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La trampa de los independentistas

Imbroda, en nombre de todos los melillenses, ha respaldado las acciones del Gobierno de Rajoy, para que la unidad nacional no se vea resquebrajada por el referéndum ilegal del 1-O
El presidente de la Ciudad autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, ha expresado su lógica inquietud por lo que viene ocurriendo en Cataluña ante el desafío secesionista de los independentistas encabezados por el máximo responsable de la Generalitat, Carles Puigdemont. Imbroda ha contrarrestado los argumentos de los nacionalistas catalanes y ha dicho que antes que apelar al derecho a votar, hay que respetar la ley, algo sagrado en cualquier democracia y la española lo es. El presidente melillense fue más lejos aún y recordó que a lo largo de la historia ha habido ejemplos funestos de líderes que también apelaron a las urnas y citó uno concreto que refleja el malestar que causa en Imbroda lo que ocurre en esta región, el de Adolf Hitler, y ya sabemos todos cómo acabaron las victorias electorales del dirigente nazi y las consecuencias que tuvieron en Europa y más allá.

Y es que, a cinco días vista de la fecha fijada para la celebración del referéndum ilegal en Cataluña, suspendido por el Tribunal Constitucional, los acontecimientos de la última semana, en los que los grupos secesionistas han optado por las movilizaciones en la calle como respuesta a la acción de la Justicia para restaurar la legalidad, nos trasladan a uno de los peores escenarios posibles. A estas alturas, es difícil presagiar una vuelta a la cordura por parte del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Su resistencia a aceptar que la consulta que promueve es inasumible por cualquier Estado democrático le ha llevado a emprender una huida hacia delante sin reparar, no ya en las consecuencias personales para él, sino en el daño social y económico que ya ha causado a una de las comunidades punteras de la Unión Europea. Cataluña es hoy una comunidad fracturada y amedrentada, en la que los grupos más radicales intentan imponer su voluntad al resto. Aun así, hay que esperar y exigir al partido que lo sustenta, el PDeCAT, que sea capaz de detener esta carrera hacia el precipicio. Los designios de un puñado de políticos que se creen iluminados no pueden prevalecer sobre la ley y la razón. Ante esta tesitura, el Gobierno español debe actuar con firmeza pero a la vez con inteligencia. El sucedáneo de referéndum no puede celebrarse. Hay que esperar que prosigan las medidas que finalmente conviertan en inviable técnicamente la consulta. Ningún representante de un gobierno autonómico en España puede asomarse a un balcón y proclamar unilateralmente una república. Es fácil presuponer que a medida que se acerque el 1-O las provocaciones y la tensión pueden aumentar. De ahí que haya que aplaudir el envío de 6.000 policías y guardias civiles de refuerzo, un número indeterminado de Melilla, para velar por el cumplimento del orden constitucional. Una democracia consolidada como la española no puede aceptar que unos sediciosos busquen la impunidad con el amparo de una turba.
"La situación de ahora es una gran trampa que han montado (los independentistas) y en la que algunos caen" ha advertido Imbroda, que en nombre de todos los melillenses ha respaldado las acciones del Gobierno de Rajoy, para que la unidad nacional no se vea resquebrajada por lo que ha venido en llamar "unos indeseables", el primero Carles Puigdemont que, tal y como advirtió ayer el fiscal general del Estado, podría acabar entre rejas si continúa saltándose la ley como lo viene haciendo, actuando como si de un "kamikaze" se tratara.

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