Avionetas de todos los tamaños, marcas y modelos, de diseños tanto actuales como clásicos, surcaban los cielos de Melilla en sus maniobras de aproximación hasta que fueron aterrizando en el aeropuerto de la Ciudad bajo la atenta mirada de un grupo cada vez más numeroso de espectadores, que no quería perderse el final de la última etapa de la Vuelta Aérea a España que había comenzado unos días antes en tierras de la capital del estado. Por la noche la fiesta aeronáutica en Melilla había finalizado con una cena baile en el Parador Pedro de Estopiñán en la que se llevó a cabo la entrega de trofeos a los ganadores de la XXXII Vuelta Aérea a España. Pero el auténtico fin de fiesta se produjo a la jornada siguiente con diferentes exhibiciones y bautismos de aire. Avionetas de todos los tamaños, marcas y modelos, de diseños tanto actuales como clásicos, surcaban los cielos de Melilla en sus maniobras de aproximación hasta que fueron aterrizando en el aeropuerto de la Ciudad bajo la atenta mirada de un grupo cada vez más numeroso de espectadores, que no quería perderse el final de la última etapa de la Vuelta Aérea a España que había comenzado unos días antes en tierras de la capital del estado. Por la noche la fiesta aeronáutica en Melilla había finalizado con una cena baile en el Parador Pedro de Estopiñán en la que se llevó a cabo la entrega de trofeos a los ganadores de la XXXII Vuelta Aérea a España. Pero el auténtico fin de fiesta se produjo a la jornada siguiente con diferentes exhibiciones y bautismos de aire.
