Las víctimas de la violencia de género tienen que sentir que no estarán solas una vez que deciden denunciar el maltrato vivido. Por este motivo, el Colegio de Abogados de Melilla organizó ayer un taller práctico sobre cómo asistir jurídicamente a las mujeres que interponen una denuncia e intentan iniciar una nueva vida. El evento contó con las intervenciones del inspector jefe del grupo UFAM, Juan Carlos Ruiz, y la abogada y responsable del turno especial de Violencia de Género, Francisca Gómez. Según aseguraron, las denuncias por maltrato en Melilla no suelen ser por lesiones muy graves y, en los últimos años, ha aumentado considerablemente el número de órdenes de protección concedidas a las mujeres que denuncian. Las mujeres que sufren violencia de género tienen que saber que no estarán solas al denunciar a su maltratador e intentar iniciar una nueva vida. Esto es esencial para terminar con una lacra que, a lo largo del pasado 2016, se cobró la vida de 44 mujeres a manos de sus parejas en España. Bajo esta premisa, el Ilustre Colegio de Abogados de Melilla (Icame) celebró ayer un taller práctico sobre asistencia jurídica en el ámbito de la violencia de género.
Para la ocasión, se contó con el inspector jefe del grupo UFAM (Unidad Familiar y Mujer) de Melilla, Juan Carlos Ruiz; además de intervenir la abogada y responsable del turno especial de Violencia de Género, Francisca Gómez. Además de plantear a los asistentes casos prácticos sobre cómo solicitar una orden de alejamiento u otras medidas preventivas, se analizó cómo es la comparecencia en el Juzgado de Guardia y en el Juzgado de Violencia sobre la mujer.
Según declaró ante los medios Ruiz, desde su grupo de investigación se intenta, sobre todo, que las mujeres que denuncian maltrato se sientan apoyadas. «Lo que tratamos es poder expresar no solo lo que vemos, que puede ser un ojo morado o una marca en el cuello, sino plasmar el infierno en el cual ha vivido», exponía en relación a la redacción de los atestados policiales. Según aseguró, describir la hostilidad que han sufrido las víctimas de violencia de género es esencial para que se investiguen los hechos una vez que la actuación ha llegado a los juzgados.
Por su parte, el inspector de la policía afirmó que la casuística de maltrato a la mujer «no es de lesiones muy graves», pese a que los insultos, las vejaciones o los escupitajos ya están tipificados como delitos. Aunque sean difícil de demostrar, como apuntó. En Melilla, por otro lado, se dan muchas situaciones de mujeres atrapadas en un matrimonio del que tienen miedo de huir, pese al maltrato, debido a la dependencia económica o familiar con el maltratador.
Por ello, Ruiz insistió en la necesidad de que las víctimas del maltrato sientan la «empatía» de las autoridades e instituciones una vez que deciden alzar la voz para denunciar el infierno vivido.
“Que no se sientan solas”
Como incidió la letrada Francisca Gómez, la principal labor del turno de asistencia a las víctimas de violencia de género es que «no se sientan solas». Por ello, desde este servicio prestan asesoramiento y acompañamiento desde el momento en el que denuncian el maltrato hasta que finaliza todo el procedimiento judicial. Según expuso, además, redirigen a las víctimas a otros organismos para que reciban tratamiento psicológico, conozcan las ayudas a las que pueden acceder o soliciten casas de acogida en el caso que lo necesiten.
Según estimó, en Melilla se están concediendo bastantes más órdenes de alejamiento que hace algunos años. Explicó que esta circunstancia se debe a que «con la reforma de la ley se obliga a los juzgados a que las concedan en el caso de que haya menores de por medio». Por este motivo, aseguró que «las órdenes de protección son tan habituales como las pidan».
