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El Santo Oficio

La rebelión del inquisidor

Krzysztof Charamsa, sacerdote polaco, oficial de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (Santo Oficio), inquisidor, teólogo y gay según su propia confesión. En la línea 4 de su libro La Primera Piedra escribe: «Narciso es al amigo secreto de todos los gais, como yo». Maneja la acusación con precisión y contundencia de inquisidor. Su formación teológica se nota por cualquier parte del libro. Dirige la escritura hacia donde él quiere y lapida a La Iglesia, de la que formaba parte, sin descanso.
A veces resulta algo disperso porque el frente de ataque es demasiado amplio, y también ingenuo, porque después de las 95 tesis de Martín Lutero (de las que se cumplen ahora 500 años), resulta imposible decir algo sorprendente y nuevo en contra de La Iglesia. Sin embargo, el ex inquisidor Kryzsztof Charamsa lo consigue, lanzando dos finos dardos teológicos.
El primero se dirige hacia Pablo, al centro mismo de la teología paulina y su extraña frase de la 2ª epístola de Corintios: «Y para que no me llene de soberbia, fueme dado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás, que me abofetea». Aluda a lo que aluda la frase de Pablo, no restaría valor a su obra teológica una supuesta condición homosexual. Aunque en esos tiempos, como reconoce el propio ex oficial de la Doctrina de la Fe, las relaciones sexuales entre hombres ni siquiera eran consideradas como homosexualidad.
El segundo dardo alcanza de lleno a una de las frases más conocidas de la Liturgia romana: «No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». La lectura, en clave homosexual del pasaje de Lucas, en el que narra la relación del centurión romano y el siervo por el que sentía un espacial afecto, resulta sorprendente. El que esto fuese así, tampoco desmerecería a ninguno de los intervinientes, ni a la acción del propio Jesucristo, que cura al sirviente, y afirma del centurión que es el mayor ejemplo de fe que ha conocido hasta ese momento. El ex inquisidor habla abiertamente pero también en clave.
El libro es una justificación personal de principio a fin, y una auto exculpación no necesaria, porque nadie es mejor o peor por su condición sexual. Para ello recurre a un método algo pueril y naif, en sus propias palabras, que es extender la condición homosexual de la Curia romana y de todo el clero hasta un 50%, en una hipérbole indemostrable, por parte de quien afirma no preocuparse por la orientación sexual de los demás.
Por lo que cuenta y deja entrever, ha sido un buen sacerdote, y también una buena persona en sus tiempos de clérigo y profesor católico, independientemente de su condición sexual, que no necesita ser justificada, aunque él lo hace de modo constante. La fe, la creencia y la calidad humana no se ven afectadas, ni positiva ni negativamente, ni tienen nada que ver con eso. Su expulsión del Santo Oficio, solo se relaciona con su ruptura pública del celibato, al manifestar al Prefecto de Doctrina de la Fe que estaba enamorado y que tenía pareja. El resultado hubiese sido igual de haber presentado a una mujer como su pareja, ante las autoridades vaticanas.

Entre el lobby gay y la heterodictadura
Benedicto XVI afirmó en una ocasión haberse sentido acosado por el lobby gay del Vaticano y Krzysztof Charamsa denuncia la heterodictadura homófoba de la Santa Sede, en cuya cúspide sitúa a su otrora admirado cardenal y Papa Joseph Ratzinger. Ambas afirmaciones, diametralmente opuestas, se anulan o se confirman la una a la otra. Por otra parte, el ex inquisidor afirma en hipérbole que el 50% de la Curia romana, así como el clero, es de condición homosexual. Esto tampoco supondría problema moral alguno, porque rige la obligación del celibato, no observado con demasiado rigor en la sede apostólica según el ex oficial de la Doctrina de la Fe, porque él mismo confiesa haber mantenido una relación sexual con otro sacerdote, al que reprochó «no haber disfrutado del pecado mortal, por sus prejuicios eclesiásticos». También escribe que un cardenal curial afirma «ser un padre feliz».
Más que piedra, el libro es la honda de David contra La Iglesia, de la que formaba parte y a la que ahora califica de falsa, hipócrita, homófoba e incluso gay. Las antítesis son constantes y el relato viene y va de forma constante. La precisión en el apedreamiento del ex oficial del Santo Oficio es rigurosa, y si descubre algún lugar no suficientemente lapidado, vuelve sobre él.
En su desvinculación con La Iglesia llega al extremo de visitar la tumba de Santo Tomás de Aquino en Tolosa, al que considera: «el principal responsable del biologismo que ciega la concepción e interpretación del sexo en la Iglesia Católica», para separarse definitivamente de su teología. También compara la Congregación a la que pertenecía con el KGB soviético (está muy condicionado por sus vivencias en la Polonia comunista y posterior estado clerical católico)., pidiendo al Papa la desaparición total de esta Congregación, a la que pertenecía.

Las verdades del inquisidor
Krzysztof Charamsa cuenta muchas verdades, pero ocurre que muchas ya las sabíamos los que nos encontramos en este lado. La sociedad patriarcal y machista es homófoba, pero sobre todo es misógina. La Iglesia recoge el pensamiento político y social imperante y evoluciona con él, no todo lo deseable, eso también es cierto. La Iglesia ha sido muy hipócrita, por utilizar sus palabras, pero todo esto y muchísimo más, fue escrito y denunciado por Martín Lutero en sus 95 Tesis hace ya 500 años.
Qué el celibato eclesiástico es una etiqueta, que la Congregación para la Doctrina de la Fe se dedica a cotilleos, o a debatir si un médico surafricano puede o no masturbarse para una prueba de infertilidad, no lo sabíamos, pero sí lo intuíamos. Qué en la Sagrada Congregación tiemblan hasta las vigas cuando el Papa Francisco lanza alguna de sus afirmaciones doctrinales también es conocido. Lo leemos todos los días en las mil páginas dedicadas a llamarle hereje.
Es absolutamente cierta la persecución de los homosexuales, pero sobre todo en el mundo anglosajón y protestante caso de Alan Turing, el padre de la informática, que se suicidó en 1954 tras ser procesado por su homosexualidad. Alemania derogó la Ley contra la homosexualidad en 1969 y legisla ahora la anulación de las condenas. Los peores episodios de violencia homófoba se han dado en Estados Unidos. La inquisición fue más brutal en territorio protestante. El mundo católico romano ha sido hipócrita, de doble moral en este sentido, pero está avanzando más rápido con la promulgación de leyes que equiparan a todas las parejas, sean de la condición que sea. Lo que es seguro, es que el mundo dejará de ser antes homófobo que misógino.

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