En un duelo con más ruido que nueces y hasta expulsiones en ambos banquillos, el barco melillense pescó en el río revuelto emeritense unas tablas que deben tildarse de positivas y que le mantienen a tiro de piedra del pelotón de cabeza, tras empatar a cero goles en el Estadio Romano de Mérida.
No tardó en morder el cuadro de José Uribe en un saque de falta de Kiu que pasó a las estadísticas sin apenas cumplir el primer minuto.
El Melilla sacó pecho con celeridad y fue arrinconando contra las cuerdas a un Mérida que vio su primer susto de entidad en un remate del lateral diestro Pepe Romero que obligó a poner todo de su parte a Salcedo en el minuto ocho.
El cuadro pecho lata avisó por primera vez cuatro minutos después, por mediación de Hugo Díaz, pero su disparo se marchó alto.
El reloj de arena siguió avanzando y las pulsaciones seguían elevadas y lo peor: ocasiones contenidas. Hubo que aguardar, como la botella de champán que precisa de un empujoncito para disparar su tapón y hasta la media hora no se agitó con la firma de Hugo Rodríguez. Una veloz internada del jugador local era desviada de su objetivo por un hábil Dani Barrio en el 28′. Y dos minutos después, el propio Rodríguez colocaba el objeto redondo a unos diez metros escorado de la frontal y el remate de Hugo Díaz era repelido por un defensor melillense en lo que pareció -y no lo fue- un gol fantasma, al cumplirse la media hora.
El cuadro melillense cedió un poco de terreno y ello insufló ánimos a un Mérida que se creció y tuvo sus mejores minutos hasta la fecha. A siete del final del primer acto, Hugo Rodríguez pifiaba por poco un remate con ambiciones funestas, pero todo quedó en ascuas. El Melilla temblaba, pero sus baluartes defensivos imponían su orden y nada ni nadie alteraba el orden de las cosas.
Expiraba el tiempo reglamentario y era Santi Luque el que probaba fortuna en un remate alto tras la salida de un saque desde el banderín.
Una internada inmediata de Yacine que besaba el palo izquierdo de Dani Barrio echaba la cortina a un primer episodio con más ruido que nueces, la verdad.
Segunda parte
El once pecho lata saltó del vestuario con idéntica imagen: la de un equipo que lo intenta, que pone todo el corazón, pero que le falta pisar con peligro el área contraria. Hugo Rodríguez botaba un saque de esquina y el remate de Álvarez se marchó fuera en el 46′, mientras que el Melilla seguía ejerciendo de oyente. A la chita callando, pero con su caparazón defensivo en su sitio, esperaba el descuido de los de Eloy Jiménez para colarse en la cubierta y provocar el susto definitivo.
Y el duelo seguía en sus trece. Más bien tirando a malo, por las numerosas imprecisiones y una falta de puntería atroz. Hugo Díaz sacudía de nuevo el árbol, driblaba con habilidad a Dani Barrio, pero su remate casi agujereaba la red por el exterior doce minutos después.
Debut de Jairo Izquierdo
Josu Uribe veía salpicaduras en la cubierta de su galeón y decidió relevar a Kiu y apostar por hacer debutar a Jairo Izquierdo, un chico que destila un alto voltaje en sus piernas y botas y que rayó a gran altura en la casi media hora que pisó la hierba. En las huestes emeritenses, el míster metió en el campo al viejo conocido de Uribe, Diego Cascón, que debutaba con la elástica blanquinegra. El ariete cambiaba de tornas en busca de nuevos aires.
El Melilla seguía buscando sus opciones, aunque fuese a balón estático. Borja Prieto sacó una falta con ‘malas’ intenciones, pero sin fruto en el 77′. Todo parecía predestinado a las tablas finales como no tardaría en ponerse de manifiesto, aunque la tensión en el césped se trasladó incluso a los banquillos. Hubo palabras altisonantes y el míster local, Jiménez, y el segundo técnico visitante, Mohamed, fueron expulsados. El árbitro prolongó la tensión cinco minutos más que no resolvieron nada, aunque el conjunto melillense se quedó con un futbolista menos por la expulsión de Ali Diakité, por doble cartulina amarilla, y las tablas finales sellaban el choque.
