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Atril ciudadano

Domingo de Ramos

Domingo de Ramos, umbral de la Semana Santa,cuando ya se perciben los perfumes de las flores primaverales, nos señala el principio del fin, un principio triunfal como Hombre, para llegar al más sublime de los finales, como el Hijo de Dios. El domingo más celebrado por los niños y todos conservamos recuerdos entrañables. El Domingo de Ramos, Melilla se echa a las calles para contemplar la procesión más alegre y familiar de todas, Jesús, a lomos de una pollinica, entra triunfalmente, vitoreado y aclamado.

Las madres visten a sus hijos, ataviados de época, como aquellos niños hebreos, con sus palmas y olivos, y suben a la Medalla Milagrosa. Esperan en la puerta de la Casa de Hermandad, bajo el retumbar de tambores de las bandas de la Cofradía y la del Tercio de la Legión,Hermanos Honorario de la Cofradía. Están inquietos. Las puertas, se abren y en su interior se vive una auténtica explosión de júbilo. Se desbordan las emociones acumuladas durante todo un año, se añora a quienes ya no están, se proyectan recuerdos de tu niñez, se vive intensamente estos momentos. Jesús, entra en Melilla, de forma humilde, montado en una borriquita y rodeado por los más sencillos, los niños de nuestra cofradía, llevando palmas y ramos de olivos, queriendo imitar aquel primer Domingo de Ramos. Las Cofradías de Melilla, también quieren estar presentes, acompañando a Jesús. A Jesús, le sigue su Madre, María Sta. de Esperanza, de palio verde, color de su gloria, con el alegre repique de sus bambalinas.En la Esperanza fuimos salvados, sin esperanza, no tendremos fuerzas para levantar el paso. Por ello el cofrade, tiene que ser, necesariamente, un hombre de esperanza.
¡Vayamos todos, niños y mayores, a recibir a Jesús!,
dejemos que entre en nuestros corazones.

Es día de fiesta y regocijo, de diversión infantil, tierna e inocente. Los niños que contemplan desde las aceras, descubren con ojos expresivos y miradas delicadas, a un Jesús montado en una borriquita y a unos niños en torno a Él. Que Jesús en la Pollinica nos bendiga, y María Sta. de Esperanza nos acompañe y guíe nuestra vida cofrade. Es emocionante ver a Jesús en la Pollinica, con el suave tintineo de sus campanitas de la ilusión, y a María Sta. Esperanza, entrando en el parque Hernández, parece su propio ambiente natural. El movimiento rítmico de las palmeras, marcando el paso, con el batir de palmas y olivos, a los sones del himno cantado "El Novio de la Muerte", por la banda del Tercio y una sección de legionarios, que escoltan a la procesión, hace que la emoción fluya de nuestros corazones. Todos estamos allí, acompañando a Jesús, Melilla convertida en Jerusalén. En este pórtico de nuestra Semana Santa, estamos todos invitados a coger a Jesús en nuestro corazón, con palmas de amor y olivos de gratitud, por la salvación que nos viene de Dios.

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