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Desde mi balcón

Una triste historia clínica

Hombre de 48 años de edad, acude a consulta de traumatología por dolores lumbares, se le hacen radiografías y resonancia y se le aprecia profusión discal y estenosis del canal medular, Se le aconseja andar y si hay dolor analgésicos y antiinflamatios, pasa el tiempo y continúan las molestias. Acude a una consulta privada y le recomiendan ultrasonido sin mostrar mejoría. Prueba la acupuntura para eliminar dolores sin éxito. Le aconsejan quiroplastia y acude a un quiropráctico joven que le manda hacerse una radiografía de pie a cabeza para observar la rectitud de sus huesos, le aplica varias sesiones de quiroplastia, y todo sigue igual.
Recurre a consultas privadas de traumatólogos, y ninguno se define, solo uno le dijo que la operación era complicada y que él no se atrevía a operarlo. Pide cita con otro traumatólogo especialista en columna, pero solo operaba privadamente en un hospital privado, por 11.000 euros. Un traumatólogo de una compañía privada, lo envió a un centro de rehabilitación, que lo llevaban dos médicas especialistas en rehabilitación. Lo colocaban en una camilla, le ponían una manta eléctrica en la columna y una faja de cuero alrededor de la cintura, del cual colgaban poco a poco pesas para conseguir la separación d las vertebras. Esto lo pago su compañía de seguros y no sirvió para nada. También recurrió a otro fisioterapeuta que le aplicaba también calor intenso en la zona afectada con otro aparato traído de Alemania y que le costó una pasta, después le aplicaba la extensión de las vertebras en una camilla por el procedimiento de tracción por peso. Pago los euros requeridos y a seguir buscando. Acudió a una consulta de un profesional joven que aplicaba técnica sacro-craneal ampliándole movimientos lentos. Aguanto un solo día porque ya le parecía demasiado la tomadura d pelo.

Le hablaron que cerca del materno, un ATS tenía un aparato que quitaba los dolores, con esperanza se fue a dicha consulta y efectivamente lo recibió muy bien, vio las resonancias y le dio varias sesiones de calor con aparato que había traído de fuera. No consiguió nada, solo gastarse el dinero.

Pasa el tempo y viéndose en un callejón sin salida, le consulta a un neurocirujano de la clínica centrum de Madrid y al jefe de servicio de Traumatología de la Clínica Ruber de Madrid, que casualmente estaban en Málaga y por medio de un amigo, les mostro la resonancias. Ambos le dijeron que se tenía que operar. El paciente ya tenía la pierna izquierda dormida. Acude de nuevo a la consulta de traumatología de hospital Carlos Haya y el especialista en columna después de explorarlo, decide que ya hay que operar después de haberse gastado unos miles de euros de consulta en consulta El paciente ya tenía 62 años. Por fin había unidad de criterio. Le dieron cita y comenzó a hacerse las pruebas preoperatorias. Se encamo la noche antes y a las 8 de la mañana del día siguiente estaba en quirófano. El despertar de la anestesia fue muy desagradable, con arcadas y vómitos. Lo llevaron a su habitación donde ya había otro paciente operado
Estuvo en el hospital 16 días y me contaba que el cirujano que lo opero fue a verlo una sola vez y a la semana de la operación. El personal de enfermería y auxiliares actuaron muy bien.

Comenzó a andar con la ayuda de un andador por los pasillos, pero no podía dormir a gusto. Le daban la cena sobre las 8 de la tarde y a las 11 de la noche pasaba una auxiliar encendiendo luces y ofreció una infusión con galletas, con lo cual despertaba al dormido, pero además, muchos familiares de pacientes se quedan en los pasillos charlando hasta las 12 de la noche y en algunas habitaciones con la televisión encendidas hasta muy tarde, con lo cual encima de estar mal, no dormía lo suficiente, no me podía creer esta situación. Tuvo la mala suerte de que se le infectaron dos puntos y se tuvo que quedar unos días más. Las tres primeras noches, una buena amiga de ambos le busco una mujer marroquí para que se quedara con él, y esto le consoló y le ayudo, a pesar de que mi amigo tenia hermano y hermanas u tres hijos, pero así es la vida. Como vivía solo, una amiga le busco una mujer ucraniana para cuidarlo, esta mujer apenas sabía hablar español y cocinar, mi amigo el pobre no se explicaba cómo le habían buscado esta
Persona, le proporcionaron otra ucraniana por las noches que si sabia español y cocinar. Mi amigo esperaba la noche como un regalo porque podía hablar y cenar en condiciones. La rehabilitación la hizo andando por las calles de su barrio con la ayuda de la mujer ucraniana y su muleta. Con su faja puesta fue poco a poco cogiendo fuerza hasta que en varios meses se vio fuerte para prescindir de ambas e inicio su nueva vida. Pero con dolores en las caderas que le aparecieron aun en el hospital y que él achacaba a tanta cama. Le dieron el alta después de quitarles los punto y a casa. Se fue recuperando acudiendo también a nadar en piscina, hasta que pudo llevar una vida normal, pero con las molestias sobre todo en la cadera derecha. Comenzó otro calvario. En las caderas tenía unas formaciones óseas pequeñas que lo traumatólogos que vieron, uno de ellos le dijo que era típico las personas que montan a caballo. Otro que era trocanteritis y le infiltraban corticoides, pero el alivio le duraba dos días. Hubo un traumatólogo que le dijo que le podía infiltrar durante cinco días y se le quitaba el dolor. Mi amigo ya no se fiaba de nadie y se fue a un traumatólogo de caderas de nuestro hospital que después de explorarlo, le dijo que tenía un síndrome piramidal, es decir que el musculo piramidal que va, desde el sacro a la cabeza del fémur estaba acortado y las infiltraciones de botox lo relajaba y por los menos tres o cuatro meses estaría bien, lo remitió a un radiólogo que le infiltraría con ecografía guiada, allá se fue mi amigo al hospital privado, pero nadie le dijo que tenía que llevar el botox él, de modo que el radiólogo le infiltro corricoides.SE informo si en el hospital Quirón existía unidad del dolor y efectivamente existe. Le dijeron que el día de la cita llera a admisión 200 e para el botox. Llego el día y le infiltraron el botox con cierto dolor, pasado dos meses mi migo no sintió una mejoría significativa, de modo que volvió a la unidad del dolor y esta vez el médico estimo en infiltrarle corticoide. Lo prepararon boca bajo y el médico le infiltro en el mismo musculo piramidal, yo me quede fuera pero oí las lamentaciones de mi amigo, de tal modo que no permitió que le infiltrara en el lado izquierdo. Esta vez sí le duro la infiltración unos meses. Mi amigo termino cansado de tanto padecer. Pero no acaba aquí la historia. Al poco tiempo le da un ictus, pero de poca intensidad, se queda ingresado 8 días en el hospital privado muy bien atendido y buenos médicos, le quedo secuelas poco serias y otra vez a andar y a recuperarse, podía hacer rehabilitación en el hospital civil, pero ya no tenía fuerza psicológica para continuar y él por su cuenta se informo y practica ciertos ejercicios en casa. De todas formas dándole gracias a Dios, porque puede hacer una vida normal con ciertas limitaciones. Curarse o minimizar las enfermedades cuesta sudor y lagrima, después de tanto padecer mi amigo y yo vemos la medicina con otra perspectiva, que es Miedo a los médicos Cada lector puede sacar sus conclusiones. Pero fue muy triste para mí el haber presenciado tantas negatividades sufridas por mi amigo.

Conclusión: estamos de acuerdo que los cirujanos especialistas en columna de nuestro hospital son buenos, que el seguimiento y controles de los pacientes no es el deseable La piscina no es asequible para la mayoría de operados. Que es un calvario lo que mi amigo sufrió innecesariamente. Y que aquí se permite a cualquiera ser especialista en algo y que muchos profesionales son inmorales al prometer mejoría. El cirujano que le opero le dijo que nada de lo le hicieron estaba indicado. Dios no guarde,
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