Suena a libre expresión de ideas frente a lo de siempre, esas mismas caras tantos años apoyadas en el respaldo frente a la regeneración. Dicen que lo nuevo da miedo, ¿y el inmovilismo?, eso es para gritar: ¡aire!, pero a cientos de kilómetros. Soy de los de un elector, un voto. También de los de déjeme pensar, tranquilo, sin presiones ni familias, ni mucho menos aparatos, que me comprometa libremente y no que se comprometan otros por mí, aquellos tan dóciles que son capaces de decir o hacer lo que uno solo dicta, y de guarnición, aplausos, mientras selfie o fotos hacen centellear un palacio de congresos o una plaza de toros. Lo mejor es que los cerebros brillen pero para eso hay que pensar por uno mismo. Es cierto que no hay sistema político perfecto, observen Estados Unidos y el candidato Donald Trump. Pero lo bueno de allá es que a un fallo cometido la opinión pública sabe reaccionar y en las próximas cambian de republicano a demócrata su voto en las urnas. Aquí es otra historia donde se pasea el yo o el caos y donde tantas veces planea el estilo búlgaro. No puedo entender la política sin que en ella estén los mejores, los cuales aún equivocándose suelen estar por encima de aquellos que llegan a la misma sin formación profesional alguna, solo de la mano del amigo o de un servilismo que en nada se parece a lealtad. Ésta es decir la realidad y no lo que el otro quiere oír. Escuchen partidos a las bases y pulsen la voz del ciudadano, no utilicen mediadores ni tampoco a ese asesor que le pone sordina al “líder” para mantener su bien remunerado puesto. Nos quedan meses de intensos congresos y de otros, ya con final anticipado, donde nada pasa pero solo por eso su final será desastroso para la cúpula. De Roosevelt a acá han caído muchas hojas de calendario y otros siguen viendo esas hojas desde el poder. Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid y de la gestora del PP de la Capital, apuesta en su enmienda a los Estatutos “por la elección directa por los afiliados del presidente del partido tanto a nivel nacional como regional y provincial, mediante el sistema de un militante, un voto en todas las fases del proceso. Responde el compromiso de avanzar en la regeneración democrática y devolver el protagonismo del partido a los afiliados, como elemento clave para la revitalización del PP”. Es tan importante la elección de quien debe dirigir un partido que es mejor que lo hagan muchos a que la soledad elija. Las últimas primarias de la derecha francesa han sido un éxito y ahí podemos encontrar un espejo donde mirarnos: la participación ha sido masiva, los candidatos han tenido peso y el elegido parece el más adecuado y con más posibilidades electorales de resultar elegido. Ahora empieza un debate y en él solo debe primar el bien general.
