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Melilla, una segunda Alhucemas para Moneim: “Sigo sin sentirme a salvo”

En la imagen, Moneim aparece junto a Nasser Zefzafi, líder de las revueltas en Alhucemas

Moneim lleva un mes en Melilla, pero su miedo no ha desaparecido. El joven abandonó Alhucemas tras recibir el aviso de que estaba siendo buscado por las autoridades tras participar activamente en las protestas populares que están teniendo lugar a menos de 250 kilómetros de la ciudad. "El Gobierno de Marruecos es como una mafia", sostiene. Por eso, el rifeño tiene la convicción de que "en cualquier momento pueden amenazarme para obligarme a pasar la frontera". Agobiado, Moneim se debate entre formular una petición de protección internacional en Melilla o colarse en un barco para llegar a la Península y alejarse lo máximo posible de las autoridades marroquíes. Moneim llegó a Melilla hace un mes, pero sigue sin sentirse a salvo. Tuvo que huir de Alhucemas, decir adiós a su familia y abandonar su casa de forma apresurada en plena noche. La autoridad marroquí le busca por participar activamente en las manifestaciones pacíficas que están aconteciendo a menos de 250 kilómetros de la ciudad, en pleno corazón del Rif.

Un policía y buen amigo suyo fue quien le avisó. "Por favor, vete. Te están buscando", le dijo. Moneim, con 20 años, no pudo ni pensarlo. No tenía otra opción que subir a un coche y salir de Marruecos lo antes posible. Sintió tanto miedo de ser detenido que todavía se le atragantan las palabras al recordarlo.

Logró cruzar la frontera ocultándose entre los porteadores. Usando una gorra y unas gafas de sol intentó pasar lo más desapercibido posible. Estaba a escasos metros del suelo español, pero temía que los gendarmes se dieran cuenta de que tenía el corazón a punto de salírsele del pecho.

Conectado a Alhucemas
El joven permanece desde entonces en Melilla, aunque su corazón siga en Alhucemas. Allí dejó a sus padres y a sus tres hermanos. No se despega ni un segundo de su teléfono móvil para confirmar a través de 'whatsapp' que todos ellos están bien. "A cada minuto los llamo o escribo. Me da miedo que las autoridades quieran ir a por ellos", dice.

También está muy pendiente de las protestas y de la situación en la que se encuentran sus amigos detenidos. Uno de ellos es Nasser Zefzafi, el desempleado que se convirtió en icono de las manifestaciones populares y que fue detenido por "atentar contra la seguridad interior".

Miedo y esperanza
Pese a toda la violencia, a las acusaciones de 'separatismo' o a las continuas detenciones, Moneim sostiene que los rifeños no tienen nada que perder: "No tenemos universidad, no tenemos trabajo, no tenemos hospitales, no tenemos derechos. No tenemos nada".

Según apunta, sólo existen tres maneras de sobrevivir en el norte de Marruecos: robando, dedicándose al contrabando o moviendo drogas. La rabia por la falta de oportunidades es la que llevó a Moneim a sumarse a las manifestaciones. El joven asegura que la esperanza ha regresado con las movilizaciones al pueblo de Alhucemas, que ahora se muestra unido y firme en su lucha pacífica.

No obstante, muchas personas están siendo torturadas en comisaría. El rifeño señala que quienes son apresados reciben un trato tan violento que llega a rozar lo inhumano. "Las autoridades están maltratando cruelmente a los activistas que han salido a la calle para exigir derechos, libertad y dignidad", sostiene.

El joven relata que todas las personas que participan en las protestas están siendo vigiladas por las autoridades. No se distingue entre niños, adultos, mujeres o ancianos. "Todos corren el riesgo de ser detenidos de forma ilegal", lamenta.

Futuro incierto
Moneim tiene claro que no puede regresar a Marruecos. Lo que no sabe es qué va a pasar con él a partir de ahora. Tiene la mente puesta en París, donde deposita la esperanza de conseguir un trabajo. Allí tiene familia dispuesta a acogerle y a ayudarle. Pero ahora se enfrenta al reto de conseguir llegar a la capital francesa.

Afirma que quiere formular una petición de protección internacional, pero teme que le ocurra algo si se queda en Melilla mientras esta se resuelve. Moneim sigue sin sentirse a salvo en la ciudad: "En cualquier momento pueden amenazarme para obligarme a pasar la frontera. El Gobierno de Marruecos es como una mafia".

Melilla se ha convertido en su segunda Alhucemas porque el miedo no ha desaparecido. Esta sensación de inseguridad le está llevando a plantearse "hacer riski". Es decir, intentar colarse en un barco como polizón para llegar a la Península. Una vez allí, pedir asilo político. O continuar su proceso migratorio hasta París y solicitar en Francia la protección internacional.

Agobiado, Moneim dice que le encantaría poder “ser un joven normal”, que sus únicas preocupaciones fuesen ir a la Universidad o acudir cada día puntual a su puesto de trabajo. “El Gobierno ha robado el futuro de los jóvenes de Alhucemas. Ojalá los que hoy son niños puedan disfrutar mañana de los derechos fundamentales que tanto echamos de menos”, comparte el rifeño.

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Irene Quirante

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