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Una situación nada propicia

Se desconoce si la presión asistencial que sufre el centro sanitario tiene que ver con lo sucedido o no con los últimos fallecimientos de pacientes horas después de ser dados de alta, pero está claro que la situación que soporta diariamente el Hospital Comarcal no trae buenos augurios Los últimos casos de fallecimientos de pacientes pocas horas después de ser dados de alta de Urgencias del Hospital Comarcal de Melilla, como son los conocidos este año de una niña de tres años -Naira- el 24 de enero de 2017 y una mujer de 34 años -Dina- y el bebé de seis meses y medio que estaba gestando, el pasado viernes 12 de mayo, han originado la lógica inquietud entre los melillenses.

Basta oír o leer los comentarios de los ciudadanos tras suceder estos hechos para tener una idea de la imagen que tienen los contribuyentes del deterioro que está sufriendo la asistencia sanitaria en nuestra ciudad.

No son hechos, algo en lo que coinciden gran parte de los comentaristas, que no achacan precisamente al personal sanitario de nuestra ciudad, del que alaban su entrega y dedicación, muchas veces por encima de sus posibilidades.

Muchos, en cambio, culpan a la alta presión asistencial que soporta un hospital como el de nuestra ciudad. Un centro sanitario que está pensado para 70.000-80.000 habitantes que conforman la población de Melilla y que, como sabemos todos, es usado por muchos miles más, sobre todo en lo que se refiere a la atención de partos.

Solo hay que ver los datos de nacimientos que cada año hace públicos el Instituto de Gestión Sanitaria (INGESA) para ver la progresión que ha experimentado el número de atención de mujeres extranjeras sin documentación ni tarjeta de la Seguridad Social, que ha pasado en pocos años de ser apenas uno 20/30 por ciento del total a superar en los dos últimos años el 60 por ciento.

No sabemos con exactitud qué pudo pasar la madrugada del jueves al viernes, cuando Dina acudió a Urgencias del Hospital Comarcal con fuertes dolores en la boca del estomago -que los facultativos achacaron a los gases-, lo que motivó que le dieran el alta, y pocas horas después, en el que ingresaba de nuevo, pero ya en parada cardiorespiratoria, falleciendo tanto ella como la niña que esperaba, a pesar de los intentos por salvar al bebé mediante una cesárea.

El caso se está investigando, tanto por parte de las autoridades sanitarias como por las judiciales después de que la familia se haya decidido por denunciar el caso al entender que se ha producido una posible negligencia médica.

Se desconoce por tanto si dicha presión asistencial tiene que ver con lo sucedido o no, pero está claro que la situación que soporta diariamente el Hospital Comarcal de Melilla no trae buenos augurios porque los médicos también son personas y soportar cada jornada una carga como la que padecen no es de recibo.

El Gobierno de la Nación, a través del Ministerio de Sanidad -de quién depende INGESA-, debe tomar medidas para aliviar la situación de los profesionales de la sanidad melillense o tomar cualquier otra iniciativa, que suponga que los melillenses que pagan religiosamente sus impuestos para tener una sanidad con los estándares de cualquier español, no se vea mermada por la actual presión que se sufre en un tiempo a esta parte.

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