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Le piden 8 meses de cárcel por negarse a practicar las pruebas de alcoholemia

Los hechos ocurrieron en la barriada del Real

Un hombre se enfrenta a la posible pena de 8 meses de cárcel por negarse a practicar las pruebas de alcoholemia, presuntamente. La fiscal también le reclama una multa de 2.160 euros y tres años de privación del derecho a conducir por ser el presunto autor de un delito contra la seguridad vial por circular con el vehículo bajo la influencia de bebidas alcohólicas. El procesado, por su parte, niega los hechos y sostiene que era una mujer la que conducía el coche, aunque los agentes le encontraron a él en el asiento del conductor porque quería cambiar la radio, según su versión. El Ministerio Fiscal reclama ocho meses de prisión y una multa de 2.160 euros para un hombre que presuntamente se negó a someterse a las pruebas de alcoholemia y por el supuesto delito contra la seguridad vial por conducción bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Los hechos que llevaron al hombre a sentarse esta semana en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla tuvieron lugar en la madrugada del día 5 de este mismo mes, en la barriada del Real.

El procesado afirmó en el juicio que aquella noche no condujo y aseguró tampoco consumió bebidas con alcohol. Según expuso, la policía se acercó al coche que estaba estacionado y que había conducido una amiga. Él viajaba en la parte de atrás junto a su mujer, pero en el momento en el que llegaron los agentes, según dijo en la vista, él estaba en el asiento del conductor porque quería cambiar la emisora de la radio. Mientras, su amiga se encontraba comprando en un local próximo.

Asimismo, el acusado sostuvo que no se negó a practicar las pruebas de alcoholemia. “Tres veces me hicieron las pruebas allí y otras tres en la comisaría”, señaló. También negó que esa noche hubiera dicho a los policías que había consumido varias cervezas.

La versión de los agentes
Según expusieron varios agentes de la Policía Local, iban patrullando cuando vieron que un coche, que presuntamente iba conducido por el acusado, giró bruscamente subiéndose a un escalón de la acera. Al parecer de los policías, este movimiento brusco se debía a que el hombre se había percatado de la presencia de los agentes. “Le cerramos el paso y vimos que era él el que iba conduciendo”, señalaron. Señalaron que el hombre tenía síntomas de haber consumido bebidas alcohólicas, que desprendía olor y era incapaz de hablar fluidamente. “Le invitamos a que se sometiera a las pruebas del etilómetro y nos decía que iba a dar positivo”, recalcaron. Finalmente, según el relato de los agentes, el hombre accedió pero sólo “ponía la boca en la boquilla sin soplar”.

Al explicarle los agentes que tenían que llevárselo a la jefatura, el hombre se puso “muy agresivo”, motivo por el que pidieron apoyo a la Policía Nacional.

Uno de los agentes de la Policía Nacional que se trasladó para prestar apoyo aseguró en el juicio que el procesado se encontraba “muy nervioso” y que manifestaba “que no se iba a someter a las pruebas porque había consumido varias s cervezas”.

Testigo del acusado
También declaró una amiga del procesado, la mujer que, según el acusado, iba conduciendo aquella noche. Según afirmó la testigo, el hombre iba sentado en el asiento del copiloto y ella era la que pilotaba el coche. “Paré para comprar tabaco y algo para picar”, explicó la mujer, aclarando que no se detuvo porque viese a la policía. Cuando supuestamente regresó al lugar en el que había estacionado el vehículo, sus amigos y el coche ya no se encontraban allí, dijo.

La Fiscalía consideró que había pruebas de cargo suficiente como para enervar la presunción de inocencia del acusado. La defensa, por su parte, aseguró que lo había quedado acreditado que los hechos sucedieran como se recoge en el atestado.

Al ejercer su derecho a la última palabra, el procesado aseguró que uno de los agentes había insultado a su mujer para instarle a que saliera del coche. “Esto no es justo”, agregó.

La juez tendrá que decidir.

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Irene Quirante

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