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El espacio de Aranda

Gabriel Rufián y Pedro Soler, “Catalanes De Pro”

A Gabriel Rufián se le nota que quiere aparentar ser inteligente, y no lo es, pero sabihondo sí que lo es, pero de ojaneta. En una entrevista que le hicieron una abogada, un periodista y el Padre Apeles, el “ínclito” Rufián, arrinconado por la letrada, cogió un rebote de cabreo y en silencio, como respuesta, le enseñó dos fotos de Rajoy: una con Obiang y la otra con el Emir de Arabia Saudita, dos dictadores. Habla de la II República sin tener ni idea, llamando “primos” a los que aplaudían al contrario. Al sacar a relucir Venezuela dijo que a ver si a él lo aplaudían al final, cosa que hizo el público, pero por la malafollá, o malapipa, que tuvo en decirlo.
Peyorativamente llamó “patriota” a su oponente, segundo en liza, cuando éste lo vapuleava a placer. Y el Padre Apeles, como siempre, quedó con el culo al aire, al decir que los trabajadores que construyeron el Valle de los Caídos, eran trabajadores con un sueldo y vacaciones, no esclavos-prisioneros-políticos de la dictadura; cosa que Rufián reía, y esta vez con razón.

A veces a mi me pasa como a Abraham Lincoln, que cuando estoy de pie, mi mente se tumba, y si estoy sentado mi mente se pone en pie. Pero les digo que eso fue lo que me ocurrió mientras estaba recostado en mi cómodo sofá, y leer lo que Pedro Soler, el nuevo jefe de los Mozos de Escuadra de la Generalidad de Cataluña, cuando dijo: “Espero que nos vayamos ya, porque me dais pena todos los españoles”. Créanme, que me incorporé, como si de mi espalda hubiese tenido un resorte, poniéndome en pie, para que mi mente se tumbase, tomase aliento y se relajase, porque la cosa no era para menos. Al momento pensé que si alguien siente pena por otra persona, es porque se considera mejor y más fuerte que el otro en esos momentos. O sea que ese garlocho sentía compasión, piedad, pesar o misericordia, por usted, querido lector español, por mi y por el resto de compatriotas. Bueno pues yo le digo algo que me está saliendo de mi alma española, y creo que es la clave: “No me gustaría estar en tu lugar, so imbécil”. Claro que para apaciguar la “coz”, que soltó este gilipollas, su Gobierno, poniendo árnica acompañado de un “rebuzno” dijo: “Los españoles tienen nuestra estima y nuestro aprecio”. Y yo que soy un supino ignorante les pregunto: qué dice en sus pasaportes y DNI, que son españoles, o selenitas de la Luna lunera.

Arturo Pérez Reverte, dijo hace unos días: “Ayer escuché el discurso de Gabriel Rufián (ERC) sobre lo de Sánchez. La España que sentó en el Parlamento a este joven merece irse al carajo”. Yo digo que a este joven, creo que le falta café, o sea charlas, muchas charlas con gente culta, y más tablas en política y en encerados de pizarras en clases de universidades, para no hacer el ridículo, ya que va de listo y no es más que un ojana que, como buen charnego agradecido, les está haciendo el juego a los verdaderos tunantes separatistas. Él como todos los majaras, siempre quiere estar en primera fila, sin importarle nada que lo vean haciendo el imbécil, mientras que sus compañeros, más tunos, se colocan detrás, para verlo. Es como el del chiste, que van dos amigos y se encuentran un boquete en una tapia y al asomarse uno de ellos, recibe un leñazo en plena jeta, y a preguntas del otro qué había observado éste, tapándose las manos por el dolor, le contesta: “Asómate tú que a mi me da la risa”. Pues eso es lo que creo que hace Rufián, que por su manifiesta ignorancia, es el que recibe todos los guantazos.

Hace varios años, haciendo un poquito de Historia, escribía yo en estas mismas páginas, que el 6.10.1934, en plena II República, Luís Company, tras acusar al nuevo gobierno español de “monarquizante” y “fascista, -¡qué ironía!-, proclamó el “Estat Catalá”, pero dentro de la República Federal Española, algo así como: “Mira xoxo, me separo de ti, pero no puedo pasar sin ti, ni sin tus hermosas tetas”.

Yo a veces me pregunto en qué manos estamos en España, porque entre ladrones de guantes blancos, sinvergüenzas de toda laya, donde cada día ingresa en la cárcel alguien que ha metido la pezuña en la caja; y algunos vividores, no todos, hartándose del “Pesebre Estatal”, que no dan un palo al agua, la verdad es que me da un poco de grima, o desazón, por no decir susto.

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