Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

La sequía en Marruecos, un impulsor de la inmigración en dirección a Melilla

Los efectos de varias temporadas de sequías se están dejando notar en el país vecino

Las sequías que durante los últimos años vienen asolando las zonas centro y sur de Marruecos han provocado un significativo deterioro del campo y un éxodo de la población joven a las principales urbes del reino alauí, aunque dichas urbes pueden no tener capacidad suficiente para satisfacer las expectativas laborales de esta población desplazada, de modo que existe la posibilidad de que se produzca un nuevo flujo migratorio descontrolado en dirección al sur de Europa, siendo las fronteras de las ciudades de Ceuta y Melilla las primeras y principales receptoras de cualquier nueva presión que se genere como consecuencia de la crisis social y ambiental marroquí. Marruecos viene encadenando varias temporadas seguidas de sequías, que se han cebado especialmente con las regiones situadas en el centro y el sur del reino alauí, provocando que en este año 2017 se alcance una situación particularmente dramática en algunos puntos del país, hasta el punto de que han llegado a producirse víctimas mortales en avalanchas humanas durante el reparto de recursos (19 de noviembre, Sidi Bualem, 15 muertos).

Para el profesor Ricardo Ruiz De La Serna, del CEU San Pablo, estas graves sequías -que bien podrían entrar dentro de la categoría de “catástrofes naturales”- pueden ser eventos impulsores de nuevos movimientos migratorios en dirección al Sur de Europa. Pese a que Marruecos está en pleno proceso de crecimiento, las inapelables condiciones climáticas limitan o sencillamente eliminan la productividad agrícola, en muchos casos de subsistencia, de las poblaciones afectadas.

Según De La Serna, Marruecos es un país agrario y ganadero. El sector agrícola representa aproximadamente el 15% del PIB y el 40% del mercado de trabajo. “En el campo, el 75% de los trabajadores vive de las explotaciones agrícolas y ganaderas”.

El deterioro del campo lleva a un éxodo a las ciudades, principalmente de población joven, que llega a las urbes buscando oportunidades. El malestar generalizado reinante en el país, bien por las consecuencias de la sequía, bien por los movimientos políticos rifeños, no contribuye a saciar las necesidades de oportunidades de las personas que han abandonado sus hogares, motivo por el cual la llegada a Ceuta o Melilla (como mínimo a la zona fronteriza, donde el comercio ofrece posibilidades) se convierte en una meta satisfactoria y alcanzable.

De La Serna sostiene, en su artículo en el medio online “Libertad Digital”, que la crisis ambiental y social de Marruecos puede propiciar “flujos migratorios descontrolados” hacia el sur de Europa. Aunque se suele hablar de “la otra orilla” del Mediterráneo, cabe recordar que Melilla y Ceuta son las primeras receptoras de todo cuanto acontezca en el país vecino, por lo que la inestabilidad social marroquí puede suponer el aumento de la presión migratoria sobre nuestro perímetro fronterizo, y esta amenaza llega precisamente en una coyuntura histórica particularmente complicada, en la que los líderes locales están planteando nuevos modelos de gestión fronteriza ante la inmensa presión sobre nuestro perímetro, y en la que nos encontramos especialmente “desguarnecidos” al haber sido enviados a paliar la crisis catalana muchos de nuestros agentes de refuerzo de la Policía y la Guardia Civil.

Cualquier plan de frontera debería tomar en consideración las múltiples amenazas futuras a las que Melilla está expuesta, dado que, al fin y al cabo, no somos más que una pequeña isla incrustada en la inmensidad de África.

Loading

Fernando Lamas Moreno

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€