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Más que gamberrismo

(Autor: GPR)

Si son detenidos los autores, debe caer sobre ellos la Justicia con su máxima contundencia porque, como dicen los propios policías afectados, es necesario "mano dura" para atajar estos comportamientos violentos
Un furgón de la Policía Local sufrió el jueves por la noche, sobre las nueve y media, un apedreamiento desde una azotea de la Urbanización Tadino de Martinengo, en el barrio de Reina Regente, provocándole importantes destrozos en la luna. Y por fortuna no se produjeron también daños personales porque no sólo les tiraron piedras, también adoquines desde una altura de un tercer piso, con la fuerza que llega a alcanzar el objeto contundente lanzado desde un lugar así. Todo se quedó en la rotura de la luna del vehículo del Grupo de Prevención y Reacción (GPR) de la Policía Local, gracias a que las protecciones metálicas hicieron su trabajo e impidieron que las piedras traspasaran la luna e impactaran contra los agentes que se hallaban en su interior. Porque de no haber sido por estas rejillas de hierro que protegen la luna del furgón, estaríamos hablando de una desgracia mayor, teniendo en cuenta que otros coches policiales no llevan este tipo de protecciones y podrían haberse visto en esta misma situación.

Todo ocurrió cuando acudieron, como viene sucediendo en más ocasiones de las deseables, a la llamada para sofocar un incendio de contenedor que resultó ser en uno de los casos una "llamada trampa". Los policías fueron a apoyar a los Bomberos en las labores de extinción de incendios, pero se encontraron con esta respuesta violenta, con el lanzamiento de piedras y adoquines desde una azotea de la Urbanización Tadino de Martinengo, por parte de unos desconocidos que, amparados en la oscuridad de la noche y desde un lugar estratégico como una azotea de edificio, pudieron actuar desde el anonimato que les daba esta situación.

Sin embargo, quienes actúan así deben saber que tarde o temprano pueden ser descubiertos y detenidos, para que respondan ante la justicia ante un claro atentado a agentes de la autoridad, llamadas falsas y, lo que es más importante aún, obstrucción para hacer frente a llamadas de socorro como incendios, traslados de enfermos o actuaciones policiales varias.

Además, tendrían que ser conscientes del daño que hacen a sus propios vecinos y familiares, porque si siguen actuando de este modo, atacando sin piedad a servicios públicos -el jueves fueron los Bomberos y la Policía Local pero otras veces son también otros cuerpos de seguridad e incluso ambulancias y los autobuses de la COA-, lo único que lograrán serán que dichos servicios no puedan atender emergencias cuando sean requeridas, con el consiguiente daño a quienes actúan como unos descerebrados, que no respetan a nada ni a nadie. Porque esto que viene ocurriendo, por desgracia cada vez con más frecuencia en determinadas zonas de Melilla, no lo podemos calificar únicamente como un acto de gamberrismo, sino prácticamente como un acto de "kale borroka", como hacían los cachorros de ETA en el País Vasco, salvando las distancias y las motivaciones.

En casos como los citados, si son detenidos los autores, debe caer sobre ellos la Justicia con su máxima contundencia porque, como dicen los propios policías afectados, no basta solo con condenar este tipo de agresiones, también son necesarias otras acciones más contundentes -hablan de "mano dura"- para acabar con este tipo de hechos que tantos perjuicios ocasionan a la sociedad melillense.

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