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¿Por qué abandonan el centro los niños que viven en la calle?

Los menores terminan en la calle con la esperanza de hacer ‘risky’ y colarse a la Península
(Autor: PEDRO ARMESTRE )

Según el informe ‘Rechazo y abandono. Situación de niños que duermen en las calles de Melilla’, publicado ayer por la Universidad Pontificia Comillas, los menores no acompañados viven una realidad paralela a la que les correspondería según las leyes de protección al menor del sistema español. Entre otras conclusiones, el organismo académico apunta a que los niños terminan en la calle por las condiciones de hacinamiento y la discriminación que sufren en el centro de menores de La Purísima. Así, afirma que la Ciudad Autónoma parece no asumir que “los MENA son ‘hijos del Estado español”.

Los menores de la calle son víctimas del rechazo y el abandono. Así se subraya en el informe que ayer hizo público la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), en el que se analiza cómo las leyes de protección a al menor entran en conflicto con la realidad que viven los niños conocidos como MENA (Menor Extranjero No Acompañado) que malviven en las calles de Melilla.
Según indica el estudio ‘Rechazo y abandono. Situación de niños que duermen en las calles de Melilla’, no hay datos oficiales y reales sobre los menores que hay en Melilla o los que han conseguido pasar a la Península como polizones. El informe de la universidad madrileña afirma que, según los datos facilitados por dos de las organizaciones que trabajan más a pie de calle con estos niños, Prodein y Harraga, en las calles de Melilla malviven entre 50 y 100 niños.

¿Por qué viven en la calle?
Para la Universidad Pontificia Comillas, parece claro que las condiciones en las que se da acogimiento a los menores y el trato de hacinamiento que reciben en La Purísima «tiene una relación causa-efecto con las fugas de los menores» que terminan haciendo vida en la calle. Pese a que existe la creencia arraigada de que son los niños los que voluntariamente se dan de baja del centro, apunta, «ellos aducen amenazas y malos tratos». Sin embargo, estas no se investigan por parte de la Consejería de Bienestar Social o la Fiscalía de Menores, según lamenta la entidad académica.
Las condiciones mínimas de salubridad, seguridad y habitabilidad no se dan en el centro, en el que se supera el doble de su capacidad. En consecuencia, los niños comparten camas con otros menores o duermen en colchones en el suelo. Otro de los puntos que se pone de manifiesto es que «no se garantiza el abordaje individualizado» de los chicos, tal y como exige la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor.
Las decisiones durante la estancia de los menores en el centro se toman en función de su comportamiento. De este modo, son señalados como ‘niños buenos’ o ‘niños malos’, lo que condiciona su acceso a servicios básicos como la escolarización o las actividades socioeducativas. Por ello, en el estudio se afirma que los menores no encuentran en La Purísima garantías para ser integrados, sino que «encontrarán muy pocas facilidades y un abordaje que les retraerá o ahuyentará a permanecer en La Purísima». Esto, a su vez, influirá en su desarrollo personal y emocional, según apunta.

Improvisación y discriminación
Entre otras malas praxis, el informe elaborado bajo la dirección de la investigadora Violeta Assiego afirma que no todos los menores son reseñados e inscritos en el registro de MENA, tal y como establece el Protocolo de 2014. Además, señala que el goteo constante de menores que llegan a La Purísima no da lugar a la organización homogénea, según se deduce de entrevistas con los coordinadores del centro, lo que implica que los niños no se reparten en los módulos por edades.
«Tampoco refiere el coordinador que exista un proyecto de intervención en cada uno de los módulos que organice la convivencia educativa integrando diferentes edades. Se improvisa», añade el informe. Asimismo, pone de manifiesto que los chicos escolarizados acuden al colegio Enrique Nieto en horario de tarde y con una entrada independiente, de modo que no coincidan con los niños españoles.

Si no hay documentación, calle
Existe una relación directa entre las dificultades para obtener la documentación y el hecho de que los menores terminen en la calle. «El abandono y la desidia institucional va aparejado al rechazo social que viven los niños desde el primer momento que llegan a Melilla», afirma el informe. Según señala, no es extraño que los niños no acompañados terminen buscando sus propios refugios en espacios construidos en los márgenes de las calles de Melilla, pese a que no implican lugares saludables ni se les ofrecen relaciones exentas de peligros, abusos, consumos de sustancias y extorsiones. «Sin duda, espacios donde los menores están en una total situación de peligro y riesgo, pese a que su integridad es responsabilidad de la Consejería de Bienestar Social y La Purísima».
Por su parte, el informe concluye que no existe una preocupación manifiestamente real por la integridad física, psicológica y moral de los niños que se haya materializado en una intervención psicoeducativa individualizada. «Da la impresión de que a los niños se les deja estar en la calle con la supuesta esperanza de que desaparezcan como polizontes de las calles de la ciudad». Según sostiene la entidad académica, la Ciudad Autónoma no asume que los MENA son «hijos del Estado español», ya que los señala como «hijos de Marruecos a través de múltiples comparecencias públicas». Al respecto, el organismo reivindica que la Convención de los Derechos del Niño y la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor «no distingue de nacionalidades» cuando se habla de menores.

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Irene Quirante

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