" increíbles comandadas por algún funcionario público (ansioso de ascensos y de notoriedad) para el que todo ciudadano, sobre todo si tenía algún prestigio y un mínimo poder o si era miembro del Gobierno local o presuntamente próximo a tal Gobierno, era culpable de todo tipo de delitos mientras no demostrara lo contrario, tal aberración de la verdadera Justicia llevó a Melilla a una parálisis sin precedentes y causó y sigue causando un daño injustificado e injusto a muchos melillenses inocentes. ¿Han pagado los malos "investigadores" y los denunciantes falsos por sus actos? ¿Se ha reparado el daño causado? ¿Se ha solucionado el atentado terrorista del que yo mismo fui objeto, averiguando la identidad del o de los que ordenaron quemar mi coche en la puerta de mi casa (por cierto, pido la colaboración del activo "investigador" al que antes me refería para que, como preclaro servidor público, nos ayude a encontrar a los que ordenaron quemar mi coche y podamos terminar, así, con tantas dudas e interpretaciones)? No, en absoluto se han reparado los daños causados por la politización de la Justicia, e incluso seguimos padeciendo sentencias injustificables, que dañan al conjunto de la sociedad, además del más elemental sentido común.

Otro ejemplo (entre miles): el delegado del Gobierno en Melilla, al tomar, hace ya varios años, posesión de su cargo, aseguró que su prioridad era mejorar nuestras fronteras con Marruecos. Las fronteras están hoy, según casi todos los melillenses, peor que nunca y, lo que es aún más grave, con tendencia, al parecer irreversible, a seguir empeorando. En vez de un medio para mejorar las relaciones con nuestros vecinos marroquíes, las fronteras son un obstáculo casi insalvable… excepto para los que se dedican al "comercio atípico" y la propia Ciudad Autónoma, que ingresa más de 75 millones de euros anuales (aproximadamente el 30% de los ingresos anuales de la Ciudad) en concepto de IPSI sobre las mercancías que pasan por nuestra ciudad y que se trasladan, de contrabando y a hombros de mujeres y hombres, al vecino país. ¿Hay algún plan fiable para solucionar, junto con nuestro aliado Marruecos, el problema de las fronteras? Ni lo había, ni lo hay.
¿Qué pasaría si, como es perfectamente posible y como me indica un amigo que conoce bien Marruecos, se instalara y funcionara una gran zona franca, financiada con dinero de empresarios no marroquíes, incluyendo españoles, en la zona marroquí próxima de Beni Enzar? Lo esperable sería que el "comercio atípico" desapareciese, porque los marroquíes comprarían e importarían directamente desde España. ¿Podría soportar la CAM un disminución del 30% de sus ingresos? ¿Hay algún plan de desarrollo de Melilla que prevea esa eventualidad y que coloque a nuestra ciudad en el futuro? No y no, son las respuestas a esas dos preguntas. Por eso me permito insistir en la absoluta necesidad de que exista una sociedad privada, con los mayores apoyos posibles, para el desarrollo de Melilla… y su entorno marroquí; para evitar que Melilla se coloque en el nivel social y de renta per cápita de nuestros vecinos, contribuyendo a aumentar, al mismo tiempo, el nivel de estos; para evitar que, a base de nacimientos incontrolados y masivos de marroquíes en Melilla y de que los aquí nacidos utilicen el Código Civil español (véase el MELILLA HOY del pasado sábado), obtengan esos marroquíes facilidades para obtener la nacionalidad española (una especie de marcha verde encubierta); para que, en resumen, Melilla deje de ser un problema y se convierta en una solución de la que, además y por encima de todo, se beneficien España, Marruecos e incluso Europa. Y todo eso no es una quimera, es algo perfectamente posible si, como deseo a todos (y como el mismo Imbroda reconoce), nos damos cuenta de que el cambio en Melilla, que ahora parece imposible, es tan necesario como inevitable.

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