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¡¡ Qué gordo me caes !!

La Obesidad fue etiquetada como «La epidemia del Siglo XXI» por la OMS en mayo de 2004, por el aumento de la prevalencia tanto en adultos, como en la edad infantil. En la historia de la humanidad se han ido sucediendo épocas en las que la diva era la obesidad y otras en las que era la delgadez en parte por circunstancias socioeconómicas, pero fundamentalmente por los criterios de belleza que dominaban la época. Vemos cómo en el s. XVII la obesidad está en pleno auge porque era signo de atractivo sexual, belleza, así como de salud y bienestar. Esto queda plasmado en cuadros del famoso pintor flamenco Pedro Pablo Rubens cuya obra más conocida es «las Tres Gracias». En el s. XIX irrumpe la Clorosis ( enfermedad, verde, mal de amores) que se caracteriza por anemia ferropénica y delgadez y que no solo se da en ámbitos de pobreza, sino que es muy frecuente en jovencitas adineradas y pudientes por interpretarse como signo de belleza de la época. En EE.UU. tras la I Guerra Mundial se pasa desde la obesidad de los primeros años del s. XX a la delgadez que duraría casi hasta la década de los 70 en los que repunta de nuevo la obesidad hasta nuestros días, con una prevalencia cada vez mayor como dijimos al principio.
La Obesidad es un Síndrome caracterizado por una acumulación excesiva de grasa capaz de afectar a la salud y se define utilizando el «Índice de Masa Corporal» (IMC) obtenido por la ecuación: IMC = Peso (kg) / Altura al cuadrado (m) por lo que podemos decir que una persona es obesa cuando su IMC es igual o mayor a 30. El peso normal está comprendido entre IMC de 18,5-24,9. En nuestro país entre el 13-14 % de la población tiene obesidad.
En el desarrollo de la obesidad intervienen Factores genéticos y ambientales (tipo de nutrición, sedentarismo), hay también factores psicológicos asociados, pero desconocemos si son causa o consecuencia de ella, que pueden derivar en ocasiones en cuadros de Anorexia Nerviosa o Bulimia. La obesidad disminuye la calidad de vida y la expectativa vital, siendo responsable del 7 % de todas las muertes. En numerosísimas ocasiones condiciona o es concausa de múltiples patologías, tales como Enfermedades Cardiovasculares, Diabetes, Hiperlipemias, Hipertensión Arterial, Artrosis mecánicas, Hígado graso, Litiasis biliar, Pancreatitis, SAOS ( Apnea del sueño), diversos tipos de Cáncer, etc. Existen enfermedades que producen obesidad, como el Hipotiroidismo y el Síndrome de Cushing, así como determinados fármacos, como la Cortisona y los Antidepresivos ( tricíclicos con mayor frecuencia).
El tratamiento de la obesidad debe recaer en un Especialista experto en nutrición porque la pérdida de peso requiere un control adecuado y un seguimiento periódico. La filosofía del tratamiento consiste en disminuir las calorías ingeridas y aumentar las gastadas, para ello hay que cambiar hábitos de vida inadecuados y tener motivación para que el tratamiento tenga buen resultado; un tratamiento sin motivación está condenado al fracaso.
El insigne bioquímico y nutricionista Francisco Grande Covián lo resumía con un dicho muy popular: «Mucha suela y poca cazuela» significando con él la importancia de la Dieta y el Ejercicio. El tratamiento, por tanto, se basa en Dietas hipocalóricas equilibradas, Caminar de 45-60 minutos diarios o al menos 5 días a la semana, Medicación cuando la dieta y el ejerció no son suficientes, Cirugía para los casos rebeldes y para la Obesidad Mórbida.
Para finalizar unos consejos importantes: Huir de las «Dietas Milagro», pesarse una sola vez a la semana, a ser posible el mismo día, a la misma hora y con la misma ropa, anotar cada pesada en una libreta con la fecha para llevarla a los controles médicos.

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