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El espacio de Aranda

Aclaración a unas puntualizaciones

Dice el señor Jesús Zan, que me suele leer, que coincide a veces con lo que escribo, y otras no. En este caso en el que yo titulaba: «Autobús de la Desvergüenza», que no de la «la Vergüenza», como él se refiere en el que dice que: «…puede ser ofensivo, si, que no nos guste también, pero mal que nos pese entra en el apartado de la libertad de expresión…». A continuación me hace una pregunta sobre: «…si el ataque a la capilla de la Universidad, aquella de Madrid: arderéis como en el 36, y otras muchas profanando el santo lugar…, tiene cabida en sus escritos para hacer también un artículo y llamar («hijos de puta») a sus autores, entre los que está una concejala de Madrid. ¿Estos son ultra-ateos, señor Aranda. Si lo son dígalo, y que nos pidan perdón. Pregúnteles señor Aranda…».
Como son varias las preguntas, que este señor me pide que se las cuestione yo a esta gente, le digo que ya se las ha formulado él.
Quiere también que le pregunte a Wyoming, «…si alguna vez va a condenar en su espacio televisivo las ofensas al cristianismo, que lo componemos, católicos, ortodoxos, coptos, anglicanos, luteranos, calvinistas, y muchos más, y nos va a pedir alguna vez perdón por lo que nos ofende en un medio que puede que ayudemos a mantener todos…». Y al final me dice: «…que si alguna vez considera que hay que ser ecuánime, y condenar todo género de ofensas, lo manifieste con el mismo ardor, que lo ha hecho hoy».
Pues verá usted, señor Zan: en mis escritos jamás he llamado «hijos de puta» a nadie que se ha manifestado libremente, ejerciendo en ese apartado, que usted dice, de la libertad de expresión, me agraden o no; pero como observo que usted ha confundido, o trabucado, la frase que escribí, le ruego vuelva a releerla con atención. Encabezaba yo el artículo: «Por lo visto existen miles de personas que ya han firmado una carta exigiendo la retirada «inmediata» de ese autobús. En la misiva, dirigida al Ayuntamiento de Madrid y otros organismos políticos, y judiciales, dice que: …es la excusa perfecta para esos acosadores crueles, (yo digo hijos de puta) (sic) que se verán amparados para seguir haciendo imposible la vida a esos pequeños valientes. Personalmente creo que el anuncio en ese autobús, es una agresión a los derechos de los menores transexuales, que algunos «Homos Neanderthalensis Ultracatólicos», les cuesta aceptar la erradicación de esas actitudes tan retrógradas en los tiempos en que vivimos. Con el poder tan «paternalista», que esconden en esas siniestras y oscuras catacumbas, como son los valores de tolerancia, y el respeto a la diversidad (sic), donde algunos les da miedo entrar, creo que es lo único que desean».
Y yo le vuelvo a repetir, corregido y aumentado, que esos pederastas acosadores de menores, aparte de ser unos hijos de puta, son unos cabrones malnacidos, que existen en todas las capas de la sociedad, incluso en la muy cristiana Iglesia Católica, porque haberlos háylos, ¡eh!, como usted bien sabe. También decía yo, que como toda esta gente tan cristiana y tan católica, cuando practican lo que no tiene enmienda, y no suelen usar anticonceptivos, o condones, yo les deseaba a sus mujeres que den a luz muchos hijos, todos cristianos y católicos, y entre los cuales, que haya varios gays y lesbianas.
Señor Zan: desde que la razón hizo su entrada triunfal en mi cacumen, mis mayores, los que me dieron la vida, y los libros, me enseñaron a respetar al desvalido, y al pobre, en nombre de la justicia, pero observo que otros lo piden en nombre de la piedad, que tampoco está mal; siendo esto lo único que me separa de un creyente, al que siempre suelo respetar.
Y hablando de respetos, le pregunto si lo que decía D. Francisco de Quevedo: «… que donde hay poca justicia, es un peligro tener razón». Como sabe, a este gran escritor mucha gente lo ha denostado por sus poemas, y por un librito, algo escatológico, que escribió, titulado: «Gracias y Desgracias del Ojo del Culo», que yo le recomiendo su lectura.
Y como decía en mi artículo, le repito una de las citas apócrifas que se le atribuyen a aquél filósofo francés, Voltaire, como suya es: «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Señor Zan: le deseo que lo pase bien, que sea feliz, deseando a los responsables de ese autobús que sean justos y buenos.

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