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El camino a seguir

Si Melilla aspira a ser una ciudad moderna, no puede seguir teniendo los elevados índices de analfabetismo que sufre cuando hoy, en pleno siglo XXI, hay tantos medios para evitar esa lacra más propia de pasados un tanto remotos El paro, quizá el problema más importante que sufre Melilla, tiene a su vez otro problema, y es la gran cantidad de desempleados que no tienen formación para desempeñar un puesto de trabajo. Y ya no sólo cualificación profesional o especialización, sino que hablamos de lo más elemental, como es saber leer y escribir. Un buen número de parados melillenses son analfabetos, y ni siquiera podrían leer y firmar sin ayuda su propio contrato de trabajo en caso de que lograran encontrarlo. Esto supone un enorme obstáculo en el mundo laboral, pero sobre todo vital porque les impide ser personas independientes dentro y fuera de sus casas. Y eso puede acarrear, a su vez, problemas sociales más graves ante los que nuestras instituciones tienen que actuar.
Uno de los que ya se ha puesto manos a la obra ha sido el Servicio Público de Empleo Estatal, que en los últimos tiempos se ha encontrado con el problema de no poder abrir los planes de empleo a los parados sin formación, que son precisamente los que más difícil inserción laboral tienen y los que probablemente necesitan con más urgencia este tipo de políticas activas de empleo. Por ello, en los últimos meses ha formado a cerca de dos centenares de personas que estaban apuntadas en las listas del desempleo en una acción formativa de 600 horas, la mitad de lengua y la otra mitad de matemáticas, para que pudieran lograr una acreditación oficial que les permita entrar, ahora sí, en los planes de empleo y otros cursos formativos que tiene el SEPE para aumentar esas posibilidades de encontrar un puesto de trabajo. De los 180 que empezaron estos cursos, con un esfuerzo inversor superior a los 800.000 euros, han conseguido ese objetivo 125, que hace dos días recogieron con alegría e ilusión sus diplomas como si se tratara de una llave a un futuro menos incierto que el que tenían meses atrás.
Ese es el camino a seguir, en el que el SEPE ya ha dicho que piensa continuar porque hay, por desgracia, todavía mucho por hacer en este sentido. Aún son muchos los desempleados analfabetos inscritos en las listas del paro que necesitan seguir esos mismos pasos y que, probablemente, se animarán si ven que quienes los dieron antes tienen mayores opciones de progresar trabajando en los planes de empleo o en otros lugares, pero también de manera personal con más aprendizajes que les hagan, como hemos dicho antes, más independientes y libres.
Es el momento de que otras instituciones y organismos de la ciudad se animen a luchar contra este problema desde sus competencias y posibilidades. Por ejemplo, potenciando la Escuela de Educación de Adultos, las ludotecas y los convenios formativos con sindicatos para que sus alumnos obtengan una acreditación oficial que les haga salir de esa carencia de formación que constituye una gran barrera en el mundo laboral. Si Melilla aspira a ser una ciudad moderna, no puede seguir teniendo los elevados índices de analfabetismo que sufre cuando hoy, en pleno siglo XXI, hay tantos medios para evitar esa lacra más propia de pasados un tanto remotos.

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