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Carta del Editor

Viva Tabarnia y las nuevas ideas

"Fijaremos un referéndum Tabarnés, en octubre de 2019, si los "indepes" siguen con la matraca", aseguran los promotores más expuestos y comprometidos con la idea

"Tiene defectos, pero en inteligencia, fortaleza interior y bondad tiene matrícula de honor…No tiene apego gratuito al poder y tiene un proyecto de país renovado que dará victorias a España y al PP en el futuro. Innovará" (Jorge Moragas sobre Mariano Rajoy)

El poder cada vez es más difícil de ejercer y más fácil de perder. Y más incómodo, lo que convierte a la política en algo especialmente atractivo para aquellos que, como no tienen nada, nada tienen que perder, aunque esos atraídos por la política no acostumbren ser los más valiosos elementos de la sociedad, lógicamente. "Visca Tabarnia Lliure, catalana, española y europea", exclama, entre jocoso y serio, Fernando Sánchez Dragó. ¿Por qué Tarragona y Barcelona no van a independizarse de Lérida y Gerona?, se preguntaba. Lo que empezó como un chiste se ha convertido en, como mínimo, un contraargumento que ridiculiza los argumentos habitualmente utilizados por los separatistas. En cualquier caso, es una idea genial, que ha avanzado mucho y muy deprisa.
"Fijaremos un referéndum Tabarnés, en octubre de 2019, si los "indepes" siguen con la matraca", aseguran los promotores más expuestos y comprometidos con la idea, que recuerdan que en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona los "no indepes" obtuvieron más del 66% de los votos en las últimas elecciones regionales, las del 21 de diciembre, y opinan que Tabarnia puede ser la 18ª Comunidad Autónoma de España, amparada en los artículos 142 al 144 de la Constitución y con el precedente de lo que hizo Albacete, que se separó de Murcia y se integró en Castilla-La Mancha.

Tabarnia, acrónimo de Tarraco y Barcino, tendría 6 millones de habitantes del total de 7,5 millones que tiene toda Cataluña, además del territorio catalán más rico y desarrollado, en el que una mayoría no quiere separarse de España. Tabarnia es, como dice Inés Arrimadas, "una ocurrencia que pone al independentismo ante el espejo de sus propias contradicciones y de la fragilidad de sus argumentos". Una ocurrencia genial, en cualquier caso.

Todo lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Cataluña ha vuelto a alimentar algo que cada vez está más de moda: criticar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Por eso, y para compensar, me parece interesante resaltar lo que dice Jorge Moragas, recién dimitido director del Gabinete del presidente del Gobierno, lo que dice sobre quien ha sido su jefe hasta hace unos días: "Ha sufrido sucesivas crisis de fe ajenas, conspiraciones poderosas para tumbarlo, pero siempre ha vencido porque es más fuerte e inteligente que los demás juntos. Tiene defectos, pero en inteligencia, fortaleza interior y bondad tiene matrícula de honor…No tiene apego gratuito al poder y tiene un proyecto de país renovado que dará victorias a España y al PP en el futuro. Innovará". ¿Qué va a decir Moragas, al que, además, le han concedido un muy bien pagado cargo diplomático, su terreno? Pues lógicamente tenía que hablar bien de Rajoy, pero no era imprescindible ser tan explícito en la alabanza, así que hay que suponer que dice lo que siente y, en cualquier caso, es positivo que la mayor parte posible de españoles puedan tener confianza en quien les preside. A mí me ha gustado especialmente eso de que Mariano Rajoy "innovará". Ojalá sea así (en España como en Melilla).

Todo menos caer en la pereza y la confusión, tal y como les ha ocurrido -según escribía Raúl del Pozo en El Mundo el pasado 1de enero- a los partidos de izquierda que "no solo se han quedado sin principios, sin fines, y, por sus arbitrismos y ambigüedades ante la soberanía de la nación, han cosechado un severo castigo (electoral). El PSOE y Podemos se han desorientado en el laberinto". No son los únicos, como explica Moisés Naím, en su libro "El fin del poder", con el subtítulo de "empresas que se hunden, militares derrotados, Papas que renuncian, gobiernos impotentes o Cómo el poder ya no es lo que era". El poder cada vez es más difícil de ejercer y más fácil de perder. Y más incómodo, lo que convierte a la política en algo especialmente atractivo para aquellos que, como no tienen nada, nada tienen que perder, aunque esos atraídos por la política no acostumbren ser los más valiosos elementos de la sociedad, lógicamente.
"Ahora está fraguándose una nueva oleada de innovaciones, incluso de mayor envergadura, que promete cambiar el mundo tanto como las revoluciones tecnológicas de los últimos dos decenios. No empezará desde arriba, no será ordenada ni rápida, sino caótica, dispersa e irregular. Pero es inevitable. Empujada por los cambios en la manera de adquirir, usar y retener el poder, la humanidad debe encontrar, y encontrará, nuevas fórmulas para gobernarse", dice Naím al final de su libro.

La innovación, como dicen Rajoy (según Moragas) y Naím, es, además de conveniente y necesaria, inevitable. Y en nuestro pequeño territorio melillense la innovación es especialmente necesaria y palpablemente inevitable (por cierto, innovar no es volver a presuntas soluciones de un pasado negro, un pasado de muy mal recuerdo final, también). Melilla, como me decían estos días en Madrid algunos amigos y brillantes empresarios que conocen bien la ciudad, tiene unas enormes posibilidades de crecimiento y desarrollo, a base de cambio e innovación. Es una visión desde el exterior que debemos tener muy en cuenta. No solo para entenderlo, sino, y sobre todo, para hacerlo. Eso es lo que deseo, como espléndido regalo de Reyes, para nuestra ciudad.

Posdata. Magnífica, y muy bien argumentada -a diferencia de lo que ocurre con muchas otras sentencias judiciales- la decisión del Tribunal Supremo de rechazar dejar en libertad a Oriol Junqueras, por el evidente -y por tanto "progre" negado- riesgo de "reiteración en los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos". No se persigue la disidencia política ni la opción independentista, sino intentar alcanzar la independencia de Cataluña "saltándose las leyes y las resoluciones del Tribunal Constitucional", añaden los tres magistrados del Supremo que han firmado el auto. Aquí sí ha habido Justicia, con mayúsculas.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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