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Columna Castrense

Por qué son tan necesarios… (VI): No supieron vivir de otra manera (En homenaje a cuantos dieron si vida por España)

Estos días que rodean a la fiesta del Día de Todos los Santos y el de Todos los Fieles Difuntos, una romería de familias acuden al camposanto a recordar a sus ancestros o a los familiares y amigos que acudieron al encuentro ante el Altísimo tras una vida terrenal, como paso previo a ese trascendental momento. Es una tradición muy extendida entre los que profesan la religión cristiana y está muy arraigada en nuestra querida Melilla.
En el seno de nuestras Fuerzas Armadas, el respeto, admiración, agradecimiento y rendición de honores a todos aquellos que, vistiendo el uniforme militar, entregaron lo más preciado, su vida, en pos de lo que ellos entendían que era el bien de España, representa, no sólo un deber ante éstos, sino una ocasión de reforzar el orgullo que sentimos de formar en las filas de esta “religión de hombres honrados”…

Lo demandó el honor y obedecieron,
los requirió el deber y lo acataron.

Pero claro, ni la Defensa de España es exclusiva de los militares (sí la defensa militar, con remarcadísimas excepciones, cubiertas de honor y de gloria), ni el heroísmo es patrimonio de nuestro colectivo; no en vano, el concepto de “nación en armas” se manifiesta de forma muy patente en la revuelta total tras la invasión napoleónica de principios del siglo XIX, donde detrás de la mirada pícara o cansada de cada español, independientemente de su condición política o social, había un potencial (y no tan potencial) defensor aguerrido ante los franceses, entonces enemigos y ahora aliados inseparables.

Con su sangre la empresa rubricaron,
con su esfuerzo la Patria engrandecieron.

En esta plaza tan española como es Melilla, contamos con un verdadero monumento a este tipo de personas: hombres y mujeres que han trabajado de sol a sol, con el aroma del sudor de la honradez, por conseguir un próspero futuro a este terruño bendito que aglutina las aspiraciones de diversas colectividades de forma armoniosa; por conseguir una oportunidad para sus hijos y nietos de vivir en una Melilla, cada vez mejor.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.

Contamos con el Cementerio de la Purísima Concepción, donde, sin olvidarnos que en otros camposantos de otras tantas religiones, a buen seguro descansan los restos de hombres y mujeres similares, podemos encontrar allí “domiciliados” un plantel de héroes que bien merecen un sentido homenaje a diario por nuestra parte…homenaje que les hacemos desde nuestro puesto de trabajo, en silencio, desde la humildad; en el campo donde nos instruimos; por las calles y caminos de Melilla, todas las mañanas, cuando exprimimos nuestros cuerpos; siempre que preguntamos a nuestros subordinados por ese problema familiar que les preocupa o esa lesión producida por su entrega física a diario; o también cuando hacemos lo propio con ese Jefe con la cara enjuta, reflejando el cansancio y desvelo, así como la responsabilidad, a menudo unida a la soledad, de tantos y tantos momentos en que necesitamos su capitanía certera y serena, que nos brinda siempre..

Les rendimos homenaje, pues cuidar de los que hoy forman a nuestro lado es la mejor manera de seguir sus pasos, los de los que murieron por España, que era precisamente, los Soldados que luchaban a su diestra y a su siniestra o los Españoles que esperaban en sus casas saber de ellos.

Por eso, como valientes lucharon,
y como héroes murieron.

Y también les rendimos un homenaje más externo cuando formamos en las cercanías de ese Panteón de los Héroes, donde se puede vislumbrar, con la escasa luz que ofrecen las claraboyas, buena parte de nuestro carácter, de nuestra historia militar más reciente, de nuestra Historia; donde se albergan los restos de 22 Caballeros Laureados y otros Soldados distinguidos de España, que allí reposan tras ascender por esas interminables escaleras de sacrificio y entrega, en cuyos laterales se inclinan nuestros Guiones, a su paso hacia las alturas, en señal de admiración y de duelo por tan irreparable pérdida.

Por la Patria morir fue su destino,
querer a España, su pasión eterna,
servir en los Ejércitos, su vocación y sino.

O en ese otro panteón, el de “Margallo”, donde otros 6 Héroes de nuestra Patria descansan en Paz, en la Paz de los valientes, en la Paz del buen Soldado, que es la Paz del que regresa a casa (o no) tras dejarse la piel en su trabajo, que en nuestro caso, si preciso fuera, consiste en derrotar al enemigo, antes de que éste te derrote a ti y a tu nación; la Paz del que regresa (o no) a su casa con el anhelo de ver a sus pequeños o a su pareja y de encontrar en ellos el consuelo a la dureza de la vida castrense, bendita dureza, pero dureza; la Paz del que no ansía otra cosa que estar la Paz en sí.

No quisieron servir a otra Bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron vivir de otra manera

O en los diferentes panteones de nuestros Heroicos Regulares, en las parcelas Legionarias, en el Panteón de nuestros Aviadores, en tantos y tantos rincones, pasillos, nichos, tumbas…Todos nuestros Soldados tienen su sitio destacado allí, famosos o anónimos, Héroes o no, compartiendo filas con aquellos a los que defendieran con su vida, compartiendo flores con aquellos que les vitorearon a su llegada a la plaza, a bordo de tantos y tantos barcos de esperanza; compartiendo silencio con aquellos que les honraron tras su caída, tras su sacrificio, tras su trance final.

Que el Señor de la vida y la esperanza,
fuente de salvación y paz eterna,
les otorgue la vida que no acaba
en feliz recompensa por su entrega

A lodos aquellos que nos precedieron en la senda del servicio a los demás, del Servicio a España; en la senda de la entrega sublime y serena por los demás; a todos nuestros Soldados caídos en los campos del honor, de todos los bandos, de todas las religiones, de todas las razas; a todos ellos, con el agradecimiento de que hayan iluminado la senda a seguir con el brillo de sus hazañas, con la luz de su esplendor, con la claridad de sus ideas y determinación; a todos esos otros Soldados que ya no están en las Listas de Revista, aunque ocupan los primeros lugares. Descansen en la paz que ansiaron.

Que así sea.

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