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La dignificación del paciente con Alzheimer

Melilla ha celebrado el Día del Alzheimer haciendo una puesta por la dignificación del paciente. Porque en palabras de la presidenta de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFAL Melilla), Mª Dolores Arjonilla, "el Alzheimer puede borrar los recuerdos, pero no borra la persona que ha sido, que es y que será". AFAL Melilla se mostró agradecida a la Ciudad por "su apoyo incondicional", así como al Gobierno central, el Imserso, los voluntarios y a Melilla en general y al término de la lectura de un manifiesto, Mª Dolores Arjonilla hizo entrega de una metopa a Matilde Cabrero Lahoz, en agradecimiento por su colaboración con la asociación durante años.

De esta manera ha conmemorado el día de esta enfermedad y lo hizo bajo el lema ‘Sigo siendo yo’ para concienciar de que los enfermos, aunque olviden su experiencia vital, siguen siendo personas. Personas perdidas en el laberinto del olvido pero que no dejan de sentir, de necesitar, de temer, de dar… en definitiva de ser. Por eso, hay que fomentar todas las líneas de actuación que ayuden a los enfermos a aferrarse a los resquicios de su memoria que les permiten seguir atados a su identidad. Se ha avanzado mucho en los últimos años y la estimulación cognitiva ha logrado ralentizar la condena que el Alzheimer impone sobre los enfermos sin previo aviso, pero con la certeza de que ejecutará su sentencia. Sin embargo, no todo está conquistado y especialmente hay mucho por hacer para que los familiares directos de los enfermos de Alzheimer, en muchas ocasiones también cuidadores forzosos, también encuentren el apoyo que necesitan en un camino tortuoso que se ven obligados a transitar sin tener siquiera tiempo para asimilarlo. Hay que cuidar con especial esmero a los cuidadores porque ellos son los garantes de que estos enfermos puedan seguir aferrados a unos recuerdos que se les van de las manos como agua que no puede dejar de correr. Los familiares se encuentran con una realidad que a menudo les suele sobrepasar y lo hacen en silencio, pero deben saber que no están solos y que cuentan con el apoyo de entidades como AFAL para hacer más llevadero el combate diario con una enfermedad implacable. Y es que, aunque las palabras dejen de acudir a la boca de ese familiar enfermo, sus manos ya no tengan la fuerza que antaño para dar abrazos y sus recuerdos se escondan hasta hacerlo olvidar a quién tienen delante, el brillo de sus ojos sigue siendo el mismo porque nunca han dejado de ser quienes fueron y son en la memoria de quienes los están viendo.

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