Su simpatía, sencillez y carisma, sumadas a las demostradas cualidades para el arte culinario ratificadas, entre otros galardones, por sus dos estrellas Michelín, convierten al conocido chef Dani García en uno de los representantes del panorama gastronómico más mediáticos y queridos del país. Ayer destacó la singularidad y características que hacen de Melilla una ciudad tan especial. El marbellí ha vuelto después de más de una década. Vino a impartir una charla en el Parador y ahora lo ha hecho en el Kursaal Fernando Arrabal con una conferencia sobre la creatividad y cocina en el Mediterráneo. Justificó su participación en el V Fórum de Ciudades y Territorios Creativos de España en base a la importancia y creatividad que conlleva la cocina como cuestión cultural, “que es en parte de lo que va el Fórum y por eso es importante su presencia”.
Considera que el auge actual de la cocina resulta, en ocasiones, desmedido ya que la figura del cocinero ha pasado a ser algo muy diferente a lo que era hace tan solo quince años. “Hoy muchas personas se preocupan por el hecho de comer, por cómo se cocina o por lo que hacen los cocineros y posiblemente influyó en su día la repercusión mundial de Ferran Adriá y hasta los programas de televisión que han dado un empujón definitivo al tema gastronómico”.
Considera que la gastronomía es también vital por la importancia que para España tiene el sector turístico. “Cuanto más nivel haya mejor, de hecho, son cada día más numerosos los bares o restaurantes que ofrecen magnifica restauración en cocina y sala, creo que es necesario atender y ofrecer a los numerosos turistas que nos visitan de la mejor manera posible”.
Para el conocido restaurador la creatividad y el trabajo forman un binomio en el que hay mucho más de trabajo que de inspiración, ”aunque son necesarias ambas cosas pero, sin duda, la creatividad tiene un papel relevante”, y en tono de humor añadió que “hay que tener creatividad hasta para ligar·. En torno a Melilla, la definió como un lugar muy peculiar, por su idiosincrasia y sus condicionamientos geográficos que la hacen singular, “con su gracia, su encanto y su duende”.
