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Si uno pudiese votar en Cataluña…

Lo voy a decir en corto y por derecho. Porque es lícito hacerlo y porque, sin duda, lo que vaya a ocurrir este jueves en Cataluña me afectará en lo personal y en lo profesional, tal vez incluso en lo económico, lo mismo que a la mayor parte de la gente que, proceda de donde proceda, viva donde viva, esté ahora leyendo este comentario: si yo pudiese votar por alguien ahora mismo en Cataluña, que lamentablemente no podré, votaría por la formación que lidera Miquel Iceta. Tal vez tapándome la nariz e incluso prefiriendo a otro candidato/a, pero lo haría por aquello de la opción menos mala. La única solución posible, a mi modo de ver, y reconociendo que tal vez ni siquiera llegue a serlo.
Iceta ni siquiera fue el ganador del caótico debate que el domingo por la noche, en la Sexta, enfrentó a candidatos de las seis principales formaciones en liza. Lo fue, a mi entender, Inés Arrimadas, la magnífica candidata de Ciudadanos, a la que todos atacaron, quizá porque esas encuestas tan absurdamente prohibidas y tan generosamente, sin embargo, divulgadas, la dan como posible ganadora en estas extrañísimas elecciones del 21-D. Lo que ocurre es precisamente eso: que una Arrimadas con más votos -y quizá hasta con más escaños- que cualquier otro, no podría, simplemente, formar gobierno. Porque, aun aliada con el PP de Albiol -menudo batacazo se avizora para él- y aún cuando el PSC de Iceta la admitiese como candidata a la presidencia de la Generalitat, los escaños no van a sumar una mayoría absoluta que permitiese la investidura de la candidata naranja.

Porque todo dependería de que 'los comunes' de Doménech, es decir, la versión catalana más cercana a Podemos, apoyasen también la candidatura de Arrimadas, y eso es, simplemente, impensable, y así lo dijo taxativamente Xavier Doménech en el debate de la Sexta este domingo. Arrimadas es, por tanto, una buena candidata, pero una imposible presidenta de la Generalitat; contará decisivamente como lideresa de la oposición a aún no se sabe quién. Y esa es la gran pregunta a poco más de cuarenta y ocho horas de las elecciones: ¿quién puede formar un Govern medianamente estable, algo transversal, que no sitúe frontalmente a las hordas independentistas en abierto combate al Estado? Iceta.

Sería, supongo, apoyado en última instancia, y tragando sapos, por Ciudadanos y por los 'populares'. Y seguramente, Iceta, que es buen negociador, encontraría fórmulas de encuentro con los 'comunes' de Doménech, que siempre me ha parecido una persona realista. Puede que, y quizá esto sea ya un sueño, los socialistas catalanes, entre los que hay casi de todo, pudiesen llegar a algún acuerdo con una Esquerra con la que ya pactaron en el pasado -en los governs de Maragall y Montilla- y que ahora, merced a su insensata marcha hacia el secesionismo, está descabezada, desmoralizada, buscando salidas. De la formación de Puigdemont no se puede ni hablar, que ya se ve cómo andan de despistados y en franca carrera hacia el abismo. De la CUP, claro, menos aún.

Ya sé que Iceta tiene claroscuros, comenzando por los vaivenes de su teórico jefe político, Pedro Sánchez, y siguiendo con algunas incongruencias del PSC. Pero sigue siendo la cabeza política mejor amueblada en Cataluña, quizá junto con la de Arrimadas, con la que tiene forzosamente que establecer una alianza para gobernar Cataluña desde la flexibilidad -sí, no me pareció mala idea la de lanzar la especie del indulto para los ahora encarcelados–, desde la legalidad, desde la generosidad y nunca desde la intransigencia hacia 'los otros'.

Veremos lo que ocurre al final. Puede que no haya acuerdo en torno a este personaje, ni a ningún otro, y entonces habría que repetir las elecciones, porque yo no veo la posibilidad de que un Junqueras, y menos un Puigdemont, recalen en el Palau de la Generalitat, por supuesto. Con la repetición, sería tremendo perpetuar las incertidumbres, la inseguridad jurídica, la huida de empresas, la vigencia del artículo 155 y, por tanto, la presidencia de Rajoy en una Generalitat que, desde luego, no ha pisado en estos meses; un Rajoy que, esta es la única certeza, va a ser el principal descalabrado el próximo jueves, pese a su valiente presencia en la recta final de esta campaña loca. Así que ya digo: si me dejasen votar, votaría Iceta. Sin militancias y sin entusiasmo, claro, que los entusiasmos, con esta política, hace tiempo que huyeron de la mesa de trabajo del cronista.

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