En Melilla, más de 300 voluntarios participaron el domingo en Melilla en la III Gran Limpieza General de Fondos Marinos que se ha llevado a cabo en diversos puntos del territorio nacional, y que en nuestra ciudad ha terminado con la retirada de más de 3.000 kilos de basura. El Medio Ambiente es la cuestión. Si la sociedad, en su conjunto, no trabaja por preservarlo, no habrá nada más sobre lo que discutir en un futuro. Esta es la reflexión que lanzaba un biólogo en un programa de televisión que la semana pasada mostraba cómo la acción humana ha destruido un ecosistema único, que ha pasado a convertirse en una laguna salada verde donde apenas queda el 15% de la vida que albergaba antes. Decía que este es un ejemplo, a escala, de cómo un exceso de actividad humana está provocando un deterioro del entorno. Alertaba de que estamos agotando nuestro banco de recursos y si no paramos, no habrá vuelta atrás. Y durante este fin de semana el mismo mensaje se ha lanzado a lo largo de la costa española con la III Limpieza Nacional de Fondos Marinos.
En Melilla, más de 300 voluntarios participaron el domingo en Melilla en la III Gran Limpieza General de Fondos Marinos que se ha llevado a cabo en diversos puntos del territorio nacional, y que en nuestra ciudad ha terminado con la retirada de más de 3.000 kilos de basura.
Esto supone casi seis veces más que el año pasado, cuando la Gran Limpieza sacó de Aguadú 550 kilos de basura marina gracias a 60 voluntarios y 35 buzos. Si la comparación se hace con la primera edición de esta actividad, que tuvo lugar en 2015 también en Aguadú, ayer se sacaron 12 veces más de residuos. Una cantidad que debe llamar a los ciudadanos a reflexionar sobre el daño que se está haciendo al Medio Ambiente y, no ya sobre qué mundo queremos dejar a las próximas generaciones, sino en qué mundo queremos vivir. Los recursos naturales no son ilimitados y si se atenta directamente contra los elementos que los originan, no habrá más. La naturaleza está pidiendo auxilio mientras que los hombres no están haciendo caso a las señales de alerta.
La basura no puede conquistar ni el mar ni la tierra, ni tampoco lo puede hacer el ser humano sin ser consecuente con sus acciones. La educación basada en el respeto de la naturaleza debe ser una prioridad, pero también que las administraciones actúen. Cada multa por tirar basura es un paso más para que nos reconciliemos con una naturaleza a la que hemos dejado de lado demasiado tiempo
