La corrida celebrada ayer en 'La Mezquita del Toreo' no terminó nunca de romper hacia delante. El juego de los astados lidiados decepcionó en términos generales impidiendo que tanto Mora como Ferrera desplegaran todo el arte que llevan dentro como hubiéramos deseado. La corrida le faltó casta y adoleció de fuerza. Una pena.
Pero el festejo tuvo muchos detalles interesantes, como por ejemplo el inicio de trasteo al primero de Juan Mora, con pases por bajo de tronío y trincherazo que quitaban el 'sentío' pero faltaba materia prima. No estuvo acertado con la espada. En su segundo, el tercero de la tarde, al margen de tener poca clase y fuerza, tenía un defecto visual que hacía que el morlaco tuviera problemas de visión cuando el maestro lo cogía en largo por su pitón derecho. Acortó las distancias y tratándolo siembre con mimo, se le terminó diluyendo. Mató de un pinchazo hondo. Escuchó palmas.
Maestría
Pero fue en el quinto donde se vio la dimensión de torero del maestro placentino. Fue una faena donde llegó a vaciarse, incluso terminando extenuado el diestro. Fue la faena de la tarde, el maestro se gustó por ambos pitones, iniciando y finalizando la faena con marca de la casa, esa maravilla de trincherazos y cambios de mano que desprendían arte por los cuatro costados. Sin duda fue la faena de la tarde que quizás, el público o no vio, o no quiso insistir con sus pañuelos para otorgar la segunda oreja tras un pinchazo. Juan Mora no quiso dar la vuelta al ruedo y enterró la oreja cortada en la arena pegando a las tablas. Gesto, que muchos no entendieron y que sólo sabe el maestro por qué lo hizo, pero lo cierto es que no terminó de gustar.
Antonio Ferrera fue el triunfador del festejo tras cortar cuatro apéndices. Su primero no quiso salir de chiqueros y tras 20 minutos de espera, que se hicieron muy largos, se decidió de correr turno saliendo a la arena el que tenía que haber hecho cuarto del encierro. Tras ese parón, Ferrera hizo lo que pudo sacándole buenos muletazos pero sin terminar de romper. En su segundo, tuvo el detalle de brindarlo al matador Jiménez Fortes que se encontraba actuando de arenero. Le costó acoplarse por el pitón derecho pero al final salió la raza de un torero que se encuentra en un gran momento y que le vale cualquier toro. Mató de una estocada caída cortando los dos apéndices del burel.
En el que cerraba plaza, Ferrera lo volvió a intentar a pesar de estar delante del toro más tiempo de lo normal. Una media le bastó para volver a tocar pelo. Al final del festejo, cuatro orejas y salida a pié con su amigo y admirado Juan Mora.
