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Don Carlos Castañeda Fernández. Un corazón impregnado de amor mariano

Carlos Castañeda

El sábado 13 de mayo, fue un día importante para todo el orbe cristiano, además de la conmemoración del centenario de la primera aparición de la Virgen a los tres pastorcillos: Lucía, Francisco y Jacinta en Cova de Iria, el Papa Francisco visitó dicha población para canonizar a los dos hermanos fallecidos en 1917 y 1919, respectivamente.
En Melilla también tuvimos una celebración muy particular: rememorar el LXXX Aniversario de la primera Junta de Gobierno de Caballeros de Nuestra Señora de la Victoria, reunida por vez primera el 3 de marzo de 1937.

Así pues, en el salón de conferencias del Real Club Marítimo de Melilla, pudimos asistir a la conferencia impartida por D. Carlos Castañeda Fernández, Hermano Mayor Honorario de la Real y Franciscana Congregación de la Virgen de la Victoria. Un título que lo decía todo: "La Victoria de Melilla".

He de decir que desde el primer instante que sus labios se abrieron para dirigirse a la Madre Celestial, a la Virgen María, bajo la advocación de la Victoria, Patrona Coronada y Alcaldesa Perpetua, el salón quedó impregnado de tanto Amor Mariano de tanto sentimiento que supo captar con su verbo rico y fluido la atención de todos los presentes.

Amplios conocimientos de una historia que se pierde en los siglos, sin poder poner una fecha exacta al inicio de la misma. Palabras plenas de sabiduría pero sobre todo de fervor, de cariño a la Patrona de todos los melillenses, como él mismo apuntó. Da igual llamarla María, Miriam, Mariam o Maharaji Kali, porque todos estos nombres nos conducen a Ella.

Supo como nadie "cantarle a la Virgen" sin acorde alguno, solo con la melodía que brotaba de su corazón. Todo ello mezclado con un humor envidiable que nos hizo reír en varias ocasiones, el gracejo y simpatía que llevan implícitas sus espontaneas ocurrencias.

Se lo dije entonces y se lo vuelvo a decir, pero esta vez por escrito: "Don Carlos Castañeda, pero Don con mayúsculas por su grandeza, por su calidad humana", pero también añadiría, jugando con la polisemia de estas tres letras que Él tiene un DON especial para transmitir, para captar la atención de sus interlocutores y mucho más si el tema a tratar es la Virgen de la Victoria. Entonces ya se desborda toda su sabiduría y da rienda suelta a unos sentimientos arraigados en su interior desde la más tierna infancia.

Nadie es capaz de dirigirse a la Patrona como él lo hace. Nadie como él sabe decirle palabras tan bonitas, plenas de amor. Y es comprensible porque la quiere, la vive y la siente dentro, muy dentro de su ser.

Quiero agradecerle públicamente el esfuerzo que supuso, dado su delicado estado de salud, el estar allí. La Junta de Gobierno de la Congregación, de su Congregación no se equivocó al pensar que era la persona idónea para poner voz a este aniversario.
Él mismo tenía dudas de poder finalizar, nos confesó al terminar su maravillosa intervención. En casa lo había ensayado varias veces y era tal la emoción que le embargaba que no era capaz de continuar. Pero al sentarse frente al numeroso público asistente aquel hombre que precisó ayuda para subir y bajar del estrado, se engrandeció aún más, recibió de la Madre Celestial la fuerza necesaria para que fluyeran las palabras de su boca tal cual lo tenía pensado y escrito.
¡Gracias Don Carlos Castañeda Fernández! Por lo que vivimos el sábado 13 de mayo en el Club Marítimo. Por sentir y escribir tan bonito. Por glosar de forma tan especial tu Amor Mariano. Por ser como eres y querer tanto a Nuestra Señora de la Victoria, la que siempre nos protege y ayuda, como toda buena madre hace con sus hijos.

Una Virgen impregnada de salitre, de ese mar que nos une y separa del resto del mundo. ¡Qué palabras tan impresionantes! ¡Qué sentimientos más puros!
Para cerrar estas líneas de homenaje y cariño a quien siempre me dice: "Que suerte tienes de ser vecina de Nuestra Patrona", que a ella pido, con toda la fuerza de mi corazón, nos permita poder disfrutarte muchos, muchos años más porque eres un ejemplo a seguir. Y que me confieso admiradora de tu forma de hablar, de escribir y de sentir la Fe.

¡Paz y Bien a tod@s!

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