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Acusado por “tocamientos en el pecho” a una interna de la residencia de mayores

Los hechos denunciados ocurrieron en el hall de la residencia

El Ministerio Público pide dos años y medio de prisión para un trabajador de la residencia de mayores al que una interna denunció por «tocamientos en el pecho» en contra de su voluntad. El procesado por el presunto delito de abuso sexual negó los hechos y afirmó que ni él ni la anciana tenían «culpa de nada», sino que su acusación estaba directamente relacionada con la «inquina personal» de la directora de la residencia. Una trabajadora del centro afirmó que vio al hombre tocando el pecho de la residente. Un trabajador de la residencia de mayores se enfrenta a la posible pena de dos años y medio de prisión. Según le denunció una interna, el hombre se intentó sobrepasarse con ella haciéndole «tocamientos en el pecho». Estos hechos habrían tenido lugar el 26 de agosto de 2015 en el ‘hall’ del mismo centro de ancianos.
Según se defendió el acusado, que lleva 24 años trabajando como ordenanza en la residencia de mayores, «en ningún momento» tocó el pecho de la anciana interna. Explicó que se trata de una mujer «que no está bien de la cabeza» y que suele «hacer tocamientos» al personal de la residencia porque «es como una niña chica». Al respecto, expuso que en el momento de los hechos, él se encontraba atendiendo a otro residente del centro mientras que la denunciante «no paraba de importunarme».
Entonces, siempre según su versión, se dirigió a la interna para tratar de apartarla: «Solo le dije que se estuviera quieta, que era muy pesada», aseguró el procesado, incidiendo en que lo hizo sin que se estableciera ningún tipo de contacto físico.

Tocamiento “muy fuerte”
La anciana, que acudió a la vista en compañía de su hermana, que es su tutora legal ya que tiene un 75 por ciento de minusvalía, declaró que el procesado le tocó los pechos «muy fuerte» y que no lo hizo de forma accidental. Según dijo, esto ocurrió en el bar de la residencia.

Testigos de la residencia
Por otro lado, una trabajadora social del mismo centro aseguró que presenció los hechos cuando salió de su despacho. Fue entonces cuando escuchó a la anciana gritando en el hall «No me toques, no me toques», y se giró hacia donde estaban ella y el acusado, siempre según su versión. «Yo vi cómo le tocaba, él tenía la mano en el pecho y ella trataba de protegerse», manifestó. «Él no la estaba apartando», afirmó la mujer.
El conductor de la residencia también prestó declaración. Según dijo, él se encontraba de espalda al procesado y la interna, por lo que no pudo ver los hechos. «Yo escuché a la señora diciendo ‘No me toques, no me toques’. Entonces me di la vuelta y vi que él tenía las manos levantadas. No vi que la tocara», testificó el hombre.
Otros dos empleados del centro declararon en la vista, pese a que no presenciaron los hechos sobre los que giró el juicio. Según apuntaron, la denunciante es una mujer a la que «le gusta mucho hacer tocamientos» a los trabajadores de la residencia y que gasta muchas bromas porque «le gusta mucho el cachondeo», aunque aseguraron que los empleados «no se lo tenemos en cuenta».

“Inquina personal”
Tras escuchar todas las versiones, la fiscal manifestó su intención de mantener la petición de sentencia condenatoria. La defensa, por su parte, reclamó la sentencia absolutoria para su representado alegando que no había quedado probado que existiera un contacto directo o tocamiento ni tampoco que este se hubiera producido con ánimo sexual.
Fue al ejercer su derecho a la última palabra cuando el acusado aseguró que «toda esta situación se debe a la persecución» hacia su persona de la directora de la misma residencia. En este sentido, insistió en que ni la interna ni él tenían «culpa de nada», sino que todo venía motivado por la inquina personal de la responsable del centro.

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Irene Quirante

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