Unas miradas que se cruzaron un día, de un mes, de un año y que hizo que dos jóvenes, Diego de barrio del Tesorillo de toda la vida y Concha, una belleza del Hipódromo, comenzaran una relación, una historia de amor que se formalizó el 6 de mayo de 1959, como así figuraba en el Acta Matrimonial: "En Melilla el día seis de mayo de mil novecientos cincuenta y nueve. Yo D. Roberto Velasco Fernández desposa por palabras de presente, que hicieron verdadero y legítimo matrimonio a DIEGO LÓPEZ MAYOR, de estado soltero de veintitrés años de edad, natural de Melilla… Con MARÍA CONCEPCIÓN MARTÍNEZ GARCÍA, de estado soltera, de veintidós años de edad, natural de Melilla…"
Preciosa ceremonia en la Capilla de San José de la Montaña en el Centro Asistencial de Melilla, rodeados de familiares y amigos.
Guapos y elegantes contrayentes cuyos rostros exultantes de felicidad, eran el presagio de los muchos años que habrían de vivir plenos de amor.
Marcharon a Madrid a trabajar, a comenzar en la capital su nueva vida pero la enfermedad de un familiar les obligó a volver instalándose en el barrio del Tesorillo.
Pronto llegarían sus más preciados tesoros; Conchi, Sebas, Hermi, Diego, Juanjo y Oti. Trabajo y más trabajo, Diego viajando continuamente formando parte de la tripulación de aquellos buques de Transmediterránea que comunicaban Melilla con Málaga y Almería.
En tanto Concha cuidaba de sus pequeños en el hogar familiar, tareas que compartía regentando una pequeña tienda de "chuches" que luego se convertiría en un comercio, muy conocido y querido en el barrio, concretamente en la plaza Daoiz y Velarde.
Todos esperaban ansiosos esos días en los que Papa bajaba del barco y podía estar con ellos y compartirlo todo y quererse hasta el infinito.
Los años fueron pasando y la familia iría creciendo con nuevos miembros como Bely, Rafa o Mª de los Ángeles. Poco a poco llegarían los nietos: Marina, Juandi, Sonia, Miguel Ángel, Rocío,Borja, Juande y Melany.
Pero un frío día de enero de 1999 el Patriarca el intrépido marinero que años atrás, cumpliendo el Servicio Militar había dado la vuelta al mundo a bordo del Juan Sebastián Elcano y visitaba lugares tan lejanos de Melilla como Dakar, Río de Janeiro, San Francisco, Puerto España, Honolulú por citar algunos, se embarcaba por última vez y en esta ocasión no habría regreso. Había llegado el momento de surcar otros mares, los celestiales.
Con su recuerdo siempre vivo, Concha no se rindió y cómo Ave Fénix, resurgió de sus cenizas y siguió adelante.
A la familia López Martínez llegaron las nuevas generaciones; los preciosos biznietos: Eros, Aitor, Enzo y Anyel que provocan risas y alegrías entre los mayores con sus ocurrencias infantiles.
Yo les conocí hace apenas un año en circunstancias un tanto especiales para ellos y para mí, pero debo decir que es tanto el cariño que nos han demostrado y nos demuestran que me hacen sentir un miembro más.
Son gente maravillosa, buenas personas, amigos de sus amigos. Siempre dispuestos, siempre preparados para tender una mano a quien lo necesite.
Hoy, un día de recuerdo, de conmemorar aquel enlace cuando se pusieron los cimientos de esta GRAN FAMILIA, quien escribe estas sencillas líneas quiere aprovechar para expresarles su agradecimiento por tanto como recibe cada día a partir de una estancia en el Hospital Comarcal, en la habitación 127.
Un beso grande para todos, gracias Diego y Concha por la familia tan maravillosa que tenéis. A Concha, "Mi Concha" se lo doy cada vez que la veo porque está permanentemente en mi corazón. A ti, Diego, no tuve la oportunidad de conocerte, pero viendo a tus hijos, nietos y biznietos, imagino cómo tuviste que ser.
Estoy segura que sigues luchando y velando por ellos. Puedes estar tremendamente orgulloso de tus descendientes porque son lo mejor de lo mejor.¡ Enhorabuena a los dos y Muchísimas Felicidades porque hoy es vuestro LVIII Aniversario de Boda!
“Con todo mi cariño a la Familia López Martínez,
de quien me siento un miembro más.
Os quiero con el corazón
ISABEL Mª MIGALLÓN
AGUILAR
