Brain Mohamed Mohamed. Este es el nombre del agente de la Guardia Civil que en la mañana del pasado domingo arriesgó su vida para salvar la de otros, como eran la de varios jóvenes que estaban atrapados en una cueva en llamas cercana al Puerto junto a la Ensenada de los Galápagos. El delegado de Gobierno, Abdelmalik El Barkani, le recibió ayer en su despacho para contar de primera mano la actuación y reiterarle sus felicitaciones por la intervención que impidió una tragedia. «Cuando me decía el Mena llorando que todavía quedaban dentro personas, que se estaban muriendo, no lo pensé y me metí». Así responde Brain Mohamed Mohamed, cuando es preguntado por si pensó en los peligros que suponía introducirse en una cueva en llamas y con gran cantidad de humareda.
El agente de la Guardia Civil, que fue recibido ayer por el delegado de Gobierno Abdelmalik El Barkani, asegura que no le dio tiempo a pensarlo y la tristeza del primer chico al que salvó le llevó a entrar para rescatar a otros dos.
El guardia civil valoró positivamente el encuentro con El Barkani, en el que le fue explicando detalle por detalle la actuación realizada el pasado domingo. Así, el agente relató que tras recibir un aviso de la Comandancia de que un agente de paisano había presenciado cómo un grupo de cinco menores migrantes habían roto la luna de un vehículo, se desplazaron hasta la cuesta de la Alcazaba para saber lo que había ocurrido.
Tras conocer los detalles, varios agentes se acercaron hasta las cuevas, una zona que admite Mohamed, se conocen dado que no es la primera vez vigilan este lugar. «Me llamó la atención que en una de las cuevas se veía una pequeña luminosidad de una hoguera y al acercarme vi que cuatro menores salían corriendo».
El origen: el fuego en recipiente metálico
El guardia civil se acercó hasta la cueva donde localizó un recipiente metálico donde habían hecho una «pequeña hoguera» y al salir corriendo, cuenta el agente, la habrían volcado, cayendo así en un colchón de goma espuma. Material, que recalcó el agente, se prendió enseguida dado que «es como la gasolina» y seguidamente ya empezaban a salir llamas.
Asimismo, el guardia civil bajó de la cueva para intentar localizar a los menores que habían salido corriendo y cuando miro hacia arriba, lo que era una llama se había convertido en fuego y había aumentado. «Se me pasó por la cabeza de que dentro pudiera haber menores y subí otra vez».
Mohamed cuenta que al principio no había mucho fuego y que no tuvo muchas dificultades para entrar aunque había «mucho humo negro debido a los colchones pero pude sacar a un niño». El guardia civil lo auxilió y le preguntó si habían más personas dentro: «llorando y gritando me dijo que quedaban cuatro y que se estaban asfixiando».
El agente bajó de la cueva para alertar a los Bomberos, pero la incertidumbre de cuánto podían tardar y si iban a poder llegar a tiempo, hizo que el agente sin pensarlo dos veces se metiera en la cueva. «Dada la gravedad y el peligro que corrían los menores accedí dentro y entre la humareda cogí a dos que estaban en el suelo y los arrastré a la salida como pude».
Mohamed intentó auxiliarlos viendo que tenía quemaduras en las piernas y que no podían respirar por lo que les quitó el cinturón a uno y una bufanda que llevaba puesta el otro. «Cuando subí le pregunté en su idioma, porque no sabía el castellano y me dijo que quedaban dos más y justo llegaron los bomberos».
Intervención difícil para los bomberos
El guardia civil cuenta que una vez llegaron los bomberos consiguieron apagar el fuego pero «les costó bastante» sacar a los otros dos jóvenes que, señala, «estaban inconscientes». Y es que según indicó Mohamed «la cueva tiene dos metros de entrada y después gira a la izquierda y los dos menores estaban en el fondo».
