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Los padres de Marina, la primera niña trans de Melilla: “Ahora se expresa tal y como es”

Los padres de Marina, María y Fidel, comparten con MELILLA HOY la historia de su hija

Fidel y María son los padres de Marina, la primera menor trans de Melilla. La pequeña tiene siete años, pero con sólo dos y medio ya manifestaba en casa que, en realidad, era una niña. Su familia asegura que las primeras señales llegaron cuando aún estaba en la cuna, con ocho meses de vida. Sin embargo, su tránsito comenzó en febrero del año pasado, cuando Marina habló con su madre para contarle cómo se sentía. Los padres cambiaron su nombre en el registro y hablaron con el colegio para abordar la situación. Según afirman, el respaldo recibido ha sido fundamental para la felicidad de su hija. «Ahora sí se expresa tal y como es». Marina tiene siete años. Tiene unos padres, María y Fidel, que están muy orgullosos de ella. Al igual que su hermana, Teresa, de diez años. Marina es la primera niña transexual de Melilla. Según cuentan sus padres a MELILLA HOY, desde la cuna ya daba muestras de ser muy especial. Pero a los dos años y medio, ella ya lo dijo alto y claro: «Soy una niña».
Los padres de la pequeña recuerdan ahora todas aquellas manifestaciones que hacía Marina y que, entonces, no sabían muy bien cómo interpretar. Ahora se ríen porque todo ha cobrado sentido. Cuando sólo tenía ocho meses de vida, comparten María y Fidel, la pequeña sentía una atracción indescriptible por el cabello de las mujeres. «No era normal la fascinación con la que me miraba el pelo, o a mi suegra o cualquier mujer de la familia», dice María. En ese momento no le dieron importancia, pero fue la primera señal de que Marina es una niña trans.
Fidel y María siempre han procurado que sus dos hijas se expresen libremente. Cuando vieron que Marina rechazaba los juguetes de niño que le trajeron los Reyes Magos, con dos apenas dos añitos, decidieron que le regalarían las cosas que le hicieran ilusión. Le encantaban los juguetes de su hermana. «Yo pensaba que tendría que ver con que quisiera imitar a Teresa, como se llevan poco tiempo», explica la madre.
Con solo cuatro años, la niña ya decía que se llamaba Marina. Se grababa vídeos con el iPad o el Smartphone de sus padres en los que se presentaba con ese nombre. «Nos lo tomamos como un juego», reconocen los padres, que entonces no imaginaban que su pequeña pudiera ser transexual. «Al principio es que era muy chica, yo pensaba que ya se le pasaría. Más tarde llegué a la conclusión de que probablemente sería gay», se acuerda Fidel.

El tránsito de Marina
Hasta hace poco más de un año, a la pequeña seguían llamándola con el nombre que le asignaron al nacer. «No nos gusta usarlo porque creemos que puede hacerle daño», aclaran sus familiares. El tránsito comenzó en casa en febrero del año pasado, cuando Marina, con solo seis años, le dijo a su madre que necesitaba hablar con ella. «Mamá, tengo que decirte algo. Soy una niña. Quiero ser una niña», rememora María emocionada. «Yo le dije que no se preocupara, que mamá y papá la íbamos a ayudar».
Lo primero que hicieron los padres fue buscar información. Así dieron con Chrysallis, la asociación de familias de menores transexuales. Pese al miedo que sentían en ese momento por el temor a que su hija pudiera sufrir, sabían que no sería feliz si no podía ser ella misma. El apoyo y las herramientas que recibieron de la asociación fueron esenciales para que la familia se enfrentara a la transexualidad de su pequeña. También pelearon para que se le cambiara el nombre en el registro: «Esto es muy importante para que se sienta bien con su identidad».

Ausencia de protocolos
Aunque en casa ya podía ser quien es, en el colegio seguían llamándola con su nombre registral. Esta situación hacía mucho daño en la pequeña. Fue en mayo cuando los padres de Marina acudieron al CEIP Anselmo Pardo para informar de la situación de su hija. «Recibimos mucho apoyo. Nos dijeron que no habría ningún problema. Lo malo es que, al ser el primer caso en Melilla, no existían protocolos al respecto. Tenían que hablar con la Inspección, con la Dirección Provincial del Ministerio de Educación porque tampoco sabían cómo afrontarlo», rememora Fidel. Eso fue lo peor, dice, porque Marina todavía no podía expresarse en el colegio como quería. «Un día vimos que la pobre ya no podía más. Nosotros le pedíamos calma, pero no podía más. Lo comunicamos al colegio y, con ayuda de las pautas de Chrysallis y la colaboración de todos, seguimos con el tránsito».
Ni Marina ni su hermana Teresa acudieron al colegio el pasado 16 de mayo. Fueron a que la pequeña se hiciera los agujeros de los pendientes y se comprase la ropa con la que se sentía ella misma. «Fue tan bonito… estábamos tan felices», recuerda María.
Ese mismo día los profesores explicaron a los alumnos la situación de la pequeña trans. «Pero si nosotros ya sabemos que es una niña», respondieron algunos de sus compañeros. Los estudiantes recibieron la noticia con entusiasmo y normalidad, al igual que los padres del centro. El día siguiente también fue muy especial para la familia. Todo fueron reacciones de apoyo y de alegría: «A Teresa le felicitaron por tener una hermana. Y Marina llegó del colegio súper contenta». Con alivio, los padres cuentan que desde entonces Marina es mucho más feliz. «Ahora se expresa tal y como es», afirman.

“Es una niña muy feliz”
María y Fidel aseguran que sus hijas le han enriquecido más de lo que podía llegar a imaginarse jamás. Desde su propia experiencia, se han propuesto visibilizar que existen niñas con pene y niños con vulva. «Son pocos, pero existen y no pasa nada, no tiene nada de malo», sostiene Fidel. «La transexualidad no es ninguna enfermedad, sin embargo, la transfobia sí que lo es», agrega María.
Marina ahora mismo está bien como está. «A día de hoy, ella no tiene ningún problema. Si el día de mañana no se siente cómoda y se quiere operar la apoyaremos», comparte Fidel. Ella no ha nacido en un cuerpo equivocado, como muchas veces se suele afirmar cuando se habla de la transexualidad. «Marina, como muchas niñas, tiene pene y es muy natural», aclara María. “Es una niña muy feliz”, garantizan los padres.

Una ley trans
Al contrario que otras comunidades, como Andalucía o el País Vasco, en Melilla no existe ninguna ley en la que se recojan los derechos de las personas transexuales. «Lo que nos gustaría es que hubiera una ley estatal en la que todos los padres con hijos trans puedan cambiar el nombre y tener los derechos que tienen los demás niños», reclaman Fidel y María.
Según recalcan, es muy importante que se les reconozca quienes son realmente. «El gobierno se dará cuenta de que es necesario que se apruebe para que cada persona pueda ser quien es», sostienen los padres de Marina.

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Irene Quirante

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