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José Luis García pide a la Soledad que proteja a los militares melillenses en misiones

En el pregón de desagravio a la Virgen de la Soledad, José Luis García Sánchez, pidió a la Señora de Melilla que cubra bajo su manto y proteja «a los militares melillenses desplazados en misión, para que pronto puedan reunirse con sus familias». No olvidó tampoco pedir su protección para todos los que sufren y para volver la cordura a aquellos que «utilizan la religión para cometer» atentados. La salida procesional de la Virgen estuvo arropada por Melilla, que marcó su camino con velas y con las palabras del portavoz de la Junta Joven, Antonio González Guzmán, que dejó de manifiesto que ella nunca estará sola. A las once de la noche del Viernes Santo melillense, el que fuera hermano mayor de la Cofradía de la Soledad, Manuel Jiménez, procedió a realizar la llamada a las puertas del templo del Sagrado Corazón para que el templo arciprestal se abriera y permitiera a la Señora de Melilla iniciar su estación de penitencia. Se repetía de esta forma la imagen de aquel Viernes Santo de 1980 cuando la Virgen de la Soledad volvió a salir en procesión por las calles de Melilla posibilitando la recuperación de la Semana Santa melillense. Se ponía fin a la paralización decretada por el Obispado de Málaga en 1973.

Junta Joven
La virgen completó su triste recorrido por las calles de su ciudad, atravesando el angosto callejón que lleva su nombre desde 2001 que, un año más, apareció alfombrado por el bello diseño confeccionado con serrín de colores por los jóvenes de la Cofradía. Los costaleros colocaron uno a uno, en la pequeña hornacina, a modo de ermita de la virgen en esa calle, claveles de color blanco, formando un gran corazón. Asimismo, algunos de los presentes tuvieron la ocasión de acercarse al trono e incluso meterse debajo y sentirse portador durante unos segundos.

Un gentío se apiñó en las inmediaciones del estrecho Callejón de la Soledad para ser testigos de todo cuanto acontecía. En esta ocasión fue Antonio González Guzmán, cofrade, estudiante de medicina y un trabajador incansable en favor de nuestra Semana Santa, el encargado de dar lectura a la carta de la Junta Joven de la Cofradía, a la virgen. Aunque afirmó con modestia no reunir los méritos para hacerse cargo de esta responsabilidad, sí que dejó claro que no iba a desperdiciar la ocasión de acompañar a la Virgen en su soledad. Explicó que pasó su infancia sentado «en la acera con una vela encendida esperando a que llegaras cada Viernes Santo» y no fue hasta hace unos años cuando un grupo de amigos le ofrecieron unirse a la Junta Joven, «esa que me acogió como uno más; esa que trabaja con ilusión y entrega para que esta noche camines sobre esta alfombra hecha de amor y fe, en el callejón que lleva tu nombre. La misma junta que, cada año, se convierte en familia durante una semana».
«No mereces este dolor, mi Soledad. No hay madre en el mundo que merezca ver lo que viste. Nuestra Señora de la Soledad, mira a tu alrededor. Mira este callejón donde no cabe un alfiler. Mira como tus hijos, sea cual sea su condición, quieren sentir tu peso sobre sus hombros. Quieren hacerte sentir que están contigo, que la fe y la devoción del pueblo de Melilla siempre te acompañarán. Que cada una de las velas que iluminen esta oscura noche, es un alma que vibra por ti», afirmó.

Pidió además a la Soledad que interceda por aquellos que «sufren, aquellos que conviven con las guerras y por los que huyen de ellas. Porque empiecen a amar los que tanto odian, y porque empiecen a perdonar los que nada olvidan. Por la convivencia de nuestras culturas, para que nos muestres la senda basada en el amor al prójimo». Asimismo oró por los jóvenes cofrades,» para que nos ayudes a llevar el espíritu cristiano en nuestras vidas el resto del año». «Madre, comprendemos tu dolor, déjanos acompañarte en él ahora. Porque debes saber, Virgen de la Soledad, que esta noche no dejaremos que estés sola», rubricó el pregonero.

Desagravio
El silencio de la noche se rompe con las saetas a la Virgen que buscan acompañarla en su dolor. Ella entra silenciosa y sola a una oscura Avenida, donde un río de cirios parece marcarle las orillas del camino a seguir, mientras un tambor destemplado quiere ahogar las lágrimas de la Madre. A las doce y media de la noche, en la oscura noche melillense y envuelta en un mar de luciérnagas, la virgen recibe frente la tribuna de autoridades y la fiscalía el acto de desagravio, el pregón del perdón que en nombre de los melillenses le ofreció José Luis García Sánchez, componente de la Junta de Gobierno de la Cofradía de la Soledad y persona muy significada en la Semana Santa de Melilla.

El pregonero se dirigió a la Señora de Melilla para, en nombre de todos, pedirle perdón porque «nadie hizo nada para evitar la muerte de tu hijo». «¡Cuánto dolor y Soledad el de una madre que pierde a su hijo, cuanta tristeza, cuanta amargura, cuanto llanto, pero convencido de que su muerte no fue en vano ya que murió por la salvación de todos los hombres», afirmó.
«¡Soledad no estás sola!», afirmó convencido y el ejemplo es cuando entra en su Callejón, «esa lluvia de pétalos de rosa que desde los balcones arrojan a tu paso, cuando pisas esa alfombra que los jóvenes de la Cofradía con tanto esmero y tesón han preparado para ti, y veo a esas caras que año tras año se repiten, que esperan tu llegada, aferrándose a esa oportunidad para meterse bajo tu manto y sentirte en sus hombros». Después, en la Avenida a oscuras, «iluminando tu camino las velas de los melillenses que te acompañan esta noche, contemplan tu rostro, tus lágrimas, y ese corazón roto por la muerte de Jesús, te miro y veo dolor, no veo rencor en tus ojos, ni rabia, ni ira sólo veo amor, amor que nos dio tu hijo, ese amor es paciente, es bondadoso».

Por ello le pidió a la Señora de Melilla que la paz «sea una realidad en los países con conflictos bélicos y no sólo sea una palaba vacía de contenido». Éste año, en especial le pidió que cubra bajo su manto y proteja «a los militares melillenses desplazados en misión, para que pronto puedan reunirse con sus familias». «Acoge también Señora, a esos inmigrantes que vienen con la ilusión de un mundo mejor, a los pobres, a nuestros mayores, a los desahuciados, a los enfermos, a los que pasan penuria para poder vivir, a los desamparados, haz que tu amor nos haga a todos más misericordiosos con ellos», oró. No olvidó, en el desagravio, pedir a la Virgen que irradie su bondad y perdón en «las víctimas de cualquier tipo de violencia o atentado terrorista, y más a los que utilizan la religión para cometerlos, con la esperanza puesta que no se cometa ninguno más».

Finalizada la oración del pregonero, volvió el silencio a la noche melillense, roto sólo por el tambor que acompañó a la Soledad en su mar de diminutas luciérnagas hasta volver a su templo, al Sagrado Corazón, cerrando así la triste noche del Viernes Santo, pero con el corazón esperanzado y listo para la noticia feliz de este Domingo de Resurrección en el que su Hijo, el Salvador, traerá a la Humanidad la buenanueva de la vida eterna.

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Jesús Andújar

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