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El rincón de Aranda

A Fernando Armengol

Este hombre, profesor asociado, con dedicación horaria muy reducida y por consiguiente, también su nómina, en la Universidad de Barcelona, dice que nuestra ciudad aparece poco en los medios de comunicación, y cuando lo hace, pocas veces es para bien. Refiriéndose al Presidente Imbroda, dice que hace pocos días levantó un pequeño alboroto, al expresar el cansancio que le produce el proces (proceso) catalán; y que una vez apagado este fuego, encendía otro a raíz del entierro en Melilla del General Sanjurjo.
Dice que “este tipo de declaraciones revelan un callejón sin salida en el que se ha metido la clase política y la opinión pública, con relación en cuestiones territoriales, existiendo sobradamente el nexo de unión de pertenencia al Estado”, que yo no voy a comentar, igual que la Lideresa dimitida por el mangoneo en sus filas, que “Cataluña es propiedad de todos los españoles”: no señor, yo digo y afirmo que Cataluña es (sic) España, y no de España, como lo pueda ser mi dedo anular, que soy yo mismo, porque es parte integrante de mi cuerpo, pero no mi anillo, que sí es mío, y lo puedo enajenar en cualquier momento. Por eso debemos precisar con el sufijo “es”, en vez de con la preposición “de”. Dice este hombre, ignorando el Tratado de Utrech, que si atendiéramos los criterios geográficos que suelen invocar el gobierno y la diplomacia españolas sobre Gibraltar, Melilla, como también Ceuta, y todas las islas e islotes de soberanía española sobre la costa de Marruecos, (más bien de África), tendrían que ser entregadas inmediatamente a la monarquía alauí. Sin embargo, añade, que el principio de autodeterminación obliga a priorizar la voluntad de las poblaciones afectadas por encima de cualquier reivindicación territorial de sentido estricto e irredente. Porque por esa razón Inglaterra, (que es más lista que el hambre, ya sabía de antemano el resultado), convocó dos referéndums en Gibraltar y otro en las islas Falkland (Malvinas) afianzando la voluntad de sus habitantes de permanecer en Gran Bretaña.
Él cree que invocar el principio de autodeterminación para defender la españolidad de Melilla requeriría introducir cambios profundos en la ciudad. Entre otros, el reconocimiento de la oficialidad de la lengua amazigh, (rifi, tarifit, tachelhit, el braber, que para que todos nos entendamos es el chelja), aunque claro yo pienso, que sería el árabe, la lengua oficial de Marruecos; como la garantía al culto de la religión musulmana (que ya la tienen). "Así Melilla se libraría de sus tics coloniales entre los cuales, la escenografía franquista que impregna la ciudad es la más visible".

Dice que “más pronto que tarde, la cuestión de Melilla y de los territorios españoles en Marruecos", que yo diría en África, se planteará de nuevo. Bueno no tan nuevo, porque así llevamos siglos, a pesar de la infinidad de firmas en Tratados, Conversaciones y Acuerdos sobre la territorialidad de ambos países. Pero menos mal que cree que “en la situación actual de las relaciones internacionales, es impensable que pueda resolverse por la fuerza”: ¡joder!, que susto. “… Por eso el señor Imbroda haría bien al entender los argumentos de esta reivindicación catalana que se le hace tan pesada, (y a mí un verdadero coñazo). Quizá algún día los necesitará para defender la españolidad de Melilla en el referéndum.

Y para finalizar, si me lo permite el Presidente, le diré que si hubiese cumplido estrictamente la Ley de la Memoria Histórica retirando de una vez, todos los vestigios franquistas de la ciudad, incluido el “Comandantín” a la entrada del Puerto, no tendríamos que aplicar el refrán: “De aquéllos polvos tenemos estos lodos”. Porque quizás el légamo no sería tan pesado como lo es en la actualidad.

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