Antonio Gil Flores se convirtió en el año 2015 en el primer melillense que recibió una beca Amancio Ortega, que le permitió estudiar durante un año en los Estados Unidos. Esta semana se conocía que la segunda melillense que tendrá este privilegio será Elena Marín García, durante un año en Canadá. En el caso de Antonio Gil Flores, la experiencia, como todo en la vida, tuvo sus pros y sus contras, pero admite que "volvería a repetir ese año". Entre las cuestiones positivas que se ha encontrado que ha regresado de los EEUU bilingüe, con un total conocimiento del inglés, así como la familia que le correspondió de acogida, una familia formada por un matrimonio en el que ambos, marido y mujer, forman parte del Ejército del Aire y sus dos hijos, y un instituto privado católico, como era la familia de acogida. Entre las cosas negativas, destaca el hecho de que durante un año no pudo ver en persona a sus padres, porque así lo establecen en las cláusulas que deben firmar para poder disfrutar de esta beca, así como el hecho de que tuviera que pagar 120 euros por una consulta médica, a pesar de que contaba con el seguro de la Fundación Amancio Ortega y del seguro privado de su familia, y la comida, que no se parece en nada a la que disfruta en Melilla. Ahora ya piensa en el futuro y cuando acabe de cursar el segundo de bachillerato, su objetivo es iniciar sus estudios universitarios para ser astrofísico o piloto del Ejército del Aire.
