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Primer aniversario del terremoto de 6,3 grados que soliviantó y lanzó a Melilla a la calle

Los melillenses se echaron a la calle cuando les despertó el temblor
(Autor: Guerrero)

Este 25 de enero se cumple el primer aniversario del terremoto de 6,3 grados que a las 05.22 horas de la madrugada de aquel lunes provocó no pocas situaciones de pánico en una ciudad adormecida. Familias enteras se lanzaron a la calle huyendo del temblor con el miedo de que sus casas se vinieran abajo. El seísmo provocó caídas de cascotes, grietas que obligaron a cerrar el Palacio de la Asamblea y la iglesia Castrense, 26 heridos leves y el desalojo de 52 familias de sus hogares. Cuatro días antes la ciudad había sufrido un temblor de magnitud 5.1 en la escala Richter al sur del Mar de Alborán a la hora del almuerzo, pero aún así cuando la tierra volvió a sacudir a la ciudad con un temblor de 6.3 grados a las 05.22 horas de la madrugada del 25 de enero, pilló a todos desprevenidos. Los melillenses despertaron aterrorizados para encontrarse con que todo se movía. El suelo, las paredes, como algunos objetos caían al suelo y cómo en algunos muros surgían grietas. Cuando todo quedó de nuevo quieto, los melillenses ya se habían lanzado a la calle con lo puesto, pijamas de invierno, y mantas y abrigos con los que guarecerse del frío invernal. Los vecinos se animaban unos a otros, relatando nerviosos el miedo sufrido. Los teléfonos móviles y las redes sociales contribuyeron a difundir la noticia y a que las familias pudieran contactar con sus seres queridos.
No pocos melillenses cogieron el coche y se dirigieron a los Pinares de Rostrogordo, donde se sentía más seguros, en especial por tratarse de una zona sin edificaciones que pudieran venirse abajo. De hecho la noche siguiente no pocos ciudadanos montaron tiendas de campaña en plazas y los Pinos, para dormir y no volver a casa, por temor a que volviera a repetirse el terremoto o que las réplicas pudieran empeorar los daños ya originados.

Mil llamadas de emergencia
Como consecuencia del seísmo, un total de 26 personas resultaron heridas, leves todas ellas, al sufrir cortes, contusiones o ataques de ansiedad. Asimismo, ocasionó daños en algunos edificios y viviendas, que provocaron en días posteriores que 52 familias tuvieran que ser desalojadas de sus hogares y realojadas en hoteles.
El terremoto también afectó de forma considerable a las dos torres y bóvedas de la fachada del Palacio de la Asamblea, y daños en la iglesia Castrense que tuvo que ser cerrada, y en la Estación Marítima de Melilla, donde se cayó parte de su techo. Los centros escolares permanecieron cerrados aquel día, a la espera de una inspección técnica que determinara que los daños no impedían la vuelta al clase, algo que se produjo al día siguiente.
Los efectivos de los Bomberos, Protección Civil y el conjunto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Local) no pararon de trabajar en todo el día, tras recibirse mil llamadas en el servicio de emergencia 112.
Melilla iniciaba el año con miedo a los terremotos, unos temblores y réplicas que se sucedieron durante meses, con distinta intensidad, sin llegar a los 6.3 grados, un hecho que mantuvo a la todos en constante alerta.

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Jesús Andújar

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