S.A.M., una mujer de 40 años en situación de evidente emergencia social, lleva desde el lunes “rebotando” entre las diferentes estructuras de apoyo existentes en la ciudad, en busca de una opción que le permita mantener unas condiciones de vida mínimamente dignas hasta poder, gracias al subsidio por desempleo, “salir adelante”. Pese a los esfuerzos de la administración, no será posible ofrecerle un aojaimiento hasta el lunes, y deberá pasar el tiempo que le resta en la calle. Ante tal situación, S.A.M aprovecha para lanzar un mensaje a la administración, en el que insta a “mirar más” por los ciudadanos melillenses, y no enfocarse únicamente en los extranjeros. S.A.M. es una mujer de 40 años, melillense, oficial de pintura, que se encuentra en situación de desempleo, y que actualmente se ve obligada a vivir en la calle debido a que, tras una fuerte discusión con su madre, con la que ha convivido “toda la vida”, fue empujada a abandonar la casa familiar, en General Astilleros. Esta decisión, según S.A.M., es el colofón de una situación de “maltrato familiar”.
Tras lo que S.A.M. califica como “arrebato” de su madre, acudió a la Policía Local, que, en la madrugada del lunes al martes, la reubicó en un albergue hasta la mañana del miércoles, día en que acudió a las oficinas de Bienestar Social, a la espera de recibir alguna opción para “tener un techo” hasta contar con el dinero de su prestación por desempleo (el 10 de Septiembre). La respuesta de Bienestar Social, según S.A.M. fue que “fuera a pedirle un favor a alguien, porque no tenían ninguna plaza, ningún alojamiento”. Debido a su situación límite, S.A.M. se vio obligada a pernoctar en la calle, donde ha sufrido ataques por parte de un grupo de menas que, tratando de robarle el móvil, la han agredido. Ante tal situación de inseguridad S.A.M. afirma, al borde del llanto: “Siendo una mujer, estando sola en la calle, no me ha quedado otra que irme a la Policía Local. Me pasé una noche entera sentada en la puerta, porque al menos ahí estaba segura, pero eso es una vergüenza para ellos y acabaron echándome”.
El viernes, la oficina de Bienestar Social anunció a S.A.M. que se estaban tramitando los escritos para que se alojase en la pensión Antequera hasta que saliera de la situación de indigencia en la que se encuentra, pero la avisaron de que esos escritos “no iban a llegar antes del lunes”. A pesar de “agradecer mucho toda la ayuda que estoy recibiendo desde Bienestar Social”, S.A.M. no comprende cómo puede ser que “todos los extranjeros que vienen a Melilla y los menores que están todo el día robando tengan más derechos que yo, y que no les falte nunca un sitio para dormir” mientras que ella, una “mujer española, con DNI, que ha trabajado” tiene que verse relegada a dormir en la calle, si bien es cierto que S.A.M. afirma que se ha rechazado su ingreso en el Albergue debido a que fue “expulsada” en 2013, por motivos que no ha llegado a concretar (no es la primera vez que su madre la echa de casa).
Según afirma S.A.M., tiene “miedo” de estar en la calle hasta que el lunes se concrete su traslado a la pensión: “los días son largos, y las noches más… y no sé si me va a pasar algo hasta el lunes” a lo que añade “casi que me compensa romper un cristal de un coche y que me lleven a un calabozo, así por lo menos estoy segura de que llego al lunes”.
Si consigue “aguantar hasta cobrar la prestación el día 10”, S.A.M., que usuaria habitual del comedor social, pretende conseguir alquilar una habitación hasta que comience a trabajar en los planes de empleo y pueda, de este modo, “salir adelante”. Además, S.A.M. quiere aprovechar estas líneas para hacer un llamamiento a los servicios sociales de la Ciudad Autónoma que, pese a “hacer un gran esfuerzo” por ella, deberían aumentar los recursos destinados a proteger a las personas en situación de “emergencia social”, para evitar que se vean en la calle y, en definitiva, “mirar más a los locales, porque al final nos vamos a tener que ir, cortar los DNI y venir a Melilla como extranjeros para que nos atiendan”.
