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La caída de ‘Laca’, el narcoabuelo de Melilla, y su gran familia de traficantes

Abdelkader Benali está considerado el mayor traficante de cocaína del norte de África (FOTO EL ESPAÑOL)

El mayor traficante de cocaína del norte de África, detenido en una de las operaciones más importantes de la Policía Nacional este año, es el melillense Abdelkader Benali Mohamedi, apodado Laca, según un reportaje publicado ayer por el medio digital “El Español”. La información, firmada por Andros Lozano, ofrece detalles de la operación, en la que también fueron detenidos prácticamente todos sus familiares directos, que formaban parte de la organización. Entre ellos su yerno, policía melillense destinado en Estepona (Málaga), que era su mano derecha en España y el encargado de su seguridad.

Según el reportaje de “El Español”, Abdelkader Benali Mohamedi fue detenido por la Policía en la terminal del aeropuerto de Málaga tras bajar de un vuelo procedente de Melilla. Iba junto a su hijo, Mohamed, asiduo de los prostíbulos más caros de la Costa del Sol. En ese momento hacía pocas horas que los agentes habían decomisado casi una tonelada de cocaína (993,7 kilos) en dos contenedores llegados al puerto de Algeciras (Cádiz). En el mercado habría alcanzado los 35 millones de euros.
El barco que transportaba la droga salió días antes desde Guayaquil (Ecuador). Los agentes del GRECO de la Costa del Sol sabían que la droga era del hombre al que investigaban desde hacía un año, un abuelo que de joven empezó enviando hachís dentro de botes de laca a los soldados españoles de Melilla y que ahora había dado el salto a la cocaína, mucho más lucrativa.
“El Español” señala en su exclusiva que el día de la detención, que se produjo a principios de octubre, también fueron detenidos su mujer, su único hijo varón, tres de sus cuatro hijas y todos sus yernos, uno de ellos, agente de la Policía Nacional melillense, pero destinado en Estepona (Málaga). También los tres empresarios españoles que le habían facilitado la logística para realizar los envíos de cocaína desde Latinoamérica, de los cuales dos eran almerienses y el otro, valenciano.
En esta operación, en la que policías de la Jefatura Superior de Melilla jugaron un papel clave, se intervinieron al líder de la organización 57 inmuebles, una farmacia de cuatro millones de euros, 15 vehículos de alta gama y dos pistolas, entre otras cosas. Además, la red había conseguido blanquear diez millones de euros hasta ese momento.

Hachís en botes de laca
En su exclusiva, “El Español” reconstruye la vida de Abdelkader Benali, que nació el 11 de agosto de 1945 en Benichiker, aunque tiene la nacionalidad española desde hace décadas.
Sus inicios en el narcotráfico fueron como adolescente, cruzando a diario la frontera para suministrar hachís a los soldados españoles desplegados en Melilla. Para ello, usaba una pequeña moto, y dentro del asiento, introducía la droga en botes de laca que antes había vaciado. Así se ganó el apodo de Laca.
Años más tarde, se construyó un palacete de cuatro plantas en Melilla sin reparar en gastos. Según el medio que preside Pedro J. Ramírez, una sola de sus lámparas costó 24.000 euros a este narco, que dejó el interiorismo en manos de un decorador marbellí.
Desde hace más de una década el anciano se había instalado en la Costa del Sol junto a su mujer y su familia, aunque con frecuencia iba y venía a Marruecos y a Melilla.

Al estilo de la mafia italiana
“El Español”, que cita fuentes policiales muy cercanas al caso, señala en su reportaje el hermetismo con el que trabajaba la organización de Abdelkader, que utilizaba “medidas de seguridad extremas” y con técnicas de la mafia italiana, ya que el anciano de la coca siempre acudía a las reuniones importantes para cerrar en persona los envíos, sin comunicaciones telefónicas. Entre ellos usaban sistemas encriptados de comunicación, chat, etc.
El apodado como narcoabuelo fue sometido a vigilancia durante 12 meses, en los que la Policía constató que la banda de Abdelkader siempre se activaba de noche, acudiendo a algunos encuentros con cuatro y cinco coches de alta gama, importados desde Alemania. En el centro siempre se situaba el vehículo en el que viajaba el anciano. Le solían acompañar tres yernos, uno de ellos el policía a sueldo casado con su hija Dunia. “Por eso al abuelo nunca se le había detenido. Es muy metódico”, indicaron fuentes policiales a “El Español”.
En sus desplazamientos, algunos a altas velocidades, alternaban autovías y carreteras secundarias por seguridad. Algunas de las reuniones fueron en gasolineras, sin llegar a bajar de los vehículos y de menos de un minuto incluso.
Según el reportaje, Abdelkader Benali se inició en el mundo de la coca hace al menos una década para sacar más rentabilidad a su negocio. Para ello, decidió contactar con unos empresarios del sector hortofrutícola de Almería, que también fueron detenidos en la operación, para introducir la cocaína en algunos de esos barcos en los que transportaba frutas de exportación desde puertos latinoamericanos hasta Algeciras. A principios de octubre el GRECO interceptó dos de esos envíos. Uno era de 960 kilos. Otro, de 33. Algunos fardos de cocaína ni siquiera venían ocultos. Otros los introdujeron en piñas vacías de pulpa.

La familia directa, en la organización

Sobre la familia, el reportaje de “El Español” señala que usaba a su mujer y a sus hijas para blanquear dinero. A sus yernos, también narcos melillenses de medio pelo -menos el policía, que estaba limpio-, los reclutó para su causa porque conocían el funcionamiento del negocio.
Su único hijo, Mohamed, de 39 años, era su hombre en el extranjero. Viajaba a Brasil, a Colombia, a México… Muchas veces partía en vuelos desde Lisboa. En Latinoamérica contactaba con los cárteles para llegar a acuerdos y enviar la droga a Europa. Nunca descuidaba su relación con las bandas del este de Europa, las cuales probablemente le distribuían la cocaína por todo el continente.
En cuanto a su yerno policía, que ha sido apartado del Cuerpo, indica que hace unos meses llegó a reunirse con un diputado español en el Congreso de los Diputados. Le dijo al político que su suegro, al que se lo vendió como un reputado empresario, quería realizar inversiones inmobiliarias en la Costa del Sol, en Almería y en Guinea.

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Redacción

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