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Piden 2 años y medio para el acusado de maltrato habitual: “Me tenía machacada”

La joven denunció los hechos el 7 de diciembre de 2015, según se puso ayer de manifiesto

El Ministerio Público solicita la pena de dos años y medio de prisión para un joven de Melilla, al que acusa del presunto delito de maltrato continuado en el ámbito doméstico hacia su ex pareja. El procesado defendió en la vista, celebrada ayer en el Juzgado de lo Penal núm. 2, que nunca agredió físicamente a la denunciante y sostuvo que él la intentó dejar en varios ocasiones, pero ella tenía obsesión por él. La querellante, una joven de Granada, aseguró que actualmente estaba siguiendo un tratamiento psiquiátrico y sufría depresión a causa del calvario que, aseguró, vivió durante su relación con el procesado. Manifestó que había sido víctima de maltrato físico, psicológico, de vejaciones, insultos y humillaciones extremas.

Un joven se sentó ayer en el banquillo de los acusados como presunto autor del delito de maltrato habitual. La vista oral se desarrolló en la sala del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla. Tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular le reclaman la pena de dos años y medio de prisión.
El procesado respondió a las preguntas formuladas por la Fiscalía, la acusación particular y la defensa e intentó defender su inocencia. Su ex pareja, una joven de Granada, le denunció el 7 de diciembre de 2015 después de que, supuestamente, él la arrinconase contra la pared y propinase varios rodillazos en los muslos.
Según sostuvo el acusado, mantuvo una relación con la querellante que se prolongó durante un año. En este tiempo, convivieron juntos durante al menos 6 meses, apuntó. El joven negó tajantemente que hubiera puesto alguna vez la mano encima de su ex.

Obsesión por él
Aseguró el encausado que la chica estaba totalmente obsesionada con él. «Le he tenido que echar varias veces de casa», dijo. Según afirmó, la familia de él había llegado a comprarle el billete y acompañarla para que subiera al ferri en varias ocasiones. «Ella hacía como que subía, pero acababa bajándose y volviendo a casa», expuso.
«Decía que le daba ansiedad si no me veía», continuó relatando el procesado. Explicó que la joven seguía un tratamiento por la ansiedad desde antes de comenzar el noviazgo, que no se encontraba bien. Señaló también que los padres de ella vinieron a Melilla para intentar convencerla de que regresara a Granada, pero ni por esa.
«Tenía la costumbre de autolesionarse cuando se ponía nerviosa», agregó el acusado. Apuntó que cuando él la dejaba, ella regresaba con un nuevo tatuaje con el nombre de él. «Me decía que lo hacía para demostrarme que me quería», sostuvo. La joven llegó a hacerse cinco tatuajes con su nombre.

Día de la denuncia
Según el encausado, el día de la denuncia él le dijo que se marchara de casa después de mantener una fuerte discusión por la mañana. Explicó que después de esa pelea, en la que, afirmó, no la agredió físicamente ni verbalmente, acudieron al domicilio de los padres de él para que ella peinase a la madre, como habían acordado el día de antes. Tras el compromiso, siempre según el acusado, comieron y luego le pidió que abandonara la casa en la que vivían juntos.
Siguió explicando que ella tenía el DNI caducado, por lo que la acompañó a comisaría para solicitar un permiso de viaje porque así se lo pidió la chica. Según su versión, él se encontró a un conocido cuando estaban llegando y se quedó hablando con él brevemente, por lo que la joven se adelantó y entró antes a dependencias policiales. Al llegar el encausado a Jefatura y preguntar por su ex pareja, los policías le informaron de que tenía que quedar detenido, relató.

La versión de ella: un infierno
La perjudicada declaró desde el juzgado de Granada a través de videoconferencia. La joven relató el infierno que aseguró haber vivido desde que comenzó su relación con el acusado a través de Facebook. Principalmente, por los «celos fuera de lugar» de él y el control tan excesivo que ejercía sobre ella, siempre según la versión de la denunciante.
Manifestó que había sido víctima de maltrato físico, psicológico, de vejaciones, insultos y humillaciones extremas. Según afirmó, el joven había llegado a encerrarla con llave en la casa en la que convivían y a forzarla a mantener relaciones sexuales sin el consentimiento de ella.
A día de hoy, sostuvo, sigue un tratamiento psiquiátrico a consecuencia del estrés postraumático y padece una depresión. «Me tenía totalmente machacada», manifestó.
Relató que el día de los hechos, tal y como consta en la denuncia, él le propinó varios rodillazos en los muslos. Según expuso, él le obligó a acudir luego al domicilio de la familia para que peinase a su madre y a que hiciera como si no pasara nada, porque, si no, luego habría consecuencias.
Cuando regresaron a casa, siguió contando, él la encerró con llave y le dijo que no le dejaría irse hasta que sus padres se hubieran marchado, para que no sospechasen.
Estaba tan nerviosa cuando le dejó marchar, siempre según su versión, que tuvo que preguntar a un hombre dónde estaba la comisaría para ir a denunciar.
Entonces, el acusado apareció y le preguntó qué había hablado con el individuo. «¿Quieres saber la verdad? Pues sígueme», le respondió ella, según dijo en la vista. Entonces se dirigieron a la Jefatura, donde puso la denuncia. «Él no me echó de la casa, me marché yo porque no podía más», insistió la chica.
Maltrato habitual
Según su relato de los hechos, el encausado fue quien le obligó a tatuarse su nombre hasta cinco veces. También le pidió que se cortara el dedo meñique del pie y que se lanzara a la carretera para que le atropellase un coche y cobrar así una indemnización, afirmó la joven. «Me hice cortes en los brazos para no escucharlo porque me tenía machacada», aseguró.
Detalló que el joven había llegado a defecar sobre ella, a orinar encima suya, a escupirla o a forzarla a moverse en la casa a gatas en el domicilio. «Parecía feliz haciéndome esas cosas», aseguró la joven. Según expuso, él siempre la convencía para que ella no le dejase: «Me decía que era fea, que quién me iba a querer, que él era como mi dios».
Aseguró la joven que cuando regresó a Granada, después de vivir el presunto calvario que relató ayer en la vista, pesaba unos 35 kilos por culpa de la ansiedad tan fuerte que sufría y que derivó en un trastorno alimenticio.

Los testigos
Fue llamado a declarar como testigo el policía nacional que atendió a la joven en comisaría el día de los hechos. Recordó que la joven llegó llorando y muy nerviosa.
«Dijo que había sido agredida», expuso. Relató que ella entró sola a las dependencias policiales y que posteriormente apareció el acusado. «No tengo constancia de que fuese a hacerse un permiso de viaje», respondió el agente a preguntas de la acusación particular.
Testificó también el conocido al que el encausado saludó poco antes de entrar a comisaría. Afirmó que vio a la joven y que la actitud de ambos era completamente normal. «No la vi alterada ni nada», apuntó.
Por otro lado, la que era vecina del acusado y la denunciante cuando estos eran pareja sostuvo en el juicio que siempre escuchaba a la joven gritando al procesado y que, en una ocasión, intervino al oírla decir: «Que te calles, que te voy a matar».

Los padres
El padre del encausado aseguró en la vista que jamás presenció una agresión del encausado hacia la denunciante. «No lo permitiría ni como padre ni como hombre», sostuvo. Afirmó que los padres de la joven le insistían para que convenciese a la chica de que regresara a Granada porque no se encontraba bien. «Ella tenía que medicarse por la ansiedad desde antes de conocer a mi hijo», aseguró el hombre.
Según el testigo, la denunciante estaba completamente obsesionada con el acusado. Relató que en más de una ocasión la acompañó para que cogiera el barco, pero luego se bajaba porque no quería estar lejos de su hijo. «Nosotros la ayudamos porque la quisimos como a una hija», manifestó el padre.
La madre de la querellante, por su parte, mantuvo que durante una visita del encausado a Granada presenció cómo maltrataba psicológicamente a su hija. «Delante nuestra ha dicho que no la quería, que se iba con todos, que era fea, que nadie la iba a querer», afirmó la mujer. Entre otras cosas, aseguró que la denunciante le había llamado en varias ocasiones desde Melilla para decirle que estaba siendo maltratada: «Mami, me está haciendo cosas terribles», reprodujo. Según continuó contando, luego le colgaba diciendo «que viene, que viene», refiriéndose al procesado.

Estas fueron todas las declaraciones. Ahora, la juez titular del Juzgado de lo Penal 2 tendrá que decidir: sentencia absolutoria o condenatoria.

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Irene Quirante

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