Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

La Virgen de la Piedad enmudece a su paso a los melillenses que arropan el Viernes Santo

A pesar del éxodo vacacional que ha dejado Melilla prácticamente huérfana, los que sí han preferido quedarse a vivir su Semana Santa, se volcaron en apoyar las salidas procesionales del siempre sobrecogedor Viernes Santo, el día en el que la Viren de la Piedad lleva a cabo su estación de penitencia. El trono salió portado sobre los hombros de hombres y mujeres anónimos que cubrían sus rostros con terceroles negros. También y como viene ocurriendo desde 2014, el Cristo de la Buena Muerte salió en procesión precediendo a la dolorosa madre. A las nueve menos cuarto de la noche se abrían las puertas de la parroquia Castrense para permitir a la Cofradía del Humillado realizar su estación de penitencia. Abrió el camino, tal como viene ocurriendo desde 2014 con ocasión del 25 aniversario de la Cofradía, el Cristo de la Buena Muerte. La cruz la portan integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de la Casa de Ceuta, que tiene la consideración de hermano mayor de honor desde 2010. El cristo legionario ha pasado a convertirse en un aliciente más de la noche del Viernes Santo en la estación de penitencia de la Cofradía del Humillado, la más joven de las agrupaciones melillenses. La Piedad Seguidamente abandonaba el templo el trono de María Santísima de la Piedad, obra de los maestros imagineros José María Jiménez Guerrero y Diego Fernández Rodríguez. Y lo hizo con la fuerza de los portadores, hombres y mujeres, que con la cabeza cubierta han contribuido, como el resto de melillenses que se han volcado con el resto de cofradías durante estos días, a que la Semana Santa melillense siga viva. Pero antes, el difícil momento de lograr que el trono supere el dintel de la puerta, por lo que es preciso ponerse casi de rodillas y evitar que la virgen o la cruz, puedan engancharse. Una vez en el exterior y tras ser recibida la dolorosa madre por los aplausos de los presentes, se izó la Cruz que completa el trono y que este año luce un nuevo sudario donado por María Victoria Gómez Nicasio. La Cofradía hizo entrega a tan generosa cofrade, de un reconocimiento por su apoyo constante al Humillado y la Piedad. Una vez en la calle se iniciaba la salida procesional de la Piedad. Pero la virgen, vestida con el traje de terciopelo negro que estrenara hace ocho años, donativo de un cofrade, sólo tenía ojos para el hijo muerto que sujetaba en su regazo. El rostro descompuesto, las manos fijas en el cuerpo de la carne de su carne maltratado, las lágrimas mudas bañando sus céreas mejillas y el hijo, ingrávido, muerto, sangrante, que parece buscar el refugio del pecho materno en el que de niño siempre encontró consuelo. Delante de ella, de la madre doliente, el trío de música Orfeus que acompañó con su música de cámara todo el desarrollo de la estación de penitencia. Detrás, un tambor destemplado marcó el caminar. Los Tercios que acompañaron a la virgen lucieron túnica y capuz en raso negro, guantes blancos y calzado negro, así como capa, cinto y manguitos de color azul. El dolor de la madre que porta a su hijo muerto en los brazos sobrecoge al numeroso público asistente a pesar del éxodo vacacional. Unos callan, otros charlan animadamente y otros siguen atentos el discurrir de este paso que rememora uno de los momentos más duros de la pasión de Cristo. Los melillenses acompañan a María en tan triste momento y a la altura del Sagrado Corazón, los costaleros de la Cofradía de la Soledad, reciben a la Piedad a la que ofrendan un Ave María sencillo y cálido. Delante de la virgen, en su estación de penitencia, el bacalao con el escudo de la Cofradía, una sencilla cruz, y dos jóvenes que portan sobre cojines la corona de espinas y los tres clavos que sujetaron a Cristo en la Cruz. Detrás, los hermanos mayores. Las saetas (de Isabel Navarrete), acunan a María a su paso por la Avenida, donde Melilla sí se echó a la calle para arropar su Semana Santa. Tras la estación de penitencia, el Cristo de la Buena Muerte y la Piedad de Melilla, regresaron al cobijo de la recoleta parroquia Castrense, su santuario y lugar de descanso. Los hombres y mujeres de la Cofradía se abrazan felices, cansados y satisfechos por haber podido cumplir con su cita anual en las calles de su multicultural ciudad.

Loading

Jesús Andújar

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€