Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Ventana al mundo

Prospectiva, Reformas y Planificación de la Educación

X.- LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS EN TRANSICIÓN
La expansión y la mejora de la calidad de la educación han sido estimuladas por numerosos acicates a lo largo de la historia más reciente de la humanidad. Sin embargo, es a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando la educación ha atravesado en la mayor parte del mundo una etapa de desarrollo absolutamente sin precedentes, pese a muchos problemas y limitaciones.

A lo largo de estas últimas décadas, factores tales como la explosión demográfica, la independencia de más de setenta países, los avances en la investigación científica y en el descubrimiento de nuevas tecnologías, la explosión del conocimiento y la omnipresencia de los sistemas de comunicaciones, así como la conciencia del valor de la educación para el desarrollo de la sociedad y para el logro de las aspiraciones del individuo, han obligado a los sistemas educativos a extenderse incesantemente. No obstante, estos esfuerzos han estado siempre a la zaga de una demanda social en progresión incontenible, entre mutaciones sociales y técnicas capaces de desfasar e invalidar cualquier intento previsor.

El signo característico inicial de esos años de expansión fue la planificación educativa que en Occidente logró superar los criterios economicistas, los cuales habían orientado inicialmente los esfuerzos educativos de la posguerra hacia los objetivos de la instrucción de la mano de obra cualificada por el desarrollo industrial. Frente a tales planteamientos, la planificación impulsó los principios de la democratización de la educación y de la mejora de la calidad de la enseñanza, en consonancia anticipatoria con los criterios actuales según los cuales una cualificación técnica sólo cabe a partir de una previa educación general amplia y sólida. En este proceso la planificación educativa logró luego conectarse más estrechamente con la planificación del desarrollo social y económico, en el marco de estudios prospectivos a plazo medio, afianzándose a la vez la visión del sistema educativo como un todo unitario e interdependiente, incluida la educación informal (familiar y comunitaria) y la no formal o de adultos. De este modo, la planificación educativa desembocó de manera natural en la inquietud casi universal de reformas de los años setenta, que ahora cobran nueva actualidad, consecuentes con el concepto de desarrollo que implica no sólo crecimiento sino, muy especialmente también, cambio.

De hecho, para emprender una reforma educativa se precisa ponderar cuidadosamente la confluencia de una serie de factores sociales, políticos, culturales y económicos que condicionan y propician el deseable cambio. Por ello, no es nada fácil determinar con exactitud la diversa y desigual motivación de cada reforma concreta. En todo caso, sea cual fuere la motivación en cada país, la reforma de un sistema educativo tiene consecuencias netamente políticas, además de las culturales y económicas, no sólo por el aspecto formal, sino, sobre todo, porque conlleva, consciente o inconscientemente, una voluntad o consecuencia remodeladora y configuradora de la sociedad futura. Sin embargo, también es cierto que para que sea fructífera esa voluntad política o ese impulso creador, es preciso sea sostenido desde los pasos iniciales y a todo lo largo del complejo y difícil proceso de elaboración, adopción e implantación de la reforma. Por supuesto, tampoco basta con la continuidad de esa voluntad e impulso puesto que precisa poder contar además con suficientes medios humanos, financieros y técnicos para llevarla a cabo. Pero todos ellos han de estar al servicio de una determinada filosofía del hombre y de una concepción concreta del desarrollo de la sociedad. Por tanto, al establecer los objetivos generales de una reforma se está prefigurando, de hecho, una visión de la sociedad a largo plazo, ya que una opción de futuro en materia de política educativa es también una opción respecto del futuro de la propia sociedad.

Los principios, objetivos y fines que orientan la acción educativa a nivel estatal o supranacional y, en cierta medida, también a nivel de las instituciones privadas (generalmente confesionales), constituyen la política educativa de un país. Sin embargo, se trata esencialmente de las directrices que señalan los gobiernos para el sector de la educación en el marco de su política general, partidista o nacional, es decir, los criterios y la orientación que inspiran los fines, la estructura, la organización, los contenidos, la generalización, la duración, la formación de docentes, la financiación, etc., de cada nivel y aspecto del sistema educativo, dentro del marco de la respectiva Constitución, de la reforma educativa o de los planes, según el caso. Su vigencia suele ser breve porque el ritmo de cambio es generalmente similar al de los cambios políticos y de gobierno.

También las organizaciones intergubernamentales definen y orientan las grandes directrices aconsejables de la política educativa a través de resoluciones aprobadas por los Ministerios de Educación de sus Estados miembros en conferencias regionales o mundiales. La mayor parte de las grandes instituciones privadas dedicadas a la educación orientan también su acción de acuerdo con su propia política educativa, y las Iglesias, en concordancia con sus doctrinas religiosas, aunque necesariamente en armonía con la del o de los Gobiernos de los países en cuyo seno se desenvuelven.

La política educativa ha sido fuertemente influenciada en cada sociedad por las grandes corrientes de pensamiento histórico, así como por las necesidades y aspiraciones propias de cada época. La educación nace preponderantemente en todas las regiones del mundo debido a iniciativas religiosas o teocráticas, para la comunicación en la fe de las personas con un sentido trascendente de la vida y para la formación de líderes espirituales y también civiles. Esta función, que surge esencialmente en la Universidad, se transforma luego en medio de acceso al poder y genera la primacía renacentista del humanismo en la educación, así como el desarrollo de la pedagogía (como ciencia al servicio de la concreta acción de enseñar) dentro de una política educativa que subraya el binomio educacióncultura, al que se añade posteriormente y como alternativa el binomio educaciónciencia. Con el desarrollo de la psicopedagogía social y la reivindicación de la dignidad y derechos del hombre, se abren paso políticas educativas bajo el lema educación-sociedad, con una tendencia a la integración educación-culturay ciencia, para un desarrollo más armónico, además de diversos acentos sobre la formación espiritual y física. La posguerra mundial última provoca una aceleración y multiplicidad en las políticas educativas de los países, con numerosos vaivenes prácticos y dialécticos, pero con un claro signo desarrollista al principio, al servicio del cual o en cuyo marco surgen líneas de política educativa muy señaladas, tales como educación, ciencia y tecnología; educación y trabajo productivo (países socialistas); educación y democracia; igualdad de oportunidades; educación y empleo; educación y empresa (Occidente); planificación y, más tarde, reforma de la educación, no ya sólo como instrumento de gestión, sino como política de expansión, mejora e innovaciones en la educación. Como parte de las reformas de la educación se inscriben políticas educativas recientes, tales como las de la educación permanente, de la «ciudad educativa», de la educación liberadora, de la educación para el ocio, del aprendizaje innovador, anticipatorio y participativo (Club de Roma), entre otras, junto a algunas de valor más bien utópico, como es el caso de la desescolarización educativa.

En paralelo con estas líneasfuerza de la evolución de la política educativa se puede anotar un desplazamiento progresivo de las prioridades, relacionado primordialmente con el cambio en el nivel de desarrollo económico y social del respectivo país, así como en los logros alcanzados en la prioridad previamente fijada.

A título muy general puede señalarse la siguiente secuencia de prioridades históricas usuales en los niveles de los sistemas educativos: educación universitaria para élites; alfabetización masiva; educación primaria; educación media y secundaria; educación universitaria, ante la igualdad de oportunidades; educación preescolar; educación especial; educación postsecundaria.

Aparte de la voluntad política ocasional de algún Gobierno, las matizaciones en las prioridades se deben al nivel y potencial de desarrollo, así como a la orientación política, o la naturaleza, de los regímenes, que marcan objetivos referenciales para el sector de la educación. Así, y con diversa fortuna, se abren también paso las prioridades en las modalidades educativas, tales como enseñanza programada; enseñanza a distancia; teleeducación; educación por radio; educación por ordenador; educación familiar para ayudar a que los padres ejerzan mejor su potestad educativa; educación y medios de comunicación social ante el creciente papel orientador e informador de esos medios, etc.

Una de las grandes disyuntivas con las que se enfrentan los países en vías de desarrollo económico es la atención educativa muy diferenciada o no de la población rural y de las poblaciones indígenas. Tales decisiones deberían cuidar siempre la preservación de las respectivas identidades culturales, pero sin desmedro de una igualdad de oportunidades social y económica, para permitir a estas poblaciones la incorporación e integración económica y social en el conjunto del país (biculturas, pluriculturas), sin perder empero sus tradiciones y raíces. La prudencia política y la disponibilidad real de recursos condicionan estos procesos, que exigen una gradualidad cuidadosa, y de ahí también que se observen muchas veces ofertas educativas diferenciadas para la población rural e indígena que pueden ser justas y deseables, siempre que no enmascaren una posible discriminación.

Actualmente, las políticas educativas se inspiran cada vez más en la extraordinaria aventura intelectual de los estudios prospectivos. El profesor francés Gastan Berger, a quien se debe la acepción moderna de este término, consagró una parte considerable de sus reflexiones a la educación. No podía ser de otra forma habida cuenta que la educación es un proceso no sólo de larga duración, sino también de largo alcance, que hay que asociar con la problemática de los fines del hombre y de la sociedad.

En tanto que función primordial, la política educativa constituye un objeto privilegiado de toda reflexión prospectiva en su más elevado sentido, y así es habitual encontrar pertinentes referencias a la educación en obras importantes de muy diverso carácter y amplitud. Las altas y bajas, que han podido apreciarse en los trabajos específicamente consagrados a este campo durante los últimos decenios, están claramente relacionadas con la dificultad misma que la contemplación de los fines plantea en una situación de crisis generalizada. Los estudios en este campo han estado generalmente asociados a las primeras tentativas de institucionalizar sistemas de estudios prospectivos. El Seminario Internacional de Prospectiva de la Educación, primero de los consagrados en el ámbito internacional en esta materia, se celebró en 1971 antes de que surgieran instituciones que trataran de aplicar esta actitud y sus correspondientes métodos a otros campos o se propusieran incluso finalidades globales.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€