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Historias de celos y engaños

Antiguo diseño del barrio de El Príncipe

"Intrépidos reporteros siempre a la caza de una nueva noticia, sin escatimar esfuerzo alguno. Grandes redactores que plasmaban en sus páginas todo cuanto sucedía en la ciudad y sus alrededores. Así lo contaron ellos y tal cual vuelven a ser noticia." Es fácil que cuando vemos a personas necesitadas sus problemas toquen nuestro corazón y nos hagan abrir de par en par las puertas del hogar familiar para darle cobijo. Este es el caso de una historia ocurrida en 1913 ocurrida a un joven matrimonio. Aquí se podrían aplicar dos refranes como "Por la caridad entra la peste" o el dicho "Tres son multitud". Veamos pues que pasó en la casa de los Olgado Morán, de José y Trinidad, quienes vivieron a esta ciudad procedentes de Melilla en busca de una vida mejor…

El Telegrama del Rif de 15 de julio de 1913

Puñaladas en "La Buena Sombra". Trini engañaba a José
Un poquito de historia
En la calle de Ibáñez Marín, número 3, existe desde hace bastante tiempo un establecimiento de bebidas denominado "La Buena Sombra", regentado por el matrimonio de José Olgado Vallejo y Trinidad Morán Garrido. Con ellos vivían sus hijos, Tomás de diez y seis años y Antonio de seis, y los ancianos padres de Trinidad.

Hasta hace seis meses, los esposos vivieron en la mejor armonía. A turbar la paz que en "La Buena Sombra" reinaba, vino José Morales Cortés, de treinta y dos años de edad, soltero y natural de Cuevas de Vera (Almería).

El de Cuevas entró en el citado establecimiento en calidad de pupilo.Por aquella fecha carecía de destino, y compadecido de su situación, José Olgado no tuvo inconveniente en facilitarle cuanto José Morales le pidiera. Cuando ya le debía ochenta pesetas, Morales, por mediación de su pupilero, logró colocarse en calidad de cobrador, en cierta importante casa industrial de esta plaza.

Terrible revelación
A los pocos días, Olgado fue avisado de que su esposa le era infiel nada menos que con su pupilo José Morales. La terrible revelación produjo en el dueño de "La Buena Sombra" el efecto que pueden los lectores suponer.

Desde aquel día se dedicó con decidido empeño a observar a su costilla. Pronto se convenció de su gracia. Trinidad se las entendía con José Morales sin recato de ninguna clase.

Después de muchos y graves altercados en algunos de los cuales tuvo que intervenir el Juez Municipal del distrito del Norte, los esposos se separaron, yéndose a vivir Olgado a una casa que posee en la calle del Cabo de Mar Fradera del Barrio del Hipódromo.

En "La Buena Sombra" quedó Trinidad con sus hijos Tomás y Antonio y el padre de ésta. La madre, sintiéndose enferma, pasó al Hospital, en donde se encuentra, a ruegos de su hija Trinidad.

También frecuentaba "La Buena Sombra", más de lo conveniente, y en medio de la murmuración del vecindario, el cobrador José Morales.

Los esposos dejaron de verse, si bien germinaba en el pecho del burlado marido el deseo de venganza.

El suceso
Así las cosas, anoche a las ocho, a la puerta del establecimiento del barrio del Príncipe de Asturias se hallaban tranquilamente sentados Trinidad Morán, teniendo en sus brazos a su hijo Antonio, y José Morales, leyendo un periódico.

De pronto hizo acto de presencia en el citado lugar José Olgado, el cual, después de recriminar bravamente a su esposa, arremetió contra ella, dándola una puñalada en el carrillo derecho.

Apercibido Morales, echó a correr hacia su domicilio, en la calle del Coronel Avellaneda núm. 4, perseguido de cerca por el exasperado marido, que al fin logró darle alcance, derribándole en tierra.

En esta posición le agredió varias veces con la pequeña navaja que empuñaba y hubiera dado fin de él, si a los gritos de Trinidad y de cuantos presenciaron el suceso, no hubieran acudido el cabo y soldados del regimiento de Melilla, respectivamente Enrique Luque, Anastasio Sodoca, Juan Murillo y Casimiro Hermosa.

Estos muchachos, tras grandes esfuerzos, lograron alejar a Morales del inminente peligro en que se hallaba. También se presentó en los primeros momentos el sereno del distrito, José Gordillo, que se hizo cargo del agresor.

Al Puesto de Socorro
Completamente ensangrentado José Morales y los demás protagonistas del suceso fueron conducidos al Puesto de Socorro, en donde el facultativo D. Jorge Solanilla, ayudado por el practicante D. Felipe López, les prestó los auxilios de su ciencia, apreciándoles las siguientes heridas:
A José Morales, una herida de tres centímetros de extensión en el vértice de la cabeza, otra en la región fronto-temporal izquierda, otra en la región malar; otra en el lóbulo de la oreja derecha; otra en el cuello y diversas contusiones y arañazos en distintas partes del cuerpo. Todas estas lesiones fueron calificadas de pronóstico reservado.

Trinidad Martín presentaba una pequeña herida en la cara y ligeras erosiones. José Olgado fue asistido de una erosión en la mano derecha.

El Juzgado
Del hecho se dio cuenta al juez de guardia, que ayer lo era el Teniente Coronel de Infantería señor Lainez, el cual comenzó a instruir las primeras diligencias, tomando declaración a los protagonistas de la tragedia desarrollada a la puerta de "La Buena Sombra".

Olgado ignoraba el paradero de la navaja que utilizó para vengar su honra.

Lo que dice Trini
En el benéfico establecimiento hablamos rato con Trinidad Morán, que es de Málaga. No niega sus amores con José Morales, pero culpa a su marido de su reprochable conducta por negarse éste a trabajar y verse ella obligada a ganar lo necesario para mantener a los suyos.

Trinidad, que habrá tenido unos quince años aceptables, puso a su marido como chupa de dómine.

  • No sé- nos dijo- a que vienen estas coas, cuando mi "mario" tiene la culpa de "to" lo malo que yo ha hecho en mi "via".

Nos puso en autos de otras muchas cosas, cuya índole especial no veía hacerlas públicas.

Hablando con Olgado
Cuando comen vamos a interrogar al pobre Olgado, éste lloraba como un niño. Luego, algo más tranquilo, nos refirió la historia de sus desdichas.

  • En el barrio del Perchel-decía- no había otra mujer más hermosa ni más honrada que Trinidad, cuando hace veintidós años me uní a ella en matrimonio. Vinimos a Melilla hace diez, y hasta fines del pasado año, nadie tuvo que decir de ella una palabra. Construí una casita en el Hipódromo, que me renta cuarenta pesetas mensuales, y con el resto de mis ahorros establecí "La Buena Sombra", primero en el citado barrio y luego en el del Príncipe. Y por Dios que esa "buena sombra" la he tenido bastante mala para mí.¡Infame! ¡Tan bien como me he portado con Morales". Le digo a usted que los mato a los dos. ¡Vaya si los mato! ¡No puede imaginar lo que estoy sufriendo!
  • ¿Vivía usted separado de su mujer?
  • Si, señor, pero no podía consentir que de manera tan "descará" se burlara de mi. Cuando esta noche lo ví a la puerta de mi casa, hablando con mi mujer, perdí el conocimiento y sólo sentí deseos de acabar con los dos. ¡Son unos criminales, créame usted…!

Y el pobre Olgado no pudo continuar, ahogado por el sentimiento.

Pequeño incidente
Al entrar el desventurado esposo en la sala de operaciones del Puesto de Socorro, levantó la mano en ademán de agredir a José Morales. Este, advertido de ello por Trinidad, le recriminó su proceder, viéndose obligado a intervenir el practicante señor López para que la cosas no pasaran a mayores.

Comentarios
El suceso que nos ocupa atrajo a numeroso público al barrio del Príncipe. Allí oímos muchos comentarios, casi todos desfavorables para la dueña de "La Buena Sombra".

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