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El piloto que dio positivo en alcoholemia afirma que fue el primer sorprendido con el resultado

El procesado trabajaba como comandante de vuelo de la compañía Air Nostrum

Ayer se celebró la primera sesión del juicio al comandante del vuelo Melilla-Madrid que dio positivo en las pruebas de alcoholemia tras aterrizar en el aeropuerto de Barajas el día 24 de enero de 2014. Según defendió el piloto ante la titular del Juzgado de lo Penal número 2, no condujo la aeronave bajo los efectos de bebidas alcohólicas, por lo que dijo ser el primer sorprendido con los resultados del control, que dieron una tasa de 0,52 miligramos por litro en la primera prueba y de 0,55 mg/l en la segunda. El Ministerio Fiscal solicita para el procesado por un presunto delito contra la navegación aérea la pena de cuatro años de cárcel y la retirada de la licencia de piloto. El comandante del vuelo IB8789, de la compañía Air Nostrum, pasó la mañana de ayer en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal 2. El pasado 24 de enero de 2014 dio positivo en las pruebas de alcoholemia que le practicaron tras aterrizar el vuelo Melilla-Madrid. Ahora se enfrenta a la posibilidad de perder la licencia e ingresar en prisión por un periodo de tres años, como solicita el Ministerio Público, por tratarse del presunto autor de un delito contra la navegación aérea.

El acusado fue la primera persona que prestó declaración. Negó que el día de los hechos hubiera pilotado bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Según relató, en la tarde anterior al vuelo consumió "dos o tres cervezas" para acompañar unas tapas. Pero sobre las ocho de la tarde dejó de beber, según respondió a la fiscal. También le dijo que la mañana del vuelo la pasó en ayunas y lo único que ingirió fue un enjuague bucal antiséptico.

El último en subir al avión
El vuelo IB8789 salió con retraso de Melilla. El último en subir a la aeronave fue el comandante. Pasó una mala noche debido a las molestias gástricas y no escuchó la alarma del despertador por la mañana, según apuntó en la vista. A causa de la demora, el piloto fue directamente al avión sin pasar la tarjeta por el control de embarque. "Intentaba que la demora fuera la menor posible", justificó. "Es una habitualidad".
"Como comandante he despedido a gente por ingerir alcohol", trató de defenderse el procesado. Ni el copiloto ni las dos azafatas con las que compartió el vuelo Melilla-Madrid detectaron en él sintomatología de estar bajo los efectos del alcohol, aseguró. Según su versión de los hechos, tras aterrizar en Madrid su jefa de escala le informó de que le iban a practicar unas pruebas rutinarias de alcoholemia. El piloto afirmó haber colaborado en todo momento para realizar el control. "Me quedé perplejo cuando salió ese resultado", sentenció el comandante.

Antes del despegue
Las personas que tuvieron contacto con el comandante antes de que despegase el vuelo Melilla-Madrid fueron un vigilante del control de seguridad y un Policía Nacional del aeropuerto. El primero de ellos vio que el piloto accedía a la aeronave por la puerta de pasajeros, por lo que llamó al policía para que le avisara de que tenía que pasar por la puerta del personal.

Según declararon en el juicio, el procesado no iba vestido con el uniforme de piloto, sino con ropa de calle. Fue el agente quien advirtió de que desprendía un fuerte olor a alcohol, pero no sabía que se trataba del comandante del vuelo IB8789, por lo que no actuó en ese momento. Lo supo minutos después, al preguntárselo al vigilante. Entonces, el policía inició llamadas para desplegar el protocolo y evitar que saliera el avión, pero era demasiado tarde. Ya había despegado.

Intervención en Madrid
La policía judicial de la Guardia Civil de Madrid recibió el aviso a través del centro de comunicaciones de que el piloto podría presentar síntomas de embriaguez. Entonces, en compañía de la jefa de escala, los agentes acudieron la aeronave después de que hubiera aterrizado y hubieran salido los pasajeros.

Varios guardias civiles declararon por videoconferencia que el comandante parecía no querer colaborar en la realización de las pruebas. "Él decía que no tenía capacidad pulmonar, pero lo que hacía era soplar hacia dentro", aseguraron. Aunque la mayoría de los testigos coincidieron al apuntar que desprendía un olor a alcohol, también afirmaron que su comportamiento era normal. No parecía nervioso.

Pese a que el vuelo llegó al aeropuerto de Barajas a las 9.40 horas, no se obtuvieron los resultados del control hasta las 12.45 horas, cuando el procesado al fin sopló correctamente en el etilómetro de precisión. En la primera prueba practicada dio una tasa de 0,52 miligramos por litro. En la segunda, un resultado de 0,55 mg/l.

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Irene Quirante

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