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Grandes servidores públicos

Nadie espera de un policía o un guardia civil que haga una reanimación cardiopulmonar, asista a un parto, salve a un niño atragantado con una moneda o ayude a rescatar a dos niños ahogándose en un mar bravo. Pero en Melilla ha ocurrido todo esto en los últimos años, aun con el riesgo de jugársela con la apertura de un expediente si su intento de ayudar salía mal. Afortunadamente, todos estos casos han tenido final feliz porque tenemos la suerte de que nuestros cuerpos de seguridad los integran grandes servidores Melilla puede presumir de tener grandes servidores públicos en sus cuerpos de seguridad. Tanto en la Policía Nacional, como en la Guardia Civil y la Policía Local, hemos tenido ejemplos recientes de cómo algunos de sus efectivos se han excedido de sus funciones para llevar a cabo actos humanitarios impagables. Pero en el caso del oficial de Policía Miguel Noguera, melillense para más orgullo de esta ciudad, la casualidad ha querido que se convierta en héroe dos veces seguidas en apenas un mes.
Ni él mismo se lo podía creer ayer cuando poco después de ayudar a salvar la vida a un chico, relataba lo sucedido a MELILLA HOY. Cuando se dirigía a la estación marítima para ir a su puesto de trabajo, se encontró en el centro con que un joven estaba en apuros, al borde de la pérdida de conocimiento, y que poco después entró en parada cardiorrespiratoria. No fue el único que se movió para ayudar al chico, pero su actuación fue determinante para que hoy estemos contando la historia con final feliz.
El agente, que estaba fuera de servicio, no dudó en acudir corriendo a echar una mano cuando vio que algo estaba pasando, sin saber a ciencia cierta qué ocurría. Al acercarse, comprobó que había alguien desvaneciéndose y que una mujer que estaba al lado ya pedía una ambulancia. Mientras llegaban los profesionales sanitarios, empezó a aplicar sus conocimientos de primeros auxilios y logró sacarle la lengua para evitar que se terminara ahogando con ella. También tuvo la idea de reclamar ayuda en la clínica sanitaria que había al lado, de la que salieron rápidamente una doctora y una enfermera que, junto con el policía, practicaron una reanimación cardiopulmonar e incluso una descarga con un desfibrilador hasta que llegó el 061, que se encargó de terminar con la reanimación y trasladar al paciente al hospital, donde se recupera en la UVI.
Lejos de buscar ponerse la medalla de quién consiguió devolver el pulso al joven, como ayer lamentablemente algunos trataban de hacer en las redes sociales, lo importante en esta historia es la actitud de quien sin tener nada que ver con el mundo sanitario ha puesto todo lo que estaba en su mano para intentar ayudar a alguien a que no perdiera la vida. Y en el caso de ayer, con más mérito, puesto que hacía justo un mes que había hecho lo mismo con un hombre que estaba sufriendo un infarto y al que consiguió reanimar antes de que llegara la ambulancia. Nadie espera de un policía o un guardia civil que haga una reanimación cardiopulmonar, asista a un parto, salve a un niño atragantado con una moneda o ayude a rescatar a dos niños ahogándose en un mar bravo. Pero en Melilla ha ocurrido todo esto en los últimos años, aun con el riesgo de jugársela con la apertura de un expediente si su intento de ayudar salía mal. Afortunadamente, todos estos casos han tenido final feliz porque tenemos la suerte de que nuestros cuerpos de seguridad los integran grandes servidores públicos muy comprometidos con los demás, yendo más allá de lo que sus uniformes les exigen. Por eso y mucho más, enhorabuena a Miguel Noguera y a todos los agentes que han demostrado alguna vez que son auténticos héroes.

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