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Crónica de sucesos

De Benalmádena a Melilla: crónica de un asesinato del siglo XIX

"Intrépidos reporteros siempre a la caza de una nueva noticia, sin escatimar esfuerzo alguno. Grandes redactores que plasmaban en sus páginas todo cuanto sucedía en la ciudad y sus alrededores. Así lo contaron ellos y tal cual vuelven a ser noticia." Es cierto que muchas veces "la realidad supera la ficción" y que "el mundo es un pañuelo". Buena muestra de estas dos afirmaciones es la historia que en 1916 fue recogida por el periódico local. De cómo el cariño familiar y la tenacidad de un hermano puso fin a un dilema de más de una veintena de años.

El Telegrama del Rif de 8 de julio de 1916
Un crimen Antiguo
El autor en Melilla
Ayer ocurrió en nuestra plaza un suceso que en sus primeros detalles no reveló la importancia que tenía.

Pocos son los datos que tenemos, porque pocos son también los que poseen los mismos protagonistas; pero, como son de gran importancia, los comunicamos a nuestros lectores.

Una detención
Ayer tarde, próximamente a las siete, caminaba por el muelle un individuo regularmente vestido, como de unos 45 años de edad, y con barba poblada, cortada a la inglesa. Cruzóse con él otro individuo, que volvió sobre sus pasos,y, fijándose en nuestro hombre, pareció reconocer en él a una persona por largo tiempo buscada. Inmeditamente el segundo personaje acercóse al urbano Cayetano Zaplana Ortega, y le dijo, señalándole al individuo de la barba;
Detenga a ese hombre, bajo mi responsabilidad, pues es el matador impune de un hermano mío. El guardía, ante la insistencia del denunciante, detuvo al denunciado, conduciéndole al Juzgado de guardia, en unión del que formulaba tan grave cargo.

En el Juzgado
Una vez en el Juzgado de guardia, el juez, comandante Labarga, procedió al interrogatorio de ambos sujetos, ratificándose el denunciante en su afirmación de que el hombre de la barba había matado a un hermano suyo.

Llámase el denunciante José Zaragoza Martín, jornalero, habitante en la calle de Palencia, número 6 (barrio del Real). El detenido se llama Luis Márquez Martín, ambos son naturales de Benalmádena (Málaga).

El crimen
José manifestó que en el pueblo de su naturaleza, Luis, había matado una noche a su hermano Francisco, pero este crimen calcula que ocurrió hará la friolera de unos 25 años. No puede precisar el tiempo fijamente, porque según José, el abandonó el pueblo hace 28 años y por lo tanto no se encontraba en él cuando la muerte de Francisco.

Sobre los móviles, muestra el denunciante alguna vaguedad, aunque dice que su hermano era novio de una hermana de Luis, agraciada joven, por cuya causa tal vez sucediera el hecho.

Los motivos que mediaron entre el el presunto matador y la víctima, los ignora José, pero si cita que su hermano murió a consecuencia de dos disparos que le hizo Márquez.

Este por su parte, declaró que no recordaba nada de lo que Zaragoza le acusaba y que podía decir contra él cuanto quisiera. Pero sus negativas eran más indiferentes que rotundas, no negando las acusaciones con la indignación que su gravedad encierra.

Veinte años de persecución
José Zaragoza agregó en sus declaraciones, que supo había salido de Benalmádena Luis Márquez con dirección a Buenos Aires, con papeles falsos y cuantos documentos pudiera necesitar, poniéndose a salvo, y quedando el crimen impune por no aparecer el homicida.

José marchó también a Buenos Aires, donde inútilmente buscó a Luis, aunque ejerció el cargo de policía para lograrlo. En América enteróse que Luis había fijado su residencia en Orán, marchando a esta ciudad francesa, sin que tampoco dieran resultado sus gestiones.

Entonces José Zaragoza vino a Melilla y ys sin esperanzas de encontrar el que perseguía. Así las cosas, ayer tarde le vió por el muelle cuando salía Luis de una cantina, reconociéndole.

Detalles
Luis Márquez hace veinte días estuvo en esta, de donde marchó a Orán, habiendo regresado nuevamente a Melilla ayer. El señor Labarga, en vista del resultado de los interrogatorios, decretó la prisión de Luis Márquez Martín, que anoche ingresó en la cárcel, a disposición del Juzgado instructor de la causa por la muerte de Francisco Zaragoza Martín. Un detalle para terminar estas líneas. Luis y José son parientes, teniendo ambos, como verán nuestros lectores, el mismo apellido en segundo lugar. Al siguiente día y ante la expectativa creada se quiso dar más datos sobre esta historia:

Un crimen antiguo
Ampliando una información. Habla el hermano de la víctima. Importantes manifestaciones
Deseando ampliar el relato que ayer hicimos del crimen cometido en Benalmádena hace 27 años, y cuyo presunto autor fue detenido a instancia de un hermano de la víctima, nos dirigimos a la casa que en el número 6 de la calle de Palencia, del barrio Real, habita José Zaragoza Martín.

Es este un hombre de pequeña estatura, cuerpo enjuto, mirada abierta y simpática y hablar ceceante, que inspira confianza desde el primer momento. Su charla, es pintoresca, ligeramente andaluza, salpimentada de giros y modismos americanos.

Al exponerle el objeto de nuestra visita, José Zaragoza ofrécese incondicionalmente para todo cuanto necesitemos, y nos hace un relato minucioso del suceso que transcribimos a continuación. Rodea a José su familia, una anciana de agradable rostro y varias muchachas, que curiosamente nos (…) con la vista de arriba abajo, inquisitoriamente. Animamos a José con un gesto y comienza éste el relato del hecho.

Antecedentes
"En el pueblo de Benalmádena de la provincia de Málaga..-comenzó José.- vivíamos dedicados a las faenas de la labranza, mi familia, compuesta de mi anciana madre y varios hermanos, de los cuales el muerto y yo éramos los varones.

Yo ya estaba casado y habitaba con mi familia en una de las calles principales del pueblo. Mi hermano mantenía relaciones desde hacía bastante tiempo con una linda muchacha hermana de Luis Márquez, que era convecino nuestro.

Estos amores llegaron a dar fruto, estando a la sazón mi hermano ausente del pueblo, pero cumpliendo como persona honrada, prometió a la muchacha por carta, que se casaría con ella, y antes de ausentarse recibió las amonestaciones.

Así se deslizaba tranquila nuestra vida cuando el golpe fatal del desytino vino a herirnos.

Como ocurrió el suceso
Poco antes de terminar la ausencia de mi hermano, que duró once meses, el fruto de los amores con la hermana del agresor había sido hecho desaparecer del pueblo.

Mi hermano, el enterarse de esta noticia y encariñado como estaba con su hijo, sufrió extraordinariamente, y regresó con precipitación a pedir explicaciones a su novia. Ésta dióselas cumplidas y él quedó satisfecho. Sin embargo, una noche- la del 19 de Julio de 1880 em que después de celebrarse el bautizo de uno de mis hijos nos hallábamos festejando el acontecimiento en una taberna del pueblo, mi hermano, varios amigos y yo, apareció Luis Márquez, hermano de la novia, en actitud hostil.

Ofreciamosle unas copas, que él aceptó gustoso, y tuvo con nosotros algunas bromas que ni por un momento podían hacer suponer lo que sucedió después. Tras de conversar un rato con los amigos, me retiré a mi casa por estar enferma mi mujer, dejando en la taberna a mi hermano, a Luis y a los amigos.

Según me refirieron después, pues como ya he dicho, no estaba presente cuando se cometió el hecho- Luis apenas salí del establecimiento, y sin que mediara palabra alguna, se dirigió a mi hermano, y sacando una pistola de dos cañones le disparó dos tiros, que le penetraron uno por el pecho y otro por el brazo derecho y de resultado delos cuales murió casi inmediatamente. Yo, continué ignorando el suceso hasta el día siguiente, en el que las elocuentes caras de mis vecinos me hicieron sospechar algo desagradable.

Luis Márquez desaparece
Cometida su hazaña, Luis Márquez fue a casa de su compadre, rico propietario del pueblo, al que contó cuanto había hecho. Unido con Luis por antiguas afecciones, su compadre procurole unos falsos documentos con los cuales pudo desaparecer del pueblo, a pesar de las pesquisas de la guardia civil, que apenas cometido el hecho púsose en persecución del criminal.

José Zaragoza marcha a Buenos Aires
Como se comprenderá, yo desde aquel momento no tuve otro deseo que la venganza y hacer todo lo posible para que el criminal cayese en manos de la justicia. Ni el tiempo, ni los sinsabores, ni los disgustos, mataron en mi este deseo de hacer purgar al culpable el crimen cometido.

Pasaron siete años. Algunos amigos residentes en Buenos Aires, me escribieron que habían visto en aquella capital a Luis Márquez. Algo de esto se rumoreaba en el pueblo, aunque, como después pude convencerme, no fue verdad, pues Luis Márquez nunca piso la capital de la Argentina.

Equivocada era entonces mi creencia y por lo tanto confié mi familia a varios parientes y marché hacia Buenos Aires. Desde mi llegada a la capital mi único deseo fue el de encontrar al criminal, para lo cual frecuente todos los sitios de reunión de los españoles, recorrí los alrededores, visité todas las estancias o casas de campo próximas a la capital y en ningún lado supieron darme razón del sujeto a quien yo buscaba.

Mi interés llegó a tal extremo que ingresé en el Cuerpo de Vigilancia de Buenos Aires, con objeto de poder estar más cerca de los individuos como el que yo buscaba.Tampoco dio resultado mi gestión en la policía por lo que después de tres años de permanencia en la capital argentina, después de una vida azarosa en la que unos días comía y otros no, regresé a España, a mi pueblo, recogiendo al mi familia y trasladándome a Melilla, donde llevo ya bastantes años.

Hace aproximadamente tres, escribiéronme de Orán, diciendo que allí estaba el matador de mi hermano. Fui a la ciudad de Argelia, donde permanecí un mes, gestándome unos ahorrillos que a prevención había llevado, y el resultado, como antes, fue completamente nulo.

Descubrimiento del criminal
Así las cosas, anteayer, dirigíame hacia el extremo del dique Villanueva cuando al pasar por la cortina del muelle o Muro X observó que en la puerta de uno de esos cafetines se encontraba mi hombre.
¡Júzguese mi alegría, la explosión del deseo reconcentrado ya alimentado durante largos años y se comprenderá la precipitación con que llamó s un guardia y ordenó la detención de Luis Márquez pues no era otro aquel hombre."Hasta aquí el relato de José Zaragoza, al cual no hemos añadido ni punto ni coma. El asunto, interesante por todos conceptos, está en manos de la Justicia. Ella será la encargada de poner en claro este suceso. Nosotros hacemos votos porque así sea.

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