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Carta del Editor

Defender el territorio (y la justicia)

La belleza de las Chafarinas, con sus tres islas, me impresionó. Su potencial de desarrollo es muy grande. Pero, por encima de todo, lo que un país y su forma de organización, el Estado, ha de hacer es defender su territorio. Como ocurre en las Chafarinas que, lo mismo que Alhucemas y Vélez, son territorio español desde hace casi dos siglos y forman parte de nuestra historia. El primer requisito para que a uno le engañen es querer ser engañado, o Pedro Sánchez recupera su peor discurso. La plurinacionalidad es un concepto incompatible con el igualitarismo. "El nuevo PSOE no es más que una versión más exasperada del que lideró Sánchez en sus dos derrotas consecutivas". Es fundamental que el PP no sucumba a sus complejos. Es lo anterior un resumen de lo que leí en ABC el lunes, tras terminar el XXXIX Congreso del PSOE.
"La bobada plurinacional", era el acertado titular de otro periódico. Conviene recordar algo fundamental pero a menudo ignorado o confundido: un Estado es un tipo de organización que se compone necesariamente de un territorio, una población, un poder soberano y un ordenamiento jurídico. Un Estado no es una nación. El conocido como Principio de las Nacionalidades surgió en el siglo XIX, acuñado por el italiano Manzini, y prendió en Italia y Alemania como, entonces, un proceso de modernización política que permitía a regímenes de corte absolutista transitar hacia un Estado Liberal. Pero hoy, dos siglos después, el Principio de las Nacionalidades ha pasado a ser considerado como un principio reaccionario y ha dejado de legitimar jurídicamente determinadas aspiraciones nacionalistas, como las de los separatistas catalanes o las del desnortado habitual que es Pedro Sánchez, que va a conducir, con prisa y sin pausa, al partido socialista español a un final de irrelevancia política similar a la del partido socialista francés. Estado y plurinacionalidad son conceptos y realidades incompatibles en la España constitucional. Lo sabe cualquier niño que no haya sido imbecilizado por la LOGSE. Lo intuye cualquier persona tras una mínima reflexión. Es de suponer, por ponernos en el mejor de los casos, que también lo sabe o lo intuye Sánchez y la conclusión es que, volviendo a lo que decía el primer párrafo de esta Carta (el primer requisito para que a uno le engañen es querer ser engañado), Pedro Sánchez se ha acogido a ese prerrequisito e intenta engañar a los suyos y a los demás.

Sobre la territorialidad de un Estado nos dio una extraordinaria lección práctica el comandante en jefe del destacamento militar español en las Islas Chafarinas, un teniente admirable. Uno de los que me acompañaban en la visita a las Islas le preguntó cuál era su misión allí. Defender el territorio español, le contestó el teniente, un profesional extraordinario, enamorado de su profesión. La primera característica de un Estado es tener un territorio y, como consecuencia inevitable, defenderlo en caso necesario. La belleza de las Chafarinas, con sus tres islas, me impresionó. Su potencial de desarrollo es muy grande. Pero, por encima de todo, lo que un país y su forma de organización, el Estado, ha de hacer es defender su territorio. Como ocurre en las Chafarinas que, lo mismo que Alhucemas y Vélez, son territorio español desde hace casi dos siglos y forman parte de nuestra historia.

Posdata.

Joaquín Martínez es un verdugo, un prepotente que, tras agraviar y atacar desde hace muchos años, intenta jugar ahora el papel de víctima agraviada, apoyado por el que fuera uno de los políticos no sólo peores, sino más absolutamente ridículos que Melilla ha padecido, el actual, lamentable y torpe Emilio Bosch, sobre el que me abstengo de repetir la opinión de muchos de sus colegas (lo más suave que me dicen compañeros suyos es que lo que acaba de hacer es "asqueroso") y la mía propia, tras verlo actuar. Joaquín Martínez y Emilio Bosch han hecho -con denuncias falsas, con faltas de ortografía incluidas, mal dirigidas e infundadas- daño a mucha gente inocente y a muchos ciudadanos. Joaquín Martínez ha costado, infundadamente, muchísimo dinero a los melillenses, al haber sido mantenido durante años en un puesto en el que, sin oposición, no debería de estar desde hace mucho tiempo.

Sobre las actividades médicas y las actitudes despreciables de Joaquín Martínez ya se ha pronunciado más de un ciudadano (otros muchos no lo hacen, todavía, porque le tienen miedo). El último testimonio, el recogido en el impresionante artículo que este periódico publicó ayer sobre la terrible experiencia de una melillense con Joaquín Martínez. Habrá más y ya hemos pedido en este periódico que la Delegación de Gobierno abra una investigación y que se hagan públicos sus resultados. Reiteramos esa petición, dirigida ahora también al nuevo director provincial del INSS, José Luis Vereda -aprovecho para felicitarle y desearle los mayores éxitos en su nuevo e importante cargo- y se lo reiteramos también a la persona que lo ha nombrado, el Delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani. A los esperados, ansiados resultados de esa investigación de nuevo solicitada nos atenemos.

Espero que pronto sepamos más sobre las andanzas de Joaquín Martínez, el que, además de lo que ha hecho en el INSS, se negaba a pagar en el Campo de Golf y amenazaba a los trabajadores. Ya anunció en las redes sociales que me iba a denunciar. Con fundamento o no, eso es lo de menos. Conjurado con el necio de turno (con sus faltas de ortografía a cuestas), ya lo ha hecho y, supongo, esperan que yo, asustado por los problemas y las incomodidades, me convierta en una víctima silente suya más. No ocurrirá tal cosa. Molestarán, pero, afortunadamente y a pesar de todos los pesares, vivimos en un estado de derecho, la libertad de expresión está protegida aquí y en el resto de Europa y no me voy a rendir ante una injusticia más, ante un verdugo prepotente que ha hecho mucho daño injusto y que ahora, cobardemente, se presenta disfrazado de víctima estresada. Hasta ahora las denuncias falsas (como que yo tengo antecedentes policiales o que he escrito lo que jamás he escrito, según puede comprobar cualquier persona que sepa leer y entienda lo que lee) y las acusaciones infundadas han quedado, en lo que a nosotros nos afecta, impunes. Muchos totalitarios han intentado, a lo largo de la ya dilatada historia de este periódico, terminar con nosotros y, naturalmente, conmigo. Los Joaquín Martínez y Emilio Bosch (nuevo intento de éste personajillo) se acaban de sumar a ese intento de exterminio, utilizando el método de la denuncia falsa y gratis. La evidencia de la falsedad quedará demostrada. Lo de la gratuidad se va a terminar.

La riqueza, o la pobreza, de un Estado, o de una ciudad (Melilla, por ejemplo) depende, como defendía el Premio Nobel de Economía Milton Friedman, de la valía, o no, de las personas y de las instituciones que son capaces de crear. Personas valiosas generan riqueza y desarrollo. Personas como Joaquín Martínez y Emilio Bosch generan todo lo contrario. Para un Estado, y para una ciudad, es necesario defender su territorio, como yo decía al principio de esta Carta, pero también es necesaria la justicia.

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