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Columna pública

Por qué son tan necesarios X Homenaje a la Infantería Española… La mejor infantería del mundo

Continuando la serie de artículos "¿Por qué son tan necesarios…?" escritos por un militar destinado en Melilla, hoy le dedica el artículo a: la Infantería Española.
Han pasado escasas horas desde que celebrábamos la Virgen de Loreto, Patrona de nuestro Ejército del Aire y no he podido sino dejar reposar las emociones vividas en las diferentes celebraciones con motivo de la Inmaculada, Patrona de la Infantería y de España, para tratar de plasmar en unas líneas ese torrente de sentimientos.

Difícil tarea, a la vista de la enorme cantidad de mensajes en forma de textos, fotografías, vídeos sobre nuestra infantería y sus Soldados que han circulado por las redes sociales estos días; muchos de éstos surgen de manos celebérrimas como las de Calderón de la Barca, Gonzalo de Berceo o los contemporáneos Camilo José Cela o el general Sánchez de Toca…

Y así, de modestia llenos
a los más viejos verás
tratando de serlo más
y de parecerlo menos.
(Pedro Calderón de la Barca)

Difícil no, ingente, imposible, diría, pero no por ello debemos olvidar lo vivido estos días. Y es que nuestra Infantería, la Infantería Española lo merece; la mejor Infantería del Mundo, la que tenemos el privilegio de disfrutar en melilla, con, quizás, sus dos perlas más preciadas, La Legión española y los Regulares, que no son ni mucho menos las unidades de infantería más antiguas de nuestro Ejército, pero probablemente sí son las más legendarias y famosas, a pesar de su corta existencia que ronda el siglo.

Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera) es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca más noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir (A pie y sin dinero, Camilo José Cela).

Y es que nuestra Infantería no defrauda nunca, aunque sea derrotada, pues hasta en esos casos se acerca a lo sublime (si es que no lo es) y lleva a su enemigo a dedicarle tamaños reconocimientos que pareciera distinto, en esos contadísimos casos, el signo del resultado de esa batalla; que pareciera que en lugar de laureles en forma de coronas en una tumba, fuesen laureles con una espada en el pecho…o en la bocamanga y es que a veces, esas dos clases de laureles van unidas en el destino de nuestros Infantes.

Desde hace ya muchos años, ciento veinticinco para ser exactos, nuestra Infantería vive oficialmente bajo el manto protector de la Inmaculada, pero han sido muchísimos más los años en que su protección ha estado dirigida a nuestros soldados y nuestros compatriotas, muchos siglos de cariño maternal de quien asumió su papel de "Esclava del Señor" como reto vital de servicio hacia dios y hacia la humanidad.

Cuando todo parecía perdido
y el agua anegaban sus posiciones
pues nunca rendirse sin condiciones
formó parte de lo ya prometido

En el barro un tablón escondido
tras sacarlo levanta devociones
pues responde a continuas oraciones
de quienes por España habían vivido

El frío glacial de pronto aparece
las aguas de muerte tornan en hielo
la esperanza en la victoria ya crece

Creen ya en España como en el cielo
Bajo el manto de quien siempre les mece
tras dejar la tierra en sublime vuelo
(Anónimo)
La gesta y el milagro de Empel, en 1585, es prueba fiel de esto, pero no es más que eso, una prueba, pues este Patronazgo, que compartimos con toda España, trasciende lo religioso y así vemos como un Soldado Regular de religión musulmana (algo que pertenece al ámbito personal de cada uno en nuestro Ejército), siente este día como lo que es, como el día de la Infantería y felicita a sus compañeros y a sus mandos con una sonrisa en la cara que lo dice todo, su conexión al resto del engranaje que conforman los miembros de su unidad; o veíamos en otra época a Caballeros Legionarios de países lejanos que no habían ni oído hablar de la Purísima, celebrar ese día como suyo, codo con codo, con el resto de "Legías" Españoles, sabedores de que todo lo que les uniera les haría más fuertes.

Ese patronazgo de la Infantería y de España que ensalzaba en su alocución nuestro General Segundo jefe de la Comandancia general de Melilla, durante la parada militar que se celebró, con los Regulares y legionarios en casa de estos últimos, en el Acuartelamiento "Millán Astray" (otro gran Infante), como de forma alternativa celebran nuestras dos "Perlas de la Infantería", año tras año.

Esa parada que se celebró en una mañana extrañamente cálida de las postrimerías del otoño, pero que no es la mañana habitual que espera a un Infante, acostumbrado al barro húmedo de la trinchera en los campos de Albacete, Toledo, Zaragoza y, de ser preciso, del último confín, si esa es la orden; o ese tacto frío de ese vehículo blindado en el que la velocidad de su movimiento no hace sino perpetuar en la cara de éstos una piel cortada y curada de espanto y frío, reflejo de su vida de servicio a España de forma extrema, exagerada, acostumbrada a acometer retos que se saben imposibles…o no, cuando le son encomendados a esos soldados bajitos y desarrapados…que se agigantan con la dificultad, de forma sencilla y humilde, pero temible para el enemigo.
"El día 8 de Diciembre hace frio, mucho frio, pero nunca bastante para frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime los corazones en desgracia" (A pie y sin dinero, Camilo José Cela).

Calidez en la mañana que alternaba con el frío reinante durante la noche de la víspera del día grande, en el maravilloso y tradicional concierto de patronas, que fue capaz de subir la temperatura de forma inimaginable con cada una de las piezas del escogido repertorio que, bajo la siempre magistral batuta del Comandante Ramón Benito, "a los mandos" de la Unidad de Música del Batallón de Cuartel General de la COMGEMEL, supo tocar la fibra de los allí presentes y que culminó con dos canciones populares que levantaron a todo el mundo allí presente (creo que si "Lázaro" hubiese estado allí, también se habría levantado…).

"La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que está vivo" (A pie y sin dinero, Camilo José Cela).

Las Corsarias fueron, una vez más, de forma previa al Himno nacional, culminación obligada de nuestros conciertos, el cierre patriótico del elenco, con todo el mundo en pie, "Banderita" en mano, en perfecta sintonía con los coros de lujo de los que disfrutamos, con las voces de la Nuba del Grupo de Regulares y de la Banda de Guerra del Tercio.

Banderita tu eres roja
Banderita tú eres gualda
llevas sangre, llevas oro
en el fondo de tu alma.

El día que yo me muera
si estoy lejos de mi patria
sólo quiero que me cubran
con la Bandera de España.
(Las Corsarias, Francisco Alonso)

Con las voces de ambas bandas de guerra y con todo el mundo ya enardecido y con la emoción (y las lágrimas) a flor de piel, pues se acababa de interpretar y entonar la canción "Soy Español", acompañada de imágenes de nuestro suelo patrio y de las recientes gestas deportivas de nuestros deportistas que no han hecho sino aglutinar aún más nuestra devoción por esta vieja nación que es la nuestra, España.

Soy de España y soy de sol
soy de mar y soy de tierra
soy la octava maravilla
que puso Dios sobre la tierra

Soy la octava maravilla

¡SOY ESPAÑOL!
¡SOY ESPAÑOL!
¡SOY ESPAÑOL!
(Soy Español, Ricardo Lafuente)

En homenaje a quienes, sirviendo a España en las filas de esta sencilla pero a su vez grandiosa Infantería, han jalonado nuestro camino de Sacrificio y Entrega, de Servicio sin límite, de asunción de un destino que casi siempre roza lo funesto; en homenaje a todos esos Soldados de piel fría y corazón ardiente, de botas con suela desgastada por el camino y el cansancio disimulado; de tez morena, negruzca, cortada por el aire gélido que les saluda en su marcha; en homenaje a Cervantes, Calderón, Camilo José…y otros tantos genios de la pluma, que ayudaron a entender ese bonito empleo que es el del Infante Español.

Que la Inmaculada Concepción les proteja y cuando sea necesario, les lleve adormecidos bajo su manto protector hasta ese lugar en el Cielo de los ejércitos, que no entiende de religiones, sino de convicciones, para formar en las filas de quienes, en la entrega sublime, encontraron el sentido a sus sufridas vidas, a pie y sin dinero…

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