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Peritos identifican que el principal acusado por la muerte del Pub Ángelo sufría epilepsia

Frontela nació en Melilla aunque siempre ha trabajado fuera

La defensa de T.M.A., el principal acusado por la muerte de un joven de 24 años de edad S.O.A. tras recibir un disparo cuando se encontraba de fiesta en el Pub Ángelo en enero de 2015, pidió la elaboración de un informe médico forense a la Fundación Frontela, que dirige el reconocido catedrático de Medicina Legal, Luis Frontela Carreras. El mismo representante del centro, junto a otro catedrático en Psiquiatría, presentaron ayer al Jurado Popular su informe en el que señalan que tras realizarle un encefalograma, cuando T.M.A. estaba en prisión, descubrieron que el acusado sufría un cuadro de epilepsia. El perito aportado por la defensa del principal acusado, T.M.A., explicó que le identificaron un cuadro epiléptico en el encefalograma que pidieron al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº5 que se realizara al investigado, que se encontraba en aquel momento en prisión.

Según relataron durante más de dos horas los peritos al Jurado Popular, la epilepsia es una "enfermedad del cerebro" que no solo provoca "convulsiones" sino que también, siempre según estos expertos, provoca pérdidas de conciencia que son conocidas como "fugas epilépticas".

Según el informe que elaboraron a partir de una entrevista y que entregaron al Juzgado en octubre de 2015, dicha enfermedad se encontraba en un estado de "gravedad media alta", lo que se sumado a "agentes físicos" como el alcohol o la cocaína, puede dar lugar a dichas "pérdidas de conciencia", recalcó el catedrático.

En la misma línea, destacó que el no tratamiento de esta enfermedad -que no se había dado a conocer en Sala al Jurado Popular hasta el día de ayer-, sumado a las drogas que consumía el acusado, pueden dar lugar a un "brote" agresivo en el que el acusado no tiene "control sobre su voluntad". "Sabe lo que hace, pero no lo que significa", indicó el catedrático sobre lo que le ocurre con dichas crisis.

Concretamente, apuntó que el cerebro con estos 'ataques' no responde "adecuadamente" cuando se suman sustancias estupefacientes y se produce una "focalización de la conciencia". El catedrático indicó que se produce "paranoidismo" al no interpretar el cerebro los hechos que rodean al paciente de forma correcta: "se monta una película" apuntó.

Una cuestión que aseguró ocurre también en el 68 por ciento de las personas que realizan un consumo prolongado de cocaína, quienes pueden sufrir cuadros paranoides que pueden llegar a ser psicóticos. El experto defendió que T.M.A. sufría un "cuadro paranoide" desde el momento en el que se compró el perro y la pistola.

Según señaló el catedrático, T.M.A. además tendría una capacidad intelectual inferior y asegura que sufría una enfermedad mental que refirió el acusado en la entrevista que le realizaron en la que dijo, aunque sin poder acreditar documentación, que a los 8 años iba dos veces en semana al psicólogo.

Aún así, la pregunta que tanto el fiscal como el magistrado hicieron a los expertos, es por qué, si sufría dicha enfermedad, no se la indicó al médico forense del Juzgado. Algo, que la defensa posteriormente en las acusaciones, achacó a la falta de medios de la administración de Justicia.

Toxicomanía
El catedrático en Psiquiatría también aseguró que en la madrugada del 24 de enero T.M.A. podría conducir y mantener la coordinación pese a las dos botellas de whisky que refirió beberse porque el alcohol con la cocaína provoca que pueda realizar "automatismos", conductas habituales, aunque con menor coordinación.

Disparo no directo
Frente a la tesis de los médicos de la administración de Justicia que señalan que el disparo fue "a boca de fuego", Frontela aseguró que en base a la fotografías de la herida del cadáver de S.O.A., que el disparo que se produjo en una "milésima de segundo", difícil de apreciar en las imágenes que grabaron las cámaras del Pub Ángelo, se dio al retirar el arma. A juicio del perito de forma oblicua T.M.A. golpeó a S.O.A. con el arma deslizándola al costado de S.O.A. y al retirarla por el "peso" del arma disparó al gatillo pero a unos dos milímetros de la piel.

El catedrático apoya esta tesis además de por la herida, porque el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses no pudo aportar datos del disparo, porque no contaba con las prendas del fallecido para su análisis.

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Nerea de Tena Alvarez

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